domingo, junio 11, 2006

LA MUERTE DE UN TERRORISTA Y SU DISTORSIÓN EN LA HABANA

LA MUERTE DE UN TERRORISTA Y SU DISTORSIÓN EN LA HABANA




Por Eugenio Yáñez *
Colaboración
Miami
Florida
E.U.
La Nueva Cuba
Junio 6, 2006

Al amanecer del pasado jueves el mundo recibió agradecido la noticia de que el fanático musulmán Abu Musab al-Zarkawi, terrorista en jefe de la masacre irakí, personalmente responsable de mucho más de 900 muertes de militares y civiles, hombres, mujeres, niños y ancianos, había sido eliminado con la explosión casi simultánea de dos precisas bombas de 500 libras cada una lanzadas desde dos aviones F-16 estadounidenses sobre una “casa segura” que le servía de madriguera en las afueras de Bakubah, ciudad ubicada al noreste de Bagdad y caracterizada por su continua virulencia.

En La Habana, a través del libelo Granma, órgano oficial del Partido Comunista y vocero impúdico del Comandante en Jefe, la noticia fue presentada en un tono diferente, y al ser imposible expresar un profundo pesar o luto por la muerte de un connotado criminal, se le dio un tratamiento “objetivo” que no logra disimular las simpatías por el terrorista.

Granma, quien utiliza el concepto de “terrorista” solo cuando le conviene, y siempre para adversarios del régimen, nunca para el ajusticiado al-Zarkawi, define al asesino como “rebelde”, “Némesis de las tropas estadounidenses” y el “más notorio exponente de la resistencia iraquí”.

Según el libelo castrista, intentando restar méritos a la operación de Estados Unidos, los efectivos americanos fueron “alertados por informaciones de la inteligencia de Jordania”, y entonces desarrolla un novelón romántico-revolucionario según el cual “tropas élite, apoyadas por helicópteros, participaron en la confrontación y el líder insurgente murió pocos minutos después de haber sido alcanzado por varios disparos”.

Esta versión de Granma parece algo así como la noticia sobre aquellos supuestos últimos cuatro héroes internacionalistas cubanos que, envueltos en la bandera nacional en la pista del inconcluso aeropuerto de Grenada en 1983, combatieron hasta el último aliento frente a las tropas invasoras de la 82 División de Estados Unidos.

¿Quién no recuerda aquella payasada gigante de la televisión cubana, los rostros llorosos de los locutores y el himno nacional, cuando en realidad los civiles cubanos se negaban a combatir y se entregaban con la seguridad de que las tropas de Estados Unidos no los maltratarían, mientras sus “aguerridos” jefes militares buscaban cómodo refugio en la embajada soviética?

¿O aquella información sobre el paradero del narcogeneral panameño Manuel Antonio Noriega, que al comenzar la invasión americana en 1989 no aparecía en público ni hacía declaraciones, según las versiones oficiales cubanas, porque se encontraba en “algún lugar de la ciudad”, organizando “la resistencia popular”, mientras en realidad el pueblo panameño aclamaba a los invasores y el dictador buscaba desesperadamente protección de alguna embajada para salvar su pellejo, olvidando su machete y su gritería?


En realidad, la muerte de al-Zarkawi ha sido resultado de un laborioso, discreto, paciente y sagaz trabajo de inteligencia, comenzado semanas antes, cuando desde el interior de la misma red del terrorista llegaron informaciones que posibilitaron ubicar al cómplice y asesor espiritual del terrorista.


Cadaver de Abu Musab al-Zarkawi --->

Los jordanos ciertamente cooperaron en el trabajo de inteligencia, lo cual lejos de restar méritos a la operación de Estados Unidos demuestra el apoyo de naciones que han sufrido de ataques terroristas a los esfuerzos de la coalición. Al-Zarkawi era responsable por tres atentados terroristas en Jordania que costaron más de cincuenta vidas.

Una vez ubicado el asesor espiritual, un prolongado y paciente trabajo de seguimiento, rastreo, identificación y chequeo se desarrolló por varias semanas, hasta el atardecer del miércoles (hora de Bagdad), cuando el objetivo se dirigió a una casa segura en las afueras de Bakubah, que servía de guarida temporal al buscado terrorista, quien en ese momento estaba reunido con un grupo de compinches planificando nuevas matanzas.

El comando militar de Estados Unidos no tuvo dudas de que había localizado el refugio del criminal, y dio las órdenes para comenzar la operación.

Estados Unidos ha venido desarrollando en los últimos tiempos sofisticados sistemas de comunicación entre las tropas terrestres y aéreas, que utilizan equipos GPS (siglas en inglés de Sistema de Posicionamiento Global), sensores, radares, sistemas de láser y otros complejos instrumentos para ubicar en tierra o desde el aire posiciones de los objetivos, y transmitir esta información en ambas direcciones, sea tierra-aire o aire-tierra, mediante imágenes y compactos paquetes de datos informáticos, sin las demoras e imprecisiones de la conversación verbal cifrada.

La información obtenida en tierra sobre la madriguera de los terroristas fue transmitida a los aviones F-16 que patrullan rutinariamente los cielos de Bagdad y sus alrededores para búsqueda y detección de minas terrestres instaladas para golpear los convoyes militares. Estos F-16 no habían partido con la misión específica de bombardear el cubil terrorista, pero recibieron la información en vuelo y rápidamente ubicaron el blanco mediante los sofisticados sistemas electrónicos.

Ubicado el blanco, no hay partido comunista en el mundo capaz de impedir el golpe. Los F-16 lanzaron dos potentes bombas de 503 libras (unos 250 kilogramos) con altísimo poder explosivo, una del tipo GBU-12 y la otra GBU-38. GBU significa Guided Bomb Unit, es decir, Unidad de Bomba Guiada.

Las GBU, a diferencia de los misiles, no son autopropulsadas, aunque su forma sugiere la de un misil, sobre todo en el caso de la GBU-12. Estas bombas son guiadas por satélite, y en dependencia de la altura a que se encuentre el avión al lanzarlas pueden navegar hasta 24 kilómetros (15 millas) por sí solas.

Una vez que la computadora del piloto introduce la información del blanco en la bomba, solamente es necesario soltarla: no importa si el avión se está acercando o alejando del blanco, si está ascendiendo o descendiendo, pues es ya un satélite quien guía la potente bomba hasta su objetivo. Las GBU no caen “sobre” el objetivo verticalmente, desde arriba, como en un bombardeo clásico de la Segunda Guerra Mundial o aún en Vietnam, sino oblicuamente y desde cualquier dirección, en dependencia de la posición y altura del avión al ser lanzadas.

En la televisión se pueden ver las imágenes de esas pequeñas “crucecitas” blancas sobre un objetivo y la posterior explosión que lo destruye. Ese símbolo indica la posición del blanco fijado en las computadoras y las órdenes recibidas en el satélite, que guiarán la bomba lanzada hasta la intersección de la línea vertical con la horizontal, es decir, el centro de la “crucecita”.

Aunque Granma en Cuba se refiere a “la imprecisa versión oficial”, lo cierto es que fue muy detallada y exacta: los hombres libres del mundo, a través de la Internet que Cuba prohíbe, reprime y persigue, podemos ver cuando queramos la operación, la “crucecita” sobre la casa, y la posterior explosión.

Según el libelo oficial cubano, permanentemente obsesionado con presentar el deseo de controlar el petróleo como causa primigenia de la guerra de Irak, la baja inmediata de los precios mundiales del barril del crudo tras la eliminación de al-Zarkawi, eran un “signo tangible de la importancia” del terrorista.

<--- Escena de un video puesto en Internet donde se ve y oye a Al-Zarkawi leer un comunicado antes de degollar a un civil occidental secuestrado.



Para el resto del mundo, sin embargo, esto era una demostración de la confianza en que la carnicería irakí, llevada a cabo por el “carismático insurgente” tan querido por Granma, había recibido un golpe demoledor con su eliminación, y las posibilidades reales de una paulatina normalización de la situación en Irak ganaban puntos.



Aunque Granma insiste en que el terrorista “logró el apoyo de la población a su guerra contra la ocupación extranjera”, lo cierto es que los irakíes han respirado más tranquilos después que las bombas justicieras hicieran sentir sobre su propia carne al terrorista lo que él tantas veces propinó a cientos de víctimas inocentes. Solamente el “pataleo de ahorcados” de compinches terroristas se ha manifestado. Porque el supuesto “apoyo” del pueblo irakí al terrorista era tan sólido como el “apoyo unánime” del pueblo cubano a su Comandante en Jefe.



Sobre el pretendido combate librado por el terrorista contra tropas élite y helicópteros tras el bombardeo de su madriguera, es tan ficticio como la supuesta invulnerabilidad militar de la Revolución cubana o las posibilidades de Felipe Pérez Roque de dirigir a Cuba tras la muerte del Comandante en Jefe. Inmediatamente después del efectivo y eficiente bombardeo, fuerzas de la policía irakí arribaron a los escombros en que se había convertido en segundos lo que fuera la casa segura donde se escondía al-Zarkawi, y encontraron a la rata moribunda, gravemente herido, casi agonizando. No estaba en condiciones de combatir, ni de sobrevivir. Cuando posteriormente llegaron alugar tropas de la 4ta División de Estados Unidos, el terrorista fallecía. Identificado primeramente por fotografías, también se le tomaron las huellas digitales para confirmarlo, y además, como una medida adicional, se enviaron a los laboratorios del FBI en Quantico, Virginia, muestras de su ADN (DNA en inglés).



El supuesto combate donde el terrorista fue “alcanzado por varios disparos” quedaría para la sección de tiras cómicas de Granma si pudiera haberlas, pero los totalitaristas nunca han tenido sentido del humor: quienes han recibido sobre su cabeza dos potentes bombas de 500 libras no están en condiciones para combatir con nadie, ni se necesitan tropas élite ni helicópteros para culminar la tarea de contar los muertos (los cómplices se fueron junto a su jefe al otro mundo) y recoger los escombros. Según la tradición musulmana, que merece todo nuestro respeto y que no tenemos razón alguna para cuestionar ni intención de discutirlo aquí, el terrorista al-Zarkawi y sus compinches, muertos en combate frente a los “infieles”, mártires, estarán en el paraíso, rodeados por 72 huríes (vírgenes) cada uno, entre ríos perpetuos de leche y miel. A no ser que ese paraíso estuviera bajo el control castrista, en cuyo caso ya no sería el paraíso musulmán, y aunque Granma habla en estos días de un crecimiento del 12.5% de la economía en el primer trimestre de este año, la leche disponible sería solamente para los niños menores de siete años (y para la nomenclatura, claro), la escasa miel tendría que ser exportada, y las vírgenes tendrían que estar jineteando por el Malecón para sobrevivir.



En Diciembre 30 del 2005 publiqué en LA NUEVA CUBA un análisis titulado “¿Qué podemos esperar en el 2006? En referencia a la situación en Irak se decía textualmente: “Son muchas las posibilidades de que el máximo terrorista en Irak, el fanático al-Zarkawi, pase a mejor vida: sus actos cada vez más indiscriminados le generan la repulsa de la población, y cada vez recibe menos apoyo; la experiencia con el juicio de Saddam seguramente propiciará una “muerte en combate”, si son los irakíes quienes van directamente a su captura: los muertos no hablan”. Abu Musab al-Zarkawi, terrorista alabado por Granma como “carismático insurgente”, ya no hablará más. Ni podrá planificar ni ejecutar más atentados.


No debemos olvidar que están pendientes todavía para ser eliminados Osama bin-Laden y Ayman al-Zawahiri, como blancos principales del liderazgo terrorista. Ni que aparecerán muchos otros terroristas, ciertamente, para continuar volcando todo su odio contra la libertad y la democracia. Las bombas tipo GBU cuestan unos 28,000 dólares cada una. Afortunadamente, aunque Granma nos asegura que “el imperio” está en una terrible crisis económica, ahí están todas las bombas GBU justicieras que hagan falta en los aviones que patrullan los cielos de la zona durante las veinticuatro horas, y que en cualquier momento pueden recibir la información necesaria para marcar el objetivo con “la crucecita”. Y entonces: “bom-bom”. Y de nuevo Granma con su versión autista de la noticia. A no ser que para entonces ya Granma no exista. No hay que sorprenderse. Cualquiera de las dos noticias podría llegar primero, aunque ninguna de las dos tardará demasiado.

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* Eugenio Yáñez, Dr. en Economía, politólogo, analista y especialista en la realidad cubana, durante 14 años fue Profesor de la Universidad de La Habana y el Instituto Superior de Dirección de la Economía. Ha publicado diversos libros y es coautor, junto a Juan Benemelis, de "Secreto de Estado. Las primeras doce horas tras la muerte de Fidel Castro". Colabora habitualmente con La Nueva Cuba desde el 2005.