sábado, julio 29, 2006

LAS ALMAS LIMPIAS

LAS ALMAS LIMPIAS



por Esteban Fernández



Recibí­ un montón de E-mails y cartas de ancianos cubanos felicitándome por mi artí­culo sobre Fidel Castro ¨Lo que el viento se llevó ¨porque se sienten aludidos en la parte sobre la diferencia de ellos y el tirano Castro.

Y así­ es, la diferencia reside en que ellos tienen SUS ALMAS LIMPIAS y el tirano no. Y entonces ellos, a pesar de tener que vivir alejados de su patria, pueden hacer en cualquier esquina chistes de Álvarez Guedes, y reí­rse mientras veneran y cuidan a sus nietos y viven tranquilamente con sus conciencias tranquilas. Y hasta esa lejaní­a con la Patria no es culpa de ellos sino precisamente de Fidel Castro y su pandilla de desalmados.

Esos viejos cubanos felices no han tenido nunca que matar a nadie, no han enviado a nadie ante el paredón de fusilamientos, no han enviado a miles de cubanos a cumplir largas condenas en cá¡rceles inmundas.

Ni por las cabezas les pasa tener que matar a un í­ntimo amigo, ni a un hombre que por más de 30 añs le sirvió ardientemente como Castro lo hizo con Arnaldo Ochoa.

Muchos ancianos cubanos exiliados tienen enfermedades, achaques parecidos a los de Castro, algunos son hasta mas viejos que Castro, pero cuando una madre y su hijo son devorados por los tiburones al caer al mar escapando de la isla esclava no es culpa de ellos, ni ellos son los causantes de la tragedia y la miseria que los impulsa a escapar del paí­s.

Ellos viven una vida tranquila, pací­fica, holgada producto de haber trabajado toda una vida (después de haberlo perdido todo en Cuba) mientras el dictador ha dejado de ser un hombre para convertirse en un monstruo. Y de la misma manera que nos es imposible ver rei­r a un dinosaurio igual nos sucede con Fidel Castro Ruz.

Personas mayores a mi alrededor como Antonio Rotella, Ángel Torres, los hermanos Byrne, Aris Caso, Abel Pérez, Alberto del Calvo, Luis Rafael Aguirre, José Luis Fernández, Pedro Chirino, Pepe de Vivar, José Ramón Sánchez, Tito Rodrí­guez, Rafael Estévez, Miguel Uria, José Platas, José Noda, Yoel Borges, Saturnino Cardoso, Heber Fernández, Miguel Manrique, Juan Vila, Miguel Talleda, Ramón Mola y Osvelio Lastre quienes no tienen Patria pero tienen corazón y el amor de sus amigos y familiares.

¿Saben ustedes las miles y miles de muestras de cariño recibidas por Agustí­n Tamargo ante su enfermedad? Créanme que en medio de su dolencia él tiene que sentirse feliz y satisfecho. Mientras tanto ¿saben usted cuantos millones de cubanos se alegran y le piden a cuanto santo existe para que las enfermedades de Castro lo lleven a la muerte?

Muy feliz vivió y murió Celia Cruz, riéndose y cantando hasta el ultimo momento de su vida, y el pueblo le rindió y le sigue rindiendo pleitesí­as eternamente. Ese es un buen ejemplo de una anciana cubana.

Viejos que no han robado un solo centavo a nadie, que saben que sus nietos nunca van a encontrar a un solo cubano que los odie, ni los critiquen. Ni un solo anciano cubano a mi alrededor le puede temer a que su hijo se tropiece en la calle con alguien que lo acuse de criminal.

Mientras Fidel Castro tiene que enterarse y ver en la televisión que su hijo Antonio al salir del paí­s acompañando al equipo de pelota cubano lo primero que se enfrenta es con un letrero que dice FIDEL ASESINO.

Mente inmaculada, corazón tierno, compasión, amor, alma, conciencia tranquila, decencia, honestidad, manos limpias de crí­menes, son los ingredientes que mantienen a los viejos cubanos en el exilio riéndose a carcajadas ante un chiste bueno. Mientras las muecas del tirano son producto de los rí­os de sangre vertidos por él. Por eso mis estimados compatriotas nunca es mas cierta la frase de que ¨el que rí­e último rí­e mejor .