domingo, noviembre 26, 2006

DOS GAMEBOY PARA GABRIEL, EL HIJO DEL EXPRISIONERO MANUEL VAZQUEZ PORTAL

Nota del Blogguista

Este escrito muy probablemente lo haya escrito Vázquez Portal por las críticas que han caido sobre determinadas personas y organizaciones del exilio después que el informe de la GAO mostró algunos ( verdaderamente muy escasos ) ¨raros ¨artículos en la ayuda que han administrado y enviado esas personas a Cuba mediante el Plan de Ayuda para la Democratización de Cuba utilizando recursos de la agencia gubernamental USAID. En este blog hace dos días ( el 24 de Noviembre ) se publicó abundantemente sobre esas críticas.
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Dos Gameboy para Gabriel


Por Manuel Vázquez Portal



La doctora Paulina alzó el bisturí. La mano precisa. Sabia. Firme. Tras los cristales del quirófano unos ojos intrusos. La policía política cubana acechaba. Habían llegado puntuales. Sin enmascaramiento. Querían que todos supieran que estaban allí. Yolanda los miró con desprecio. Paulina apenas dejó interrumpirse por ellos. Era, quizás, la primera vez que la neurocirujana tendría que operar siendo vigilada por miradas inexpertas. Quién sabe si recordó el severo, impasible escrutinio de sus antiguos profesores cuando era aún una estudiante. No los tuvo en cuenta. Nada perturbaba su concentración. Serena. Su pulso no tembló.

Un niño de apenas nueve años esperaba que ella le extirpara un lipoma que le oprimía la médula espinal. Lo había atendido durante años. Sabía todo acerca del chiquillo. No podía fallar. No podía fallarle a aquella mujer que se estrujaba las manos y rezaba por su único hijo en la sala contigua. No podía fallarle a aquel hombre que sufría en una celda de castigo de la cárcel de Boniato mientras el niño lo llamaba, segundos antes de sumirse en la hondura de la anestesia.

El tajo fue exacto. Largo. Hondo. Veintiocho puntadas pudieron contarse cuando fue suturado.

--Papi, tus amigos me mandaron un Gameboy --me dijo cuando varios meses después fue a visitarme.

Iba arropado por un rudo corset de hierro y correas. Su andar era cauteloso. La doctora Paulina le había prohibido los gestos bruscos, los ejercicios físicos, el empleo de su fuerza. No tenía la soltura de cuando corríamos por la costa de Alamar para ver quién llegaba primero a la playa. No tenía la agilidad elástica con que me abrazaba antes. Un corset invisible, pero más rudo, se instaló en mi garganta.

Era el primer juguete que mi hijo recibiera sin que yo se lo comprara. Era el primer juguete que tendría para matar el tedio de no poder retozar con otros niños. Era poner a saltar a Súper Mario en tanto él se aburría postrado sobre una sábana silente. Era el juguete de unos tíos que él nunca había conocido. Era el juguete que estrenaría sin que yo se lo regalara con un beso. Sin que nos pusiéramos a investigarlo juntos. Un sentimiento de agradecimiento y de rabia me aprisionó el alma.

( Manuel Vázquez Portal, Yolanda y su hijo Gabriel pocos días después que Manuel fue excarcelado)

--¿Quién? --le pregunté a Yolanda.

--La gente de Acción Democrática.

Pensé en Juan Carlos, en Guillermo, en Osvaldo de Céspedes. Sonreí.

En la siguiente visita, ya en invierno, el corset permanecía, permanecía el Gameboy.

--Papi, a Christian y a Alejandro les mandaron uno --me dijo mientras galopaba en mi rodilla.

--Claro. Ellos también se lo merecen.

--Ellos no están operados.

--No. Pero tienen una gran herida. Christian tiene la herida de no poder jugar con Osvaldo Alfonso, su papá; Alejandro tiene la herida de no poder jugar con Héctor Maseda, su abuelo.

--Es verdad --dijo y se quedó en silencio.

Yolanda empezó con el inventario de cuchicheos. Debía hablarme en voz queda, casi inaudible. A tres pasos de nosotros los guardianes vigilaban, escuchaban. Me contó de la familia. Me explicó la fuerza que iban tomando las Damas de Blanco. Me dio detalles de los otros presos que andaban desperdigados por todas las prisiones de la isla. Me detalló el concierto que había brindado Willy Chirino para ayudarnos. Me dijo que los Plantados de Miami estaban apoyando mucho, que la Fundación Cubano Americana no se quedaba atrás, que unas mujeres que iban a todas partes vestidas de negro y que tenían una organización llamada M.A.R por Cuba, eran unas leonas guapeando por nosotros en el mundo entero y que Frank Hernández Trujillo me mandaba ``estas vitaminas''.

--Para ver si te repones un poco, y este abrigo, que no es bonito, ni caro, pero que no te dejará pasar frío en esa maldita celda --me dijo.

Y pensé que no estaba solo, que mi familia no estaba desamparada. Pensé en los libros que me enviaba Re Oculto. Pensé en los esfuerzos que hacía Rolando Cartaya para que mi voz no dejara de escucharse por Radio Martí, aunque me hubieran condenado a la soledad y el mutismo. Pensé en los escritores y periodistas que abogaban por nosotros. Y fue cuando Gabriel me sacó de mis cavilaciones.

--Papi, entonces yo merezco dos --dijo.

--¿Dos qué?

--Dos Gameboy.

--¿Por qué?

--Uno por la operación y otro por la herida de que tú estés preso.

Fonte: El Nuevo Herald
http:www.elherald.com