jueves, febrero 01, 2007

UN SEMESTRE SIN FIDEL CASTRO EN EL PODER

Un semestre sin Fidel en el poder

Por Pablo Alfonso

Podría ser como todo un semestre de clases con el profesor titular ausente. El que lo ha sido desde siempre. También como ese jefe omnipresente y sabichoso que piensa y decide por todos los demás que se convierten en simples ejecutores. Hoy miércoles 31 de enero se cumplen seis meses con el dictador Fidel Castro ausente del poder. Todo un acontecimiento para quien lo ejerció de manera absoluta durante casi medio siglo!

Su estado de salud, que hizo crisis el 31 de julio del 2006 –cuatro días después de una seria operación gastrointestinal-, todavía es oficialmente “un secreto de Estado”. Su imagen y su voz desaparecieron de la luz pública el pasado 28 de octubre. Desde entonces sólo “se comunica” por medio de mensajes escritos. Cartas cuya auténtica rúbrica es puesta en duda por grafólogos expertos.
El círculo interno de sus servidores en el poder asegura que “se recupera satisfactoriamente”. Algunos aseguran que “retornará al poder”…”tan pronto como supere la fase postoperatoria”.

La revista estadounidense Times asegura que padece “un cáncer terminal”. Un especialista español que lo visitó el pasado mes de diciembre afirma que su enfermedad “no es maligna” a pesar de graves complicaciones. El diario madrileño El País reveló hace algunas semanas detalles de su enfermedad, de la cirugía y aseguró que se encuentra muy grave.

Según las más recientes declaraciones del pintoresco presidente venezolano, Hugo Chávez, su amigo ya salta de la cama y “está casi trotando” todos los días… Como era de esperar los medios cubanos de prensa tienen la boca cerrada. Todo lo contrario de lo que piensan y dicen la gente del pueblo que se pierden en rumores, expectativas y especulaciones de todo tipo, alimentadas por el silencio oficial.

Ese es el cuadro general del semestre en lo que al dictador se refiere. Entretanto, en Cuba, como dice la canción “la vida sigue igual”. ¿Qué tan igual? Para la mayoría la sucesión de poderes ya está en marcha, aunque esos poderes hayan sido transferidos al general Raúl Castro, de manera provisional. Los optimistas de uno y otro bando, que son los menos, piensan que no hay sucesión sino “continuidad” y también “transición”.

Raúl Castro no ha hecho mucho durante ese semestre de mandato provisional. Nada de que extrañarse. Su jefatura es provisional y el hombre-símbolo a cuya sombra vivió toda su vida, está todavía con vida. Sin dudas le merece respeto y quizás también, ¿por qué no? le tiene temor. Dentro de esas limitaciones, el general Castro ha esbozado algunas líneas definidas de lo que sería su estilo de gobierno, si llegara a materializarse de manera formal.

En dos oportunidades hizo ofrecimientos públicos a Estados Unidos para sentarse en torno a una mesa de negociaciones. ¿Lo ha hecho también de manera privada?

Durante la última reunión de la Asamblea Nacional del Poder Popular, celebrada en diciembre, les advirtió a los ministros y jefes de empresas estatales a terminar con las justificaciones y resolver de manera definitiva tres de los problemas más acuciantes para la población: la alimentación, el transporte y la vivienda.
¡Casi nada! Una tarea difícil de solucionar y a la que el llamado “modelo cubano de socialismo” no le ha encontrado respuesta en medio siglo de ineficiencia. El general Raúl Castro dijo que era partidario de las críticas abiertas y exhortó a los estudiantes cubanos a ejercer sin temores ese derecho.

Más allá de esas “líneas de gobierno” el resto se mantiene igual. Raúl Castro es todavía una incógnita para los analistas de la situación cubana. En cierta manera, también lo es para los cubanos, aunque algunos confían en que se ocupará mucho más de la situación interna del país “del problema de los frijoles”, que de embarcarse en aventuras internacionales para promover el “socialismo del siglo XXI” que alienta Chávez.

Acostumbrado a ejercer el mando militar es probable que la práctica de la disciplina se convierta en un estilo de trabajo de “línea dura” para tratar de poner orden en una sociedad demasiada acostumbrada al “dejar hacer, dejar pasar” y a una economía desordenada.

Habría que añadir en justicia, que el general Castro no es adicto a la radio y televisión, por lo que apenas aparece en ellos. Con la ausencia mediática del dictador Castro, los cubanos han descansado de sus interminables peroratas. Algo que se agradece, sin duda alguna.

Fonte: Identificada en el texto
http://www.cubalibredigital.com