viernes, agosto 10, 2007

DUEÑO Y SEÑOR DE LA ISLA Y SUS SÚBDITOS

Tomado de Misceláneas de Cuba.net

DUEÑO Y SEÑOR DE LA ISLA Y SUS SÚBDITOS
2007-08-10.

Por Asdrubal Caner-Camejo

El Décano de los Dictadores del planeta, convertido en Escribano de Cámara de la crónica roja nacional e internacional, desde su Plan Payama, ha formado tremendo revuelo por el incumplimiento de la Oficina de Intereses de EE.UU. de las 20,000 visas anuales y, por el intento de escape de dos boxeadores cubanos, de los Juegos Panamericanos en Río de Janeiro. Amenaza incluso con no enviar delegación al Mundial de Boxeo en Estados Unidos, previos a la Olimpiada de Pekín.

Como dueño de la vida y hacienda de cada habitante de la isla, la ha emprendido contra dos jóvenes boxeadores, a quienes les ha destrozado su vida para siempre. Como Luis XIV, compra a sus más talentosos súbditos, les ofrece grandes residencias, teléfonos, autos, dólares y otros privilegios, que les arrebata cuando desertan de su feudo. Bota a las familias y las somete a todo tipo de ofensas y humillaciones y les convierte su vida en un verdadero torbellino de sufrimientos.

La protesta de los parlamentarios y abogados de Brasil y de otras voces internacionales, le aguantaron su mano asesina, para no fusilar a esos dos jóvenes negros, como les pasó a los que intentaron secuestrar un barco hace unos años, cuyas madres conocieron del fusilamiento, por la TV cubana.

Por otra parte, su siervo megafónico en la Sección de Intereses de Cuba en Washington, Dagoberto Rodríguez, ha “rechazado categóricamente” –una vieja frase cliché de la atorrante dictadura– las declaraciones de la SINA sobre las restricciones del desgobierno cubano, a la salida de los súbditos -¡tremenda suerte!- para irse del país que les vio nacer.

Hay que ser cínico y desvergonzado para protestar por el incumplimiento de la salida de los ciudadanos cubanos hacia Estados Unidos y por el intento de dos jovenes de tener una vida llena de la esperanza y el esplendor, que no tienen en su propia tierra.

El problema de fondo, al que no quiere aludir el jurásico dictador, es la vida de perro que lleva cada cubano. Sin futuro, sin sueños, sin esperanzas, los jóvenes cubanos, ingenieros, médicos, economistas, artistas, deportistas, etc., quieren volar de ese angustioso y represivo Alcatraz del Caribe.

Son miles cada año, que tratan de buscar una vida mejor fuera de su país y de sus familias. Han aprendido que el castrismo es una berborrea infinita sobre el “brillante futuro”. Un martillo gigante que ha demolido a la otrora “Perla del Caribe” y ha derrumbado sus libertades y derechos civiles y políticos.

A Guillermo Rigondeux y Erislandy Lara, les espera una vida peor que la de los haitianos. Estarán sin ver el sol y bajo vigilancia segurosa, por mucho tiempo. Como el arcaico dictadorzuelo sabe que ya nadie cree en sus largas burundangas discursivas, ahora amenaza con aplastar los sueños olímpicos de decenas de jóvenes pugilistas, que se han estado preparando por años.

Con ello, demostrará una vez más, el rotundo fracaso de su sistema, la falta de real apoyo de los jóvenes cubanos, de esos mismos que juraron “ser como el Che” y ser “Hombres Nuevos”. Demostrará que su poder se mantiene por una furiosa violencia institucionalizada, a la cual somete a cada ciudadano, sumidos en el miedo cada día.

Fracaso económico, político, ideológico, social, moral, material, es lo que el castrismo ha cosechado durante medio siglo de terror y represión. Sin embargo, fracaso tras fracaso, no han enseñado nada al arrogante y veleidoso dictador, sino arraigarlo más en su apocalíptica visión de su país. O él triunfa o se hunde la isla en el mar. Para triunfar necesita otros cincuenta años –tiempo que él no tiene- y armas, terror, represión y violencia para mantener a los súbditos en sus sitios, sin chistar ni levantar la voz.

Tendrá que ser su designado monárquico, quien emprenda esa misión imposible. Y tampoco le queda mucho tiempo. Pero, por muy afiladas que sean las bayonetas, nadie puede estar sentado sobre ellas, por mucho tiempo. Y ya son cincuenta años. Un día–quizá más cercano de lo que se cree– ese volcán hará erupción. Y no quedará chivo con cabeza.

El dilema que presenta ese rotundo fracaso para la arrogancia de F. Castro es muy triste: él quería, cuando era estudiante, tener una línea en la Historia de Cuba. El fracaso lo ha llevado a no tener, no una línea en la Historia, sino ni una palabra en su epitafio. Ni cruz ni epitafio. Un simple montón de tierra, sin hierba ni flores, sobre las excrecencias de su osamenta, calcinada por el odio de todos los cubanos. Amen.

Asdrúbal Caner Camejo, Representante del PSC en Canadá.