miércoles, enero 17, 2007

TEORÍA DEL MIEDO Y LOS FRIJOLES

TEORÍA DEL MIEDO Y LOS FRIJOLES


Por: Orlando Fondevila
El panorama de la Cuba esclavizada continúa siendo tan sórdido como siempre. Los cubanos, liberados de la pesada omnipresencia de Castro, permanecen padeciendo la misma dolosa represión y las penurias de siempre. Sólo que ahora se hallan bajo la dictadura de unos ejecutores que dicen actuar guiados por un posible fantasma. Al menos en la superficie, al menos para el ojo poco avisado ­–o malintencionadamente avisado- todo transcurre bajo una espesa y ominosa calma. Nada parece estar sucediendo, salvo una intensa, tensa y soterrada expectativa. Todos están esperando la definitiva desaparición del fantasma. Es como si todo estuviera condicionado a ese bendito momento. Por supuesto que es lamentable que así sea, es incluso vergonzoso, pero es así.
Mientras tanto, los ejecutores encarnados (algunos de ellos próximos a convertirse ellos mismos en fantasmas) van a lo suyo: a intentar consolidar su situación post- fantasmal y ver qué hacer para capear el temporal que intuyen sobrevendrá. Ellos, más los ingenuos, los oportunistas, los canallas y otros especimenes tienen cifradas sus esperanzas en un continuismo maquillado, es decir, cambiar algo en el envoltorio para que el contenido sea el mismo. Y fundamentan su esperanza en una curiosa teoría: la teoría del miedo y los frijoles. En otras palabras, creen que los cubanos no podrán sacudirse el miedo que se les ha inducido con esmero por décadas y, por otra parte, confían en que un poco más de frijoles en la magra dieta les contente y les contenga. Por eso el coqueteo de unos y los consejos de otros merodeando de alguna manera por los famosos “modelos” chino o vietnamita. Definitivamente, según esta teoría, los cubanos ni merecemos ni estamos preparados para vivir en libertad. Según los teóricos del miedo y los frijoles, el pueblo cubano ha perdido la gallardía que le caracterizó en otros momentos de su historia. Ya no son capaces de rebelarse y de pelear por su libertad. Por eso, lo pragmático es, nos aconsejan, respaldar alguna vereda –que no camino- que permita calmar un tanto los reclamos gástricos acumulados por décadas y posponer, para un tiempo futuro sin determinar, otros reclamos. . ¿Acaso no nos había dicho Marx que lo primero es comer y después pensar en política y en todo lo demás? Sólo que algunos pensamos exactamente todo lo contrario, y creemos que la historia demuestra que el que podamos comer y satisfacer todas nuestras necesidades (no únicamente biológicas, sino también otras específicamente humanas) depende en gran medida de la política.
Todo deberá hacerse bien despacito –nos advierten- porque cualquier prisa puede llevarnos a situaciones de violencia e inestabilidad inaceptables. Los fanáticos de la teoría del miedo y los frijoles son al mismo tiempo adoradores de la estabilidad y del gradualismo. Por eso no les gustan los “intransigentes” y los “rupturistas”. ¿Qué les gusta entonces: la transigencia y el mantenimiento?
En coherencia con la teoría del miedo y los frijoles proliferan últimamente los defensores del Segundo en Jefe (próximo fantasma vis). Que es pragmático, que es familiar, que incluso hay circunstancias en las que llora, que ha conseguido hacer de las fuerzas armadas una poderosa y muy organizada institución, etc., etc. No mencionan, no quieren recordar, por ejemplo, los sucesos en la loma de San Juan, en Santiago de Cuba, allá en los albores del “proceso”. O su condición de victimario por acción o complicidad en todos los crímenes y abusos de la tiranía, en su calidad de vice -artífice.Tampoco entra en el análisis que todos los recursos de un Estado totalitario han estado por décadas en sus manos para construir esas fuerzas armadas, en detrimento de las condiciones de vida del pueblo. Hombre, así cualquiera es “eficiente”. No, nada de eso importa para los conversos a la raulista teoría del miedo y los frijoles.
Lo curioso, y penoso, es que haya no castristas apuntados a esta teoría. Estos nos hablan de “reconciliación” en abstracto, sin precisar quiénes y con qué principios se deben reconciliar, además de no averiguar si todos los reconciliables desean reconciliarse. Nos hablan de que nada de violencia, de ningún tipo, ya que ese es un mal de la historia de Cuba que nunca nos ha conducido a nada. ¿Es sólo un mal cubano? ¿Sin la violencia hubiéramos alcanzado la independencia? Hay que dialogar. Muy bien. Pero, ¿no les parece que el primer paso para cualquier diálogo es que los llamados a establecer la plática estén de acuerdo en llevarla a cabo y clarifiquen sobre qué van a platicar. ¿No les parece que sin estas condiciones previas el llamado al diálogo no es más que una posición ética y políticamente mendicante, una humillación? ¿Un diálogo para aceptar la teoría del miedo y los frijoles? ¿Para aceptar un modelito medio chino, medio vietnamita? ¿Aceptar que se mantenga la hegemonía del Partido Comunista, sin libertades de asociación, ni de expresión, ni elecciones libres y pluripartidistas? ¿Aceptar que el Estado continúe siendo el dueño y árbitro absoluto de vidas y haciendas? Y los presos ¿continuarán en su injusta condición o, caso de ser liberados, serán firmes candidatos a tornar a la cárcel si osan disentir?
La teoría del miedo y los frijoles es, en el fondo y en esencia, la teoría de la rendición. Es la teoría del desarme moral de la nación frente a sus opresores. Los cubanos no se afiliarán a esa teoría. Lo veremos.
Mientras tanto, la misión de los cubanos que queremos la libertad es la de mantenernos permanentemente movilizados, permanentemente peleando en los muchos frentes abiertos. Sin importarnos si el fantasma lo es ya definitivamente o si está en camino de serlo. Intransigentes por la libertad. Queriendo romper con el horror. Sin rendirnos.
Fonte: Identificada en el texto
http://www.cubalibredigital.com