EL ENEMIGO YA ESTABA AHÍ
Por Raúl Rivero
El gobierno cubano se ha pasado medio siglo colgado del anuncio de una inminente invasión del enemigo. Ante cualquier situación difícil, ante el menor movimiento fuera de los planes quinquenales: a sacar los desfasados chirimbolos soviéticos de guerra, a cavar nuevos túneles, a encuadrillar a los opositores y darles mítines de repudio y a firmar cartas con la advertencia clara de que la fiera desembarca de un momento a otro.
Se tragarán a la nación cubana --dicen la proclamas vigentes desde los años 60--, sembrarán la miseria en todo el mapa, Cuba va a languidecer en las ruinas y sus ciudadanos perderán sus libertades, sus derechos, irán a parar a las prisiones, tendrán que salir al extranjero los que puedan, se instalará un control policial a toda hora y quedará confiscado el porvenir. Ese es el panorama que han dibujado siempre los previsores hechiceros castristas para después de la invasión.
Pues es verdad. Ya ganaron los usurpadores. Ese es el escenario real de aquél país y la invasión fue interna, los ocupantes estaban allí y se desplegaron con su torpeza y su violencia contaminadora. No hizo falta que viniera nadie de ninguna parte. Las fuerzas conquistadoras se filtraron y avanzaron como el agua avanza sobre la tierra seca, implacable y silenciosa para inundarlo todo y que se haga fango la fertilidad.
Así esta ahora el país, tomado por una fuerza que se subió al poder y no quiere bajarse y hace trucos y desapariciones con desprecio por la inteligencia y la sensibilidad de los ciudadanos.
Las noticias sobre la situación general del territorio ocupado y acerca de la salud del jefe de las tropas, Fidel Castro, las dan los funcionarios cuando salen al extranjero, con lugares comunes y generalidades, sin precisiones. Quien sabe bien lo que está pasando en Cuba es Hugo Chávez.
El venezolano, porque lo nombraron vicepresidente de la isla y saluda a Castro en inglés desde un programa de televisión: ''¿Jaguar yu, Fidel?'' Y le lleva después regalos que son símbolos de la historia venezolana y se hace filmar diciendo frases de un humor de cuartel que reciben complacidos los beneficiarios de los petrodólares.
El extranjero, los extranjeros, eso es lo que importa y por eso enseguida se les pide a escritores y artistas, profesores, una declaración de solidaridad.
Estoy convencido de que los cubanos, tanto los que viven dentro de la isla como los que viven fuera, tienen suficiente inteligencia y experiencia y aprecio por los valores de su tierra y confianza en que serán libres, que lo único que reclaman de las naciones amigas es comprensión y respeto.
Se agradece sinceramente la preocupación por la soberanía del país del grupo de intelectuales que se han sumado ahora a los gritos de alarma del gobierno.
No es necesario ser un actor famoso o un autor de prestigio para suscribir un documento pidiendo paz y derecho a la audeterminación de los cubanos. Cualquier hombre o mujer nacido en Cuba, aunque no haya hecho una película, ni una canción, ni una novela trascendente, firmaría para que ninguna potencia entre en son de guerra a sus fronteras porque la esclavitud es impuesta y transitoria pero el masoquismo es una patología.
Ya que es tarde para impedir que no invadan Cuba, la carta que se debe circular con muchas firmas de personas honestas es una que les exija a los ocupantes que permitan la creación de partidos políticos y convoquen elecciones libres, bajo la observación de personalidades extranjeras.
Un documento que exija de inmediato la libertad para los más de 300 prisioneros políticos y que se abra paso a la libertad de prensa y de opinión, a la entrada y salida del país y al derecho de los ciudadanos a la iniciativa privada y a escoger la educación que quieren que reciban hijos.
Que las tropas de la dictadura, el ejército descomunal que se mantiene con el hambre de la gente de a pie, se convierta en una institución profesional al servicio de la democracia.
Con los invasores disfrazados de héroes allá adentro, la soberanía de Cuba sólo se alcanza con el derrumbe del totalitarismo y la apertura noble y pacífica hacia una transición. Eso deben saberlo los agudos y brillantes intelectuales que suscriben los documentos redactados por los bufones que el conquistador ha puesto a su servicio.
Fonte: El Nuevo Herald
http:www.elherald.com
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