LA MARCHA INCOMODA
La marcha incómoda
Por Idolina Arias
Los imperativos de una realidad que está a la vuelta de cualquier esquina me llevan a abordar un tema que ha levantado entre los cubanos eternos enfrentamientos verbales, ácidos artículos periodísticos, desagradables diálogos televisivos con ecos de voces heridas por ser y por no ser, en ambas costas de la nación cubana.
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Se trata de los que han querido ser ignorantes, de los que han querido hacer como el avestruz por no complicarse la vida con historias de dolor y por conveniencia; de los que se han olvidado y ahora sostienen un discurso que quienes conocen la verdad de Cuba no se pueden tragar. De los que se han sumado al juego de repetir aquí casi lo mismo que dicen los testaferros allá.
No se puede borrar de un tirón la historia bella que han protagonizado y protagonizan muchos cubanos en ambas orillas. No se trata de gastarnos en diálogos donde unos desde una trinchera defienden con argumentos increíbles esa parte donde el ser humano sufrió en cuerpo y alma de todo, de cuántas lágrimas derramó porque fue humillado y ofendido, y deje claro que no perdona porque lo que se impone es justicia; y desde la otra trinchera otros con menos canas y experiencias vividas defiendan leyes de ajuste, suspensión de embargos, viajes y envíos a la isla, sin haber recibido nunca una exclusión, una patada en el
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No se trata de incomunicarnos. Ni de atrincherarnos cuando la patria sufre. Ese siempre ha sido el plato fuerte que ha sazonado la tiranía y se deleita cuando ve en La Habana los canales de habla hispana del sur de la Florida y en ellos enfrentados en discusión cubanos contra cubanos sin acabar de descubrir que a lo que más le ha temido siempre Fidel Castro es al diálogo nacional entre cubanos; a la consonancia de voces a favor de la democracia y la libertad en Cuba, a la reconciliación, a la búsqueda de la justicia. Ellos en la cúpula lo saben bien, le tienen miedo y maquinan a toda hora para que lejos de converger los cubanos en una idea común sigamos gastándonos en yo sí hice, tú no hiciste, yo sí perdí, tu no perdiste, yo estoy muy joven y puedo arrollar, ya tú eres un viejo que sólo sabes gritar.
Se trata de que los que hayan podido razonar con prontitud, los que se hayan educado un poco más, los que tengan el horizonte cultural más abierto, en fin, aquellos que por una vía u otra puedan tener acceso a la expresión pública del pensamiento y la razón sean ahora quienes más ayuden en este proceso de diálogo entre cubanos para iniciar esta marcha sin herirnos, ni ofendernos deliberadamente.
Y la marcha es incómoda, pero habrá que llevarla como mismo la han llevado otras naciones a lo largo de la historia de la humanidad. Sólo falta que nos inunde la inteligencia para emprender programas de apoyo, el deseo de conversar, persuadir, contarles las verdades a los que hablan irracionalmente, educarlos, convencerlos. Ahora el problema no es acusarnos o distanciarnos, no es de lavar la ''ropita sucia'' y enarbolar los egos. Ahora el problema es que desde diferentes asociaciones dentro y fuera de Cuba, desde cualquier calle donde viva un cubano en el mundo entero empecemos esta marcha incómoda pero necesaria para la nación.
Escritora y maestra cubana
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