LOS ARIOS VERDE OLIVO ( PARTE I )
Juan González Febles
LA HABANA, Cuba - Mayo (www.cubanet.org) - Nada consigue el pase a retiro del clan de ancianos entronizados como figuras en jefe en Cuba. Alicia Alonso, Rosita Fornés y Luis Carbonel en los teatros de luces y bambalinas. Cintio Vitier y otros en el parnaso, y en la escena política, el gobernante Fidel Castro y el resto de una lamentable gerontocracia.
Los jóvenes cubanos aplauden a trovadores y estrellas que rozan el umbral de los sesenta. Silvio Rodríguez, comisario y trovador en jefe, junto a Pablo Milanés, es referencia obligatoria de esta situación. No se trata de que canten en su tercera edad, se trata de que sólo se permitan el privilegio. Esto convierte en natural que a la juventud sólo le quede emigrar.
Todo tiene su antecedente. Comenzó desde el propio 1959. La tropa manigüera que alcanzó el poder quería retenerlo a todo costo. Para ello era necesario crear estructuras de lealtades y complicidades a toda prueba. Para destruir la obra de las generaciones de cubanos que crearon una de las naciones más ricas y progresistas del hemisferio fue necesario ir contra el esquema de valores por ellos sustentado.
Existe una similitud muy grande entre las relaciones creadas en las sociedades de gangsters y las influencias y jerarquías impuestas por el régimen de Fidel Castro.
Se creó una estructura semifeudal de prebendas repartidas a escala familiar con un carácter francamente hereditario. Nadie está en contra de que los padres dejen a sus hijos el legado y la riqueza que crearon. Pero, por una parte, "la patria es de todos" y por otra, no es lícito parcelar una nación para beneficio del grupúsculo afín a un caudillo.
La lista de las opciones limitadas o vetadas en Cuba es inacabable. Los cotos cuasi particulares existen en todos los campos.
Un lema como "La universidad es para los revolucionarios" podría dar pie, si se destapara lo que hay detrás de la fachada, a la exposición de un sórdido reparto de privilegios basados fundamentalmente en el nepotismo.
La industria cinematográfica en Cuba ha dado sólo un cineasta de estatura trascendente, producto de estas prácticas. El ICAIC, desde su nacimiento en 1959, ha estado marcado por el carácter elitista de los que lograron integrar sus filas. Casi todos sus fundadores provenían de las filas castristas y los que no, de los círculos culturales del Partido Socialista Popular (PSP).
Luego de su fundación, los ingresos en el mismo han estado viciados por la práctica del nepotismo y la segregación de todos los que no llegaron avalados por el aparato represivo castrista. Esto se hace evidente en los captados en la llamada "Escuela de cine Latinoamericano" de San Antonio de los Baños. Allí el ingreso es prácticamente imposible para los hijos del cubano de a pie.
Esto forma parte de la discriminación y la explotación que sufren los cubanos en su propia tierra, amparada y bendecida por los patricios del mundo intelectual izquierdista. Los apologistas del purgante andino, como el colombiano Gabriel García Márquez y la nómina de premios Nobel cómplices del castrismo, deben mucho al pueblo cubano por ésta y por otras cosas.
Los arios verdeolivo se adueñaron con la punta de sus botas y sus pistolas de Cuba. Hoy se comportan como una clase aislada y superior al resto de la población. Como se trata de un grupo parasitario e incapaz de producir riqueza, se adueñaron de todo lo que encontraron. Quizás sean éstas las conquistas de que hablan y tratan de preservar.
A esta casta improductiva de personas serviles y viles por antonomasia les aterra el cambio. Todo, hasta el holocausto de su pueblo y la destrucción de su tierra, les parece mejor que perder las prebendas que disfrutan.
Es esta casta la que respalda al gobernante Fidel Castro y a su régimen de presos, muertos, balseros y gente paupérrima. Los intelectuales orgánicos del castrismo se pliegan a ésta y otras situaciones.
Los pueblos latinoamericanos que se dejan engañar por los cantos de sirena entonados por esta plaga, es bueno que sepan a lo que se exponen. Sin saberlo, ya comienzan a amamantar a su plaga de arios verdeolivo. Ignoran la capacidad para la vileza que esconden los hoy esforzados "luchadores sociales", cuando les corrompa el poder absoluto a que aspiran.
Sientan temor a esos "esforzados terroristas" juveniles de hoy. Si llegan a convertirse en ventrudos generalotes, olvidarán con facilidad que comenzaron sus ascensos asesinando a infelices policías en ronda solitaria por las calles. Yo los conozco bien, créanme.
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