lunes, agosto 06, 2007

PIRATAS EN LA HABANA

PIRATAS EN LA HABANA


Por Oscar Espinosa Chepe
Economista y Periodista Independiente


La Habana, Agosto 6 de 2007. Nadie piense que el litoral cubano ha sido invadido por seguidores de Jacques de Sores, Henry Morgan y El Olonés. Se trata de piratas pacíficos. Personas que sin permiso, esencialmente debido a políticas oficiales absurdas, se arriesgan a prestar diversos servicios, entre ellos transportar a ciudadanos por variados trayectos de la capital y del país.

Si son atrapados in fraganti, pueden ser multados hasta en 1 500 pesos, y en caso de ser reincidentes pueden perder sus vehículos, muchas veces vendidos por el Estado como premio a anteriores méritos políticos, laborales o militares. Corren esos riesgos, porque el actual salario medio mensual no alcanza para vivir (330 pesos en el 2005, equivalentes 16.50 US dólares), y mucho menos para mantener un automóvil, sin tener familias generosas en el exterior. En peores condiciones se encuentran los pensionados con ingresos, por lo regular, inferiores.

Muchas de los transportistas desearían poseer licencias para trabajar legalmente, pero desde hace años, el gobierno casi no concede autorizaciones. Sólo una parte de los choferes, los llamados “boteros”, tienen la anuencia oficial, mediante el pago mensual de 450 ó 650 pesos cubanos, según la dimensión del vehículo, a lo que se suma un pago adicional en función del ingreso bruto total al concluir el año.

Ese servicio ha ayudado a mantener funcionando la transportación de pasajeros ante la carencia de ómnibus urbanos. Por eso sorprende que a comienzos de Julio la televisión cubana hiciera reportajes dedicados a la transportación en La Habana, donde se realizaron fuertes críticas a los precios de esos transportistas, sin tener en consideración los problemas ocasionados por el Estado.

Ciertamente los precios por persona se han incrementado notablemente. Un viaje desde el Municipio de La Lisa hasta el centro de La Habana puede costar hasta 30 pesos por persona, con un precio mínimo de 10 pesos para el menor tramo. Esto resulta sumamente caro para los trabajadores, cuyos ingresos, como fuera señalado, son muy bajos, pero sin otro remedio que aceptarlos por la casi inexistencia de transporte público.

En el reportaje se soslayó que hoy un litro de Diesel cuesta el equivalente a 0.94 US dólar al cambio, o 18.80 pesos cubanos, y la gasolina de menor octanaje 0.81 US dólar o 16.20 pesos. La inmensa mayoría de los carros dedicados a estos menesteres son sumamente antiguos; no pocos de los años 1940, en ocasiones con elementos de vehículos del bloque “socialista”. También se encuentra un porcentaje de carros Lada y Moskovich de la era soviética, por lo regular todos altos consumidores de combustible.

A esto se añade que los insumos y piezas de recambio se venden a precios exorbitantes en las tiendas estatales en divisas; un neumático puede valer el equivalente de 2000 pesos cubanos, un acumulador 1625 pesos, un juego de bujías 185 pesos, un carburador 3625 pesos y un juego de pastillas de freno 273 pesos.

La mano de obra para realizar un engrase es de 25 pesos, un cambio de filtro -sin la pieza- 25 pesos, un fregado por arriba, debajo y del motor del auto 85 pesos. Con ciertos riesgos pueden conseguirse algunas rebajas en el “mercado negro”, pero sin garantías y si faltan en el mercado algunos aditamentos o piezas, hecho frecuente, las respectivas cotizaciones suelen ser superiores a las oficiales.

A este complicado escenario hay que agregar el terrible estado de las vías por una continuada carencia de reparaciones y mantenimiento, lo cual contribuye al desajuste del escaso transporte y de lamentables accidentes, además de superiores consumos de combustibles y elementos de recambio.

En las ciudades del interior estas dificultades también están presentes, pero como prácticamente ya no hay transporte público automotor, y las disponibilidades de autos privados son inferiores, las preocupaciones son relativamente menores. Las soluciones en esos lugares han sido encontradas a través del desplazamiento de las personas a pie o por carretas con tracción animal, métodos poco utilizables en la capital por su enorme extensión, los 2.2 millones de residentes oficiales y una población flotante posiblemente superior a la residente; una urbe que para resolver adecuadamente los requerimientos de transporte debería contar con un metro, inversión nunca realizada.

Paradójicamente, en los reportajes sólo se señalan los altos precios cobrados por los transportistas privados, dejándose de mencionar el enorme incremento de precios del servicio interprovincial estatal hecho a mediados del 2006. Un viaje de La Habana a Santiago de Cuba, de una tarifa anterior con un máximo de 51.00 pesos ahora cuesta 169.00 pesos, o sea, 3.3 veces. Cuando algún ciudadano desea un viaje por ómnibus en el trayecto indicado, algo
más placentero, deberá sufragarlo en divisas a la empresa estatal VIAZUL 51.00 pesos convertibles, equivalentes a 1275.00 pesos, casi 4 veces el salario promedio mensual de un trabajador cubano.

La solución a la problemática de la transportación en modo alguno es fácil. Requiere de multimillonarias inversiones, no sólo de vehículos, sino también en infraestructura, que están en estado ruinoso por muchos años de continuada descapitalización. A todo esto debe agregarse la creación de un sistema de talleres y otras obras inducidas indispensables para el normal funcionamiento del sistema; sin olvidar la creación de mecanismos idóneos de gestión empresarial y en especial de los recursos humanos. Un programa casi imposible de materializar con las depauperadas finanzas y el infuncional modelo económico- social vigente.

Sin embargo, los limitados recursos disponibles podrían ser empleados con superior racionalidad, tanto los estatales como los privados, para paliar algo la acuciante crisis del transporte. En la capital se observan ómnibus asignados a empresas y otras entidades públicas circular vacíos o con espacios sin utilizar, fenómeno tan notorio que en los propios reportajes televisivos fue señalado. Con medidas organizativas y estímulos a los conductores pudiera lograrse un mejor uso del referido transporte.

En lo referido a los medios privados, una ayuda sensible sería legalizar la situación de todas las personas interesadas en transportar pasajeros mediante la entrega de licencias, lo cual alentaría a muchos a realizar este trabajo con sus medios, a la vez que los piratas seguramente en su gran mayoría dejarían la riesgosa actividad “ilegal”.

Con esta medida existe el peligro de que muchos especialistas propietarios de autos, consideren el trabajo de chofer más lucrativo en comparación con su labor profesional y abandonen los puestos de trabajo. Ello podría originar importantes perjuicios dadas las incomprensibles incoherencias presentes en la trastrocada sociedad cubana, donde los ingresos de los especialistas son mayoritariamente ridículos.

Este valladar podría ser en algún grado superado con el otorgamiento a estos especialistas de licencias parciales para trabajar como taxistas en horarios extra laborales y días de asueto; aunque la verdadera solución estaría en una sociedad normal donde profesionales y científicos sean retribuidos adecuadamente con ingresos que les permita a ellos y sus familias tener una vida decente y digna, centrada en desarrollar sus potencialidades técnicas en beneficio propio y de la nación.