UN CURIOSO CONCEPTO DE IGUADAD
Por Alejandro Gómez
El Nuevo Herald
Cuba condicionó el viernes su diálogo con la Unión Europea al levantamiento de las sanciones diplomáticas, suspendidas desde el 2005. Un comunicado de la cancillería, a cargo del intelectual de izquierda Felipe Pérez Roque, dice que ''es a Europa a quien lo toca rectificar'' y agrega que ``sólo será posible el diálogo entre soberanos e iguales''.
Alguien debería dar a los líderes cubanos algunas lecciones de economía y política. Porque no se entiende bien qué es la igualdad entre un país destruido, donde la gente sobrevive, y mal, con una libreta de racionamiento, y uno de los bloques más poderosos del mundo, como es la Unión Europea.
¿En qué son iguales un sistema basado en la represión y el presidio, donde el único atisbo de libertad está en el estrecho de la Florida, y países pluralistas, democráticos, sin persecuciones políticas?
Por muchas y muy buenas que sean las inversiones europeas en Cuba, no son tan significativas como para tirar por la borda los valores que a Occidente le costaron siglos de sangre y lucha.
Lo importante en esto no es la cerril posición cubana, mantenida durante casi medio siglo a costa del hambre de la mayoría y el lujo de una minoría exigua. El análisis debe ser dirigido a la Unión Europea, que escucha sin inmutarse afirmar que ``tiene una posición de persistente y humillante subordinación a los Estados Unidos''.
De renuncia en renuncia Europa asimila la impotencia. No puede aportar soluciones a la hoguera del Irak y el Medio Oriente, no incide en las ya crónicas matanzas que se producen en Africa, no sabe cómo enfrentar la inmigración que golpea a sus puertas.
No es esta, obviamente, la Europa unida que pensaron Adenauer y De Gaulle, dos grandes que veían los problemas en la lejanía.
Lo que sucede en Cuba es tan escandaloso y criminal que ya no necesita ni veedores, sobran los testimonios que llegan de la isla cotidianamente. Si alguien quiere mirar hacia otro lado para seguir haciendo negocios miserables, no en lo económico sino porque están basados en la miseria de la mayoría, es cosa suya.
El silencio sobre Cuba y la soledad de los cubanos quedará como una de las grandes ignominias de nuestro tiempo. Europa, América Latina, la jerarquía católica entre otros elementos importantes han elegido el silencio y la complacencia por motivos inexplicables.
El gurú de La Habana y el teniente coronel bolivariano y primer socialista del siglo XXI continúan lanzando insultos y amenazas a diestra y siniestra, cortando libertades y persiguiendo opositores, mientras disfrutan del silencio generalizado y el flujo de dólares del malvado imperio que siguen comprando petróleo en Venezuela.
Ya no hay antiamericanismo que justifique estas actitudes, tan parecidas a aquellas que pretendían no provocar la ira de Hitler y que terminaron como todos sabemos.
La Unión Europea tiene el suficiente poder y conocimiento acumulado para jugar un papel en el mundo. Es urgente que lo haga, por ella misma y por los demás.
agomez@elnuevoherald.com
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