BARACUTEY CUBANO

Por Yaxys D. Cires Dib


Otro episodio más. Ahora la víctima es el Papa y por ende todo lo que huela a Iglesia Católica. La furia se ha desatado y, como siempre, no se puede avizorar hasta donde puede llegar.

Reconozco que a Benedicto XVI, que además de ser Pastor de la Iglesia es un profundo intelectual, se le haya ido algún desliz al citar frase tan dura del emperador bizantino Manuel II Paleólogo, sin desmarcarse seguidamente de la misma. Sin embargo, la reflexión de fondo del Santo Padre, y desde luego lo más importante de su conferencia es la relación entre la Fe y la Razón; de hecho tuvo por título: “Fe, razón y universidad. Recuerdos y reflexiones” y no otro. Reducir o manipular la interpretación de un texto de tan profundo contenido antropológico, a la malintencionada diatriba entre occidente o la Iglesia y el mundo musulmán, aparte de ser una perversión pone al descubierto la pobreza intelectual de los que lo hacen.


Decir que “quien quiere llevar a otra persona a la fe necesita la capacidad de hablar bien y de razonar correctamente, y no recurrir a la violencia ni a las amenazas…”. o que “Para convencer a un alma razonable no hay que recurrir a los músculos ni a instrumentos para golpear ni de ningún otro medio con el que se pueda amenazar a una persona de muerte…”, no es una ofensa al mundo Islam sino unas palabras dirigidas a todo el que practica la violencia para imponer su fe o sus opiniones. Ese pensamiento del Papa debería ser interiorizado, además de por aquellos que rápidamente se han dado por aludidos, por muchos otros en este mundo.

La Iglesia tiene sus acérrimos enemigos, y no pensemos que solamente están en sociedades en las que la católica es la fe mayoritaria. Hay muchos políticos, medios de comunicación, líderes religiosos del llamado “occidente” que no quieren a la Iglesia; y tampoco les obligamos a que nos quieran. La Iglesia y el Papa predican lo que creen es lo mejor para el hombre y para la sociedad aunque a sus detractores no les guste, por eso también dice que cada uno es libre de acoger o no en su vida dicho mensaje.

En días como estos muchos recuerdan la inquisición, las cruzadas y todo cuanto se les ocurra sacar para empañar la imagen de la Iglesia. Siendo la táctica de siempre cuando no se quieren debatir ideas, sino atacar a las personas y a las instituciones. No obstante, a ellos debemos recordarles que la Iglesia, en infinidad de ocasiones, por medio del Papa Juan Pablo II y del actual, ha ofrecido disculpas al mundo por sus errores, siendo ello un mensaje de arrepentimiento coherente con el proyecto de amor que la misma predica a las naciones. Sin embargo, muchos se sus detractores, que son herederos directos de cruentos dictadores, como Stalin, nunca han inclinado sus cabezas como signo de vergüenza, ni ante las víctimas de regímenes e ideologías tan represivas ni ante la civilización humana en general, inclusive cuando actualmente muchos siguen con esas prácticas. La Iglesia desde hace años se viene arrepintiendo de lo que hizo hace varios siglos, mientras, muchos de sus enemigos siguen cometiendo atrocidades, encarcelando gente por pensar distinto y quemando libros, en la actualidad.

Aquellos hombres y mujeres, católicos o no, pero que son personas de buena voluntad, deben tener presente que la Iglesia seguirá al lado de la personas humana ante cualquier fanatismo: ante guerras injustas y violatorias del Derecho Internacional, como la de Irak, como ante actos de grupos radicales que sin escrúpulo alguno matan a todo el que disiente, sin el más mínimo respeto a la naturaleza humana. Esa es la misión de la Iglesia.

Pero no solo eso, ante el olvido casi generalizado que en la sociedad internacional existe con respecto a muchos pueblos de África y otros continentes, la Iglesia de Jesucristo sigue y seguirá al lado de los pobres, enfermos de sida y desplazados por guerras interétnicas y genocidas como en Darfur. ¿Sabemos que pasa en ese lugar del continente africano? Investiguemos.

Si en nombres de las víctimas de los fanatismos actuales habló y habla el Santo Padre solo digo: demos gracias a Dios.