jueves, febrero 08, 2007

AMÉRICA ROJA: EL NEOPOPULISMO AL PODER

Tomado de http://liberpress.blogspot.com/

07-feb-2007

América Roja: el neopopulismo al poder
Por Celso Sarduy Agüero
Director de LiberPress

LiberPress- Buenos Aires- 03/02/2007 - A pesar del rotundo fracaso del sistema comunista a escala planetaria y su contrapartida, el extraordinario desarrollo alcanzado por el sistema capitalista mundial, Latinoamérica, en su inmensa mayoría, insiste en continuar ciega y sorda a la realidad del resto del Mundo.
La nueva coyuntura política de la región plantea un panorama preocupante que requeriría más el análisis de un psicólogo que el de un cientista político.

El primer período presidencial de Hugo Chávez en el año 1999 marcó el retorno de una vieja tendencia política en América Latina: el Populismo. Esta vez ha regresado mucho más virulento e inclinado hacia la Izquierda. El fenómeno no es casual, se debe a una conjunción de factores:

En primer lugar la creación del Foro de Sao Paulo a instancias del dictador Fidel Castro y el entonces líder del Partido de los Trabajadores brasileños Luis Ignacio "Lula" da Silva en el año 1990, en la ciudad brasileña del mismo nombre.

Esta internacional totalitaria está constituida por lo más granado de las izquierdas de estas latitudes, desde grupos terroristas como las FARC, organizaciones indigenistas, partidos verdes, teólogos de la liberación, trotskistas etc. Nuclea a cuanto enemigo de la libertad individual y la propiedad privada que se precie de ello y vino a llenar la orfandad ideológica que provocó en toda la izquierda mundial la caída de la ex Unión Soviética y sus satélites del centro y este de Europa.

En esta primera reunión y las siguientes se delineó una estrategia de lucha para alcanzar el poder en cada uno de los países de la región utilizando los propios mecanismos institucionales del sistema republicano.

De este modo cada organización pasó a cumplir un rol particular subsidiario de la estrategia global para alcanzar el poder desde el río Bravo hasta el Estrecho de Magallanes.

En segundo lugar tenemos la decepción de los sectores medios y bajos de nuestras repúblicas con las políticas de apertura y desregulación económica, denostadas por las usinas propagandísticas de la izquierda con el mote de "neoliberales". Estas políticas económicas no lograron el proceso de "derrame de riquezas" esperado por una razón muy sencilla: los gobiernos de la región, mantuvieron tasas impositivas confiscatorias para financiar su elevadísimo gasto público. Por consiguiente no podría haber derrame ya que buena parte de las ganancias iba a caer en manos del Estado. La recaudación impositiva no fue suficiente para saciar la voracidad estatal, entonces recurrieron a contraer deuda pública interna y externa. Los estados latinoamericanos cobran impuestos a niveles europeos y prestan servicios de calidad africana, por consiguiente la mayoría de los ciudadanos contrata servicios de salud, educación y seguridad privados y terminan pagando dos veces por el mismo servicio.

Otro factor no menos importante es que se mantuvo la rigidez del sistema de contratación laboral, impidiendo la facilidad en la contratación y despido de la mano de obra. Continuaron existiendo infinidad de trabas burocráticas e innumerables trámites para iniciar cualquier emprendimiento comercial.

La apertura se limitó en general a la privatización, no siempre transparente, de las empresas públicas y a permitir la llegada de capitales golondrinas, mientras subsistieron la discrecionalidad y la reglas de juegos cambiantes; por tal motivo no hubo un ambiente propicio para las inversiones a largo plazo y elevado riesgo. Persistió la cultura antimercado fomentada por las universidades públicas e incluso por muchas privadas, que en vez de formar jóvenes aptos para trabajar y triunfar en la nueva economía mundial; los atiborran de los arcaicos dogmas de la izquierda vernácula que profetiza acerca de la gran conspiración de los países centrales para impedir nuestro desarrollo. La formación de nuestros jóvenes está basada en caducos paradigmas equivocados como el marxismo, la teoría de la dependencia, el tercermundismo y otros.

El salto tecnológico provocado por la revolución informática y las comunicaciones satelitales, junto a la desregulación económica, la interacción de los mercados y la implementación de reglas claras y transparentes ha permitido a un grupo de países de diversas latitudes del mundo lograr insertarse en la economía global alcanzando en poco más de un cuarto de siglo un grado importante de desarrollo económico. Sirvan de ejemplo Corea del Sur, China, Taiwán Singapur, Nueva Zelanda, España, Irlanda, India y la excepción de nuestra región, la República de Chile. El resto del continente, con sus matices, le ha declarado una vez más la guerra a los molinos de viento.

Tres tendencias se evidencian dentro del mal llamado "progresismo" en Latinoamérica, que van desde la centro izquierda, lindante con la socialdemocracia, hasta la izquierda más autoritaria, que tiene al socialismo cubano como modelo; en el medio una posición más difusa propia del populismo tradicional que se sustenta en un capitalismo nacionalista y socializante

Chile, es el ejemplo más acabado de la centro izquierda, ocupa una posición única en toda la región, decididamente pro-mercado. Ha mantenido la libertad económica como política inamovible de Estado desde la dictadura de Pinochet, hasta la actual administración de Michelle Bachelet. Esta política seria y realista, en concordancia con las economías más importantes del Planeta ha redundado en un extraordinario salto del nivel de vida de los chilenos. Estos han pasado de padecer una inflación del 500 % anual, desabastecimiento, toma violenta de propiedades y caos generalizado durante el gobierno marxista de Salvador Allende a una economía pujante y moderna, basada en el respeto y protección a la propiedad privada y los contratos. Ha implementado una importante apertura al comercio internacional, sustentada en aranceles bajos,alrededor del 7 %.

El resultado es claro: una economía muy competitiva, con una inflación muy baja, solo un 4 % anual, niveles de desocupación muy por debajo de un dígito y la reducción de la pobreza a la mitad de sus niveles históricos, una verdadera proeza para la región. Es el único país de Latinoamérica que ha firmado tratados de libre comercio con varios países asiáticos, Europa y Estados Unidos.

Sin embargo, el gobierno de Bachelet corre serios riesgos de ser corrido por izquierda. Por un lado el grupo terrorista Frente Patriótico Manuel Rodríguez (integrante del Foro de Sao Paulo) continúa reivindicando la lucha armada, incluso organizó a finales del año pasado un cónclave de organizaciones terroristas internacionales. También soportó virulentas huelgas estudiantiles a finales del pasado año; estas huelgas parecían tener más fines desestabilizadores que reclamos reales. Por último el diferendo por la pretensión boliviana de obtener una salida al Océano Pacífico. Esta franja de territorio la perdió Bolivia en la Guerra del Pacífico (1879-1883). El gobierno de Evo Morales, instigado por Hugo Chávez ha reflotado nuevamente la demanda de una franja territorial con salida al mar. Por suerte el gobierno chileno ha tomado el tema con mesura y ha contraofertado permitirle a los bolivianos una salida costera, con puerto incluido, pero sin soberanía u otra variante de "puertos compartidos".

En el otro extremo tenemos a Venezuela, entrando al tercer período presidencial de Hugo Chávez, quien mediante el llamado "Socialismo del Siglo XXI" ha radicalizado cada día más su gobierno hasta convertirlo en una dictadura copia de la castrista. Chávez intenta convertirse en su relevo, gracias a su inmensa riqueza petrolera y su personalidad aluvional. Este ha comenzado su tercer mandato obteniendo del pseudoparlamento venezolano poderes especiales para gobernar por decreto durante un período de dieciocho meses y convocar a un nueva reforma de la Constitución, que le permitiría la reelección indefinida en su cargo. Esta jugada lo convertiría en dictador vitalicio, su más caro objetivo desde el fallido golpe de estado contra el presidente constitucional Carlos Andrés Pérez en Febrero de 1992.

Además, ha comenzado el proceso de nacionalización de la industria petrolera, telecomunicaciones, electricidad y otros. Por otra parte, mediante subterfugios legales le ha revocado antes de término la concesión a Radio Caracas Televisión, una cadena de alcance nacional y seguramente correrán igual suerte los restantes medios de difusión privados.

Para respaldar su proyecto totalitario Chávez ha embarcado a Venezuela en una carrera armamentista sin precedentes. Compró decenas de aviones de combate, trasporte y helicópteros, a Rusia, Belarús y Ucrania, fragatas de guerra a España y más de cien mil fusiles de asalto Kalashnikov, con la intención de armar a los llamados Círculos Bolivarianos, grupos paramilitares concebidos para controlar y aplastar a la sociedad civil y a la oposición.

A ese panorama se suma el proyecto de instalación de una fábrica de los fusiles de asalto AK-47 en territorio venezolano, con la manifiesta intención de aprovisionar y fomentar grupos guerrilleros que jaqueen a los gobiernos que no se le dobleguen en la región.

El aumento exponencial de los precios del petróleo de los ocho dólares el barril en el año 1999 - cuando Chávez asumió la presidencia por primera vez-, al techo de más de setenta de mediados del año pasado le han proporcionado el sostén económico para concretar su ambición de perpetuarse en el poder y el respaldo para sus planes expansionistas en el centro y sur de América.

Disponer de fondos casi ilimitados le ha permitido desarrollar una política exterior injerencista e influir en el resultado de las recientes elecciones de Ecuador, Bolivia, Nicaragua, México y Perú. En estos dos últimos países han perdido por escaso margen los candidatos prochavistas.

Aunque se ha abaratado el precio del crudo unos veinte dólares respecto a su pico más alto (77 dólares el barril) todavía mantiene un precio importante y es poco probable que perfore el piso de los 50 dólares el barril, además Venezuela tiene reservas en divisas de más de 36 billones de dólares. Lo más sensato en este momento sería que la administración Bush hiciera más atractivo el Tratado de libre comercio para las Américas (ALCA, de acuerdo a sus siglas en inglés) reduciendo los aranceles a los productos agrícolas de nuestros países. Así podrían acceder a un mercado de trescientos millones de consumidores de buen nivel adquisitivo.

Hugo Chávez ha logrado controlar los principales recursos energéticos de la región al colocar gobiernos afines en Bolivia, país rico en gas y Ecuador, con importantes yacimientos petrolíferos. La única excepción es Perú que también posee importantes yacimientos Petrolíferos con la victoria electoral de Alan García. En los días previos a las elecciones peruanas asistimos a ríspidos cruces verbales entre el entonces candidato Alan García y Hugo Chávez. El actual gobierno peruano podría enfrentar el resurgimiento de grupos armados como Sendero Luminoso y otros, fogoneados por Caracas.

Si Chávez lograra controlar Perú completaría el cerco sobre Colombia, objetivo estratégico de primer nivel por la afinidad ideológica del gobierno de Alvaro Uribe con los Estados Unidos, la inminente firma de un tratado de libre comercio con Norteamérica y los recientes éxitos en el combate contra la guerrilla marxista de las FARC.

Mientras, los venezolanos son convidados de piedra en este festín de petrodólares, pues más del 60% de los habitantes del país viven por debajo de la línea de pobreza, Hugo Chávez Frías está logrando, a pasos agigantados, concretar los sueños hegemónicos supranacionales de Simón Bolívar y del dictador Fidel Castro, su mentor político.

Otro país que se ha alineado políticamente con el nuevo eje autoritario es Bolivia, cuyo gobierno está conformado por grupos radicales de la izquierda más recalcitrante, incluidos ex-terroristas, como el vicepresidente Alvaro García Linera y grupos indigenistas quienes no sólo reivindican los rasgos más autoritarios y colectivistas de su cultura , sino también pretenden hacer tábula rasa de los cinco siglos de cultura europea y cristiana. Esta camarilla pretende refundar un nuevo imperio del Tahuantisuyo, tiránico y antiliberal, xenófobo y racista.

Cumplido el primer año de gobierno de Evo Morales encuentra a Bolivia al borde de la guerra civil, fogoneada irresponsablemente por un presidente dispuesto a llevar al país hacia una dictadura inspirada en la castrista. Para cumplir sus siniestros planes el presidente Evo Morales está abocado de lleno a modificar las reglas de juego que le sirvieron de marco a su llegada a la presidencia, ha convocado a una Asamblea Constituyente para "refundar" el país desde cero destruyendo el sistema republicano y sustituyéndolo por un andamiaje institucional y legal que le permita eternizarse en el poder. Además continúa utilizando las mismas tácticas golpistas, que le allanaron el camino a la presidencia, contra los intendentes opositores elegidos libremente por la ciudadanía

El presidente Morales no disimula sus intenciones totalitarias; para asegurar sus planes ha firmado un tratado de asistencia militar con Venezuela, el cual permite la intervención directa del ejército venezolano ante cualquier desorden público. También están en construcción dos bases militares venezolanas en el Suroeste de Bolivia, muy cerca de la frontera con Chile. Estas bases son las primeras de un total de veinte que se construirán, sobre todo en zonas fronterizas. La importante posición estratégica de Bolivia, ubicada en la bisagra de Sudamérica, la convierte en una pieza clave en los planes imperiales de Hugo Chávez, pues le permitiría amenazar militarmente a los países vecinos(Argentina, Brasil, Chile Perú y Paraguay).

Morales también ha iniciado una política de nacionalización de las empresas petroleras y gasíferas, dando marcha atrás a lucrativos acuerdos comerciales que le estaban produciendo al país ingreso netos de más de 600 millones de dólares en concepto de exportación de gas y petróleo hacia la costa oeste de los Estados Unidos y a Brasil. Este último se ha visto especialmente perjudicando por el cambio inconsulto de las reglas de juego, ya que el polo industrial de San Pablo (el más importante del país) depende en más de un 70 % de los suministros de gas boliviano. De este modo el gobierno títere boliviano funciona como brazo ejecutor de los planes hegemónicos del dictador venezolano poniendo de rodillas al gobierno brasileño.

Las dos últimas elecciones efectuadas en Latinoamérica: Ecuador y Nicaragua, han sumado dos entusiastas miembros al club del autoritarismo latinoamericano.

En Ecuador el recién asumido presidente Rafael Correa también anunció ya la consabida convocatoria a una nueva Asamblea Constituyente, a la medida de sus ambiciones de perpetuarse en el poder. Son de especial cuidado las declaraciones acerca de conseguir sus propósitos con "mucha violencia" si es necesario. Ya ha firmado acuerdos de integración económica con Venezuela y ha rechazado de plano la posibilidad de integrar a Ecuador al ALCA (Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos).

En Nicaragua su nuevo presidente Daniel Ortega, en un alarde de creatividad, ha inaugurado su mandato solicitando poderes especiales al Parlamento y ha sumado a su país a la llamada Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA)

He dejado para el final a los países que representan una posición intermedia: Brasil, Argentina y Uruguay, todos miembros del Mercosur y con diferencias notables entre ellos.

Brasil se ha mantenido dentro del contexto de la seriedad económica, al sostener la paridad cambiaria del Real respecto al Dólar norteamericano en valores cercanos a los del mercado, mediante discretas intervenciones del Banco Central brasileño en la compra o venta de divisas, de este modo mantiene a raya la inflación. Por otra parte el gobierno brasileño continúa pagando regularmente su deuda pública y mantiene relaciones amigables con los organismos internacionales de crédito. Fue, por ejemplo, el único país sudamericano en asistir al Foro Mundial de Davos Suiza, posicionándose como interlocutor serio y líder regional ante los principales líderes del mundo económico.

Evidentemente el presidente Lula se ha acercado a posiciones más afines al centro del arco político, por esta razón están cada vez más descontentos los sectores más radicales de su partido y de otros grupos de la izquierda brasileña más intransigente. Esta situación podría ser hábilmente canalizada por Hugo Chávez para crearle situaciones de gran conflictividad social que le obligarían a concentrar su atención en su inmenso terruño y desatender la situación geopolítica regional.

La política internacional brasileña mantiene una posición desdibujada: desestima la influencia continental y los espacios de poder que le corresponderían al gigante sudamericano por ser el país más grande y poblado de la región, además de poseer la economía más importante de toda Latinoamérica y ser la novena economía del Mundo.

Por último el presidente Lula da Silva ha anunciado para este nuevo período presidencial un ambicioso plan de obras públicas de unos 240 millones de dólares a ejecutarse en cuatro años y con financiación pública y privada. Con este plan apunta a mejorar el importante déficit de infraestructura y comunicaciones que padece Brasil. Este es un serio problema que afecta igualmente al resto de nuestros países, dificultando las políticas de integración y complementariedad económica del MERCOSUR y de la América Latina en general.

Lula recientemente inauguró su segundo período presidencial. Hasta ahora no ha sucumbido a la tentación de modificar las reglas de juego para seguir en el poder, a pesar de poseer mayoría propia en ambas cámaras.

El gobierno uruguayo, uno de los más moderado de los gobiernos izquierdistas de la zona, ha firmado un Tratado Marco de Comercio e Inversiones TIFA -siglas en inglés- con Estados Unidos a espaldas de sus socios del Mercado Común Sudamericano (MERCOSUR), este hecho sumará un porcentaje importante a las tensiones ya existentes dentro del bloque y en especial con Argentina, con quien mantiene una aguda controversia diplomática debido a la instalación de dos plantas de celulosa en la margen oriental del río Uruguay. Por lo pronto Uruguay amplía los horizontes de su economía con el TIFA, tal vez el paso previo de un tratado de libre comercio con los Estados Unidos. Lo cual lo llevaría a romper con el bloque comercial del MERCOSUR, dentro del cual se siente discriminado por los socios mayores, Argentina y Brasil.

Veremos como le va al presidente Tabaré Vázquez, sobre todo con los grupos situados más hacia la izquierda dentro de su coalición, el Frente Amplio. Estos se oponen a cualquier tipo de integración económica con los Estados Unidos.

El presidente Néstor Kirchner gobierna la Argentina desde hace cuatro años. Su gobierno se ha caracterizado por una concentración imparable del poder: consiguió sustituir los jueces de la Corte Suprema logrando una mayoría afín a su tendencia política. Trabajó arduamente en conseguir también mayoría parlamentaria propia, mediante alianzas, ayuda económica adicional a gobernadores e intendentes provinciales e incluso la captación de legisladores de la oposición. Por último obtuvo el aval parlamentario para modificar partidas presupuestarias sin necesidad de consultar al legislativo; con semejante cocesión el Poder Legislativo renuncia a uno de sus deberes constitucionales, controlar la administración de los fondos públicos.

Durante todo su mandato ha crecido la economía a un ritmo del 9 % anual, gracias a los precios record de los cereales y la soja en el mercado mundial y a la gran demanda de alimentos de China e India. Al sostener subvaluado artificialmente al peso argentino ha encarecido las importaciones, favoreciendo la producción nacional y la generación de empleos. También ha crecido sustancialmente el número de visitantes al convertirse Argentina en un destino turístico barato, salvo para los argentinos.

Con el actual gobierno han retornado viejos fantasmas del pasado como la inflación, el control de precios, el dirigismo estatal en la economía, la reestatización de empresas de servicios e incluso la creación de nuevas empresas estatales. En fin ha sido una especie de salto al pasado, la resurrección del viejo paradigma autoproclamado como "capitalismo nacional con redistribución de ingresos" implementada de manera recurrente desde el primer gobierno de Juan Domingo Perón en 1945 hasta la actualidad, siempre con los mismos resultados: inflación, controles de precio, aislamiento internacional, retraso tecnológico, estatización de las empresas de servicios públicos y dirigismo económico estatal.

En suma: el Populismo está de vuelta también en Argentina con todos sus ingredientes: el clientelismo político, la discrecionalidad, el empresariado prebendario y el fortalecimiento de los sindicatos.

Hasta el momento no existe una oposición cohesionada capaz de derrotar a Kirchner en las próximas elecciones, los posibles candidatos continúan en la rencillas intestinas y carentes de planes para seducir al electorado. Seguramente Kirchner tendrá su segundo período presidencial. De persistir la actual desintegración política en la oposición no necesitará Kirchner de modificaciones constitucionales para permanecer en el poder él, su esposa o sus delfines políticos.

El presidente Kirchner ha mantenido una política exterior moderada. Por un lado mantiene estrechos lazos con Caracas, pero al mismo tiempo mantiene muy buenas relaciones con Estados Unidos y la Comunidad Económica Europea. Dos datos que no se pueden obviar: bajo su mandato la Argentina ha acusado formalmente a funcionarios Iraníes de primera línea de estar implicados en los atentados terroristas contra la embajada de Israel en Buenos Aires en 1992 y contra la mutual judía (AMIA), también en esta capital en 1994. Este hecho ha tensado la relaciones diplomáticas entre ambos países. El segundo dato significativo es la negativa del presidente Kirchner a visitar Cuba hasta tanto el régimen cubano permita la salida del país a la reconocida neurocirujana Hilda Molina a visitar a sus nietos nacidos en la Argentina.

Examinando la situación de nuestra América del Río Bravo hacia abajo encontramos un panorama político alarmante y desolador. La región, asolada por la corrupción política estructural que padecen nuestras repúblicas, muchas de ellas víctimas del fracaso de las políticas de apertura económica mal implementadas, se ha convertido en ambiente propicio para el triunfo de las recetas neopopulistas.

A ese panorama hay que sumarle la fatal coincidencia del aumento de los precios del crudo durante los mandatos presidenciales de Hugo Chávez, junto a sus intenciones totalitarias puestas al servicio de un plan maestro esbozado por Fidel Castro y el foro de Sao Paulo: convertir a toda la América Latina en una unión de países totalitarios.

Los pronósticos se vuelven bastante sombríos para toda la región.

Más aún, está a la vista que Chávez, único ungido por el moribundo dictador Castro, además de desatar una carrera armamentista se ha aliado con los regímenes más opresivos del planeta como Irán y Corea del Norte; países que ya poseen armas nucleares o están camino de ello. Ambos países se burlan de las condenas de los organismos internacionales e incluso amenazan con hacer desaparecer a otros estados, como es el caso de Irán respecto al Estado de Israel.

Si a la voluntad de poder del tiranuelo venezolano y los inmensos recursos que maneja discrecionalmente, le sumamos la ceguera y la desidia de la administración Bush desentendida de los destinos de la región dejando un vacío de poder en su patio trasero, la situación es preocupante. Aunque la América Latina tiene escasa relevancia en la generación de riquezas a nivel mundial, resulta insólito que la potencia militar más grande del mundo permita en sus propias narices una cadena de dictaduras antinortamericanas, dispuestas a prestar sus territorios como guaridas de terroristas, bases de espionaje de países rivales de los Estados Unidos como Rusia, China, Irán y corea del Norte. Toda el área y especialmente Venezuela puede convertirse en un futuro no muy lejano en plataforma de emplazamiento de armas nucleares, que amenacen directamente a los Estados Unidos. Esperemos que el gran país del Norte deje de ser la superpotencia vergonzante que es y asuma el rol y la responsabilidad que le corresponde al menos por preservar su seguridad nacional.

Ya nuestros pueblos están sufriendo las consecuencias de esta nueva coyuntura política con pérdida de libertades individuales, aumento de la desigualdad y la miseria y ausencia de futuro. Es un dato inequívoco del nivel de opresión que le espera a estos países que las primeras gestiones de estos gobiernos sea convocar a una asamblea constituyente que redacte una nueva constitución para sustituir al sistema republicano vigente desde la fundación de las Repúblicas con el fin de oficializar las tiranías personalistas que intentan fundar. La epidemia de reformas constitucionales al servicio de gobiernos neopopulistas y autoritarios está destruyendo el sistema republicano y la democracia que en América latina tanto costó implementar. Esta situación constituye la principal amenaza a la paz, la democracia, la libertad y el progreso en nuestra región.

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