viernes, mayo 11, 2007

EL GABO DE FIDEL

EL GABO DE FIDEL

Por José Rivero García
Editor
Carta de Cuba
Puerto Rico
Colaboración
La Nueva Cuba
Marzo 9, 2007
En Cartagena de Indias volví a encontrarme con El Gabo. Lo esperábamos en un homenaje al periódico El Expectador, pero no fue. Dicen que estaba cansado de un viaje que hizo a La Habana para conversar con Fidel. El siempre ha sido El Gabo de Fidel. Ahora los dos tienen ochenta años y los dos han superado crisis , al parecer, de enfermedades incurables. El Gabo el cáncer. Fidel los intestinos.

Desde que conocí al Gabo en 1977 en La Habana, su adiccción por Fidel siempre fue pública y sumisa. El Gabo nunca concedió entrevistas a los periodistas cubanos, a pesar de que la mayoría del tiempo se la pasaba en La Habana. Pero milagrosamente, una mañana de abril, su esposa llamó a la redacción de la revista El Caimán Barbudo y dijo las palabras exáctas: “Los espera en EL Hotel Nacional mañana a las nueve de la mañana”. Así fue.

Llegó con una camisa de cuadros, un pantalón de hilo y mostraba un rostro acabado de levantar, siempre rematado por un bigote bien pronunciado, a lo mexicano. No dejaba de fumar. “¿ De qué vamos a hablar?”, fue lo primero que dijo y se sentó en un balance de mimbre blanco que adornaban los jardines del hotel caribeño. Lo segundo que dijo nos inmovilizó: “Nada de grabadoras… el buen periodista no necesita grabadora , es mejor conversar y después ustedes escriben lo que quieran”. Y apagamos una vieja grabadora Toshiba, la única que teníamos en la revista. Y hablamos de Cien Años de Soledad , de su identificación con los personajes pero, sobre todo, sacó a la palestra un tema inesperado: “lo real maravilloso de la mujer cubana para inventar platos con los pocos alimentos que existían en el Mercado. “Estoy preparando un libro sobre el tema”, confesó El Gabo.

Años mas tarde, me lo encontré firmando libros en la calle Obispo y le pregunté sobre el libro de comidas : “Mira, ahí está, pero no saldrá nunca, yo no escribo nada que perjudique a Fidel”. Era El Gabo de Fidel.

En los años ochenta coincidimos varias veces en las sesiones del parlamento castrista. En una ocasión ,en la cafetería del Palacio de las Convenciones, mientras nos tomábamos un café cubano, le pregunté: “¿ cuál es el libro que te gustaria tener tiempo de escribir”?. Sin tapujos me contestó” “Mira Coreano - nunca supe porqué me decía Coreano -, me encantaría novelar la vida de Fidel. Fidel es un hombre alejado de cualquier dimensión humana. Pero no sé si lo logre. En vida de Fidel el libro no saldrá. Así que no sé si me alcanzará el tiempo”.

A veces he pensado que espera la muerte de Fidel para poder narrar con libertad la imagen que el dictador le ha transmitido. En Cartagena de Indias, me acerqué al Gabo mientras compartía un almuerzo con periodistas que asistían a una reunión de la Sociedad Interamericana de Prensa. Le extendí la mano y me saludó sin sonreir. No pude dejar de preguntarle : ¿cómo va el libro de Fidel... ”ahí, esperando, esperando…”. Y me ignoró olímpicamente. Al fin y al cabo, él es El Gabo de Fidel.