domingo, abril 29, 2007

EL MILAGRO DE LA IGLESIA CUBANA

Nota del Blogguista

Cueto, la misión de la Iglesia no es criticar al gobierno: su misión es la construcción del Reino de Dios en la Tierra. Lo que sucede es que para la construcción del Reino de Dios en Cuba y debido a las leyes y ¨ordenamientos ¨impuestos por ese régimen al pueblo cubano, la Iglesia cubana necesariamente tiene que ¨criticar ¨al régimen de la Isla ya que estas leyes y ¨ordenamientos ¨ se oponen a la construcción del Reino de Dios. Uno de esos milagros y Vitrales de la Iglesia mediante los cuales habias visto algunos de esos resplandecimientos ha sido destruido por una pedrada gubernamental lanzada por la mano de un jerarca de la Iglesia.
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El milagro de la Iglesia cubana

Por Emilio Cueto

Aunque esta breve carta no puede hacer justicia a la compleja realidad de la Iglesia Católica cubana en las últimas cuatro décadas, los artículos de Andrés Reynaldo [La Iglesia de Fidel, 12 de abril], Eduardo Barrios sj [Sobre la Iglesia en Cuba, 16 de abril] y Nicolás Pérez [La noche triste de la Iglesia cubana, 18 de abril] me han alentado a compartir algunas reflexiones.

( Emilio Cueto, al centro, al lado de este blogguista y de Monseñor José Siro, con parte del colectivo de la revista Vitral, en el año 2002 en la Biblioteca Diocesana de Pinar del Río )

Creo que ''la noche triste'' la ha sufrido Cuba entera. Por muchos motivos (leyes y prácticas restrictivas de las libertades civiles; cultura política que asimila la oposición a la traición; ausencia de una prensa y un sistema judicial independientes; hostigamiento y condenas severísimas a los contestatarios; poca esperanza en la efectividad de las protestas; el exilio como alternativa) los cubanos dentro de la Isla, con valiosas excepciones, aprendieron pronto a callar sus quejas. Darwin lo hubiera entendido perfectamente.

Es en medio de ese contexto --y no otro-- que opera la Iglesia dentro de Cuba. Y, si a las limitaciones del marco legal y social y al oneroso legado de varias décadas de ateísmo oficial le añadimos la necesidad de pedir permisos para reparar templos y visas para curas y monjas (que no siempre llegan), así como el constante éxodo de laicos y sacerdotes (no todos fuimos ``expulsados contra nuestra voluntad''), ¿con qué recursos humanos, físicos y financieros cuenta realmente la Iglesia a la hora de exponer y defender sus puntos de vista? Lo que debería asombrarnos es que esa pobre, débil, sobrecargada y vigilada Iglesia está aún ahí. Y, sí, ha cometido errores (ella misma los confiesa en los documentos de la ENEC). Y sí, no siempre ha resonado su voz. Pero, ¡sin embargo, se mueve! Haberse mantenido independiente dentro de esa Cuba es ya una proeza. Crecer y ganar modestos espacios después del desastre de los años 60, un milagro.

Pero además, como bien apunta el padre Barrios, la Iglesia tiene la misión de ocuparse de una amplia gama de actividades religiosas y pastorales y su función primordial no es la de criticar al gobierno. Recordemos que aquí en Estados Unidos, la Conferencia Episcopal Católica no encontró justa, en noviembre del 2002, la guerra de Irak; pero, que yo sepa, los sermones desde los púlpitos no nos reiteran esto semanalmente. Y, ciertamente, no es por falta de libertad de expresión, medios de comunicación o recursos.

Criticada desde dentro porque hace más de lo que las autoridades quisieran y criticada desde fuera por hacer menos de lo que muchos desearíamos, la Iglesia --presionada e incomprendida-- camina en su cuerda floja. Y, tratando de avanzar sin caerse, sigue alimentando viejitos. Y cuidando enfermos. Y enseñando la Palabra. Y denunciando la injusticia. Y sembrando esperanza. Contra viento y marea. Héroes y heroínas animan la vida diaria de la Iglesia en Cuba. Ante estos compatriotas me quito el sombrero.

En la larga Noche Triste de Cuba no siempre han resplandecido las luces. Pero muchas de las que sí he visto me han llegado a través del Vitral de la Iglesia.

Emilio Cueto

Washington D.C.