sábado, agosto 04, 2007

LA SOLEDAD DE SOLEDAD CRUZ

LA SOLEDAD DE SOLEDAD CRUZ


Por Iliana Curra Luzón

Apenas la recordaba, pero acabo de leer su columna, “El revolucionario riesgo de la verdad”, donde reconoce: “sucede que en el periódico, al que estoy vinculada desde el año 70 no puedo hacerla pública porque entre las taras estalinistas de las cuales no ha podido librarse el socialismo cubano está el mantenimiento de un periodismo al margen de la dinámica de la vida”. Y aquí resume la total carencia de libertad de expresión en un sistema que siempre ha defendido por ser una acérrima comunista pero que, al parecer, está entendiendo que será imposible mantener a fuerza de la misma represión de siempre.

Soledad Cruz ya no es embajadora ante la UNESCO, tampoco es la estrella que pudo ser en un tiempo donde, por cierto, todo estaba igual… o parecido, y no exigió cambios. Quizás alguna que otra pequeña polémica para llamar la atención, pero firme en sus posiciones castro-comunistas de siempre, incluyendo sus íntimas relaciones con ciertos personajes siniestros del régimen que la ayudaron a elevarse por encima de la media.

Ahora Soledad está sola. Se hunde en su propio nombre. O quizás está tendiendo una de sus trampas castristas para aparentar una dinámica típica de los que razonan. Pudiera ser también que se ha dado cuenta que el sistema no da más y el barco llamado revolución naufraga en profundas aguas. No sé, únicamente ella lo sabe.

Soledad Cruz habla de “problemas internos”, de “niveles de inconformidad” y que “la mayoría de la población quiere salvar la revolución”. Hace un análisis a lo comunista, sin salirse de la raya que pudiera llevarla al paredón moral de los que se atreven a opinar libremente. Y para eso se escuda diciendo que “la mayoría inteligente sabe que no puede esperar nada mejor del capitalismo y mucho menos de los Estados Unidos”, y para reafirmar su fundamentalismo dice “o de los atorrantes de Miami”, sin tener en cuenta, incluso, que algunos de esos atorrantes la han tomado como alguien digna y capaz de pedir cambios en un sistema que los hace iguales, aunque ellos estén de este lado, pues desde aquí utilizan la libertad de este país para defender la tiranía y realizar sutiles campañas de descrédito contra la nación que le abrió las puertas. Son lobos de la misma camada.

También ahora Soledad habla de permisos de salida, compras de cartas de invitación para viajar al extranjero y del regreso obligado a los once meses, como métodos de presión a los cubanos, mientras justifica esos mismos métodos contra los “burgueses” y los “contrarrevolucionarios” para entrar en el tema que algunos voceros del régimen castrista han tomado como bandera para exigir en los Estados Unidos lo que en Cuba no fueron capaces. Y es cuando llega al tema de “las nuevas generaciones” y de los “emigrantes económicos”, quienes salen a “buscar algún dinero” y luego regresan a Cuba “a gastarlo con su familia”, negocio redondo para una tiranía que no permite la libre empresa a los cubanos, pero sí que vengan al “imperio” a buscar el dinero “maldito” llamado dólar.

¿Acaso a Soledad no le han permitido viajar últimamente por alguna vaga sospecha de sus camaradas? ¿Quizás todo esto sea por resentimientos personales?

Pero Soledad sigue hablando de leyes irracionales en Cuba, de propiedades compradas que tienen que volver a pagarse si los dueños se quedaron, que así mismo pasa con los autos, de que nada es verdaderamente tuyo, y de todo el caos que se llama comunismo, pero que ella solamente ve la parte que le interesa y que puede darse el lujo de escribir en un panfleto de manera casi clandestina, obviando los verdaderos horrores de ese sistema, como fueron los fusilamientos masivos, los encarcelamientos a cientos de miles de cubanos, los crímenes en alta mar, el adoctrinamiento en las escuelas, y el apartheid contra los nativos que existe en la isla. Pero claro, el asunto es que Soledad es parte de ese aparato demoledor que ella llama “socialismo”, pero que su nombre exacto es: tiranía.

El aparente resentimiento contra el no poder “llevar en el auto a extranjeros”, así como recibir “una multa de 1,500 pesos” por hacerlo, ni que “se pueden hospedar a los amigos que nacieron en otros lares en la casa”, me da la impresión de que sus amiguitos extranjeros, los cuales conoció en su etapa de embajadora en Europa, ahora son víctimas del mismo sistema que siempre ha defendido, y para eso recalca: “no todos los ciudadanos son iguales, ni todos hacen negocios turbios y es muy lamentable que quien te brinda hospitalidad en su país no pueda ser reciprocado”. Está claro que le pisaron el callo. No hay mucho que comentar al respecto.

Y pasa a un punto crítico cuando dice que: “la lucha contra la prostitución está llevando a frustrar las relaciones verdaderas entre nacionales y extranjeros”. Como en cualquier parte del mundo, aquí se enamoran las gentes de cualquier parte y se hacen amigos también”. Pero no reconoce la galopante prostitución, ahora conocida como “jineterismo”, en un sistema que se implantó para acabarla supuestamente, para barrer con los barrios de prostitutas, mientras que ahora están dispersas por toda la isla, muchas de ellas tratando de escapar del paraíso que tanto ha defendido esta periodista.

En fin, Soledad toca varios puntos neurálgicos de la destruida sociedad cubana, pero sin llegar al fondo del por qué, siempre dejando muy clara su posición “revolucionaria” para que no le cueste un viajecito a Villa Marista y luego otro a una prisión conocida como “Manto Negro”, donde pudiera ver desde cerca la realidad de una Cuba que ella desconoce, porque siempre ha vivido en las alturas de la tiranía y al margen de la verdad.

Sus comparaciones con los antiguos países socialistas de Europa del Este y sus economías caducas, así como su eterna culpa a Estados Unidos y “los desnaturalizados de Miami” la llevan siempre al callejón sin salida de aquellos que dicen criticar, pero no critican. Pasa un paño húmedo a un suelo enfangado y sucio intentando limpiarlo, pero ese suelo habría que levantarlo para poner losas nuevas.

Hoy Soledad parece que está sola, o intenta engañar a una opinión pública que lee con curiosidad un escrito lleno de doble moral y sutilezas porque, a estas alturas de la vida, a nadie engaña. Debiera ensayar de nuevo y, pedirle a los voceros de su régimen en Miami que, por favor, no la ayuden utilizándola como alguien capaz de entender que hay que hacer cambios, siempre dentro del sistema, pero cambios al fin. Eso la daña mucho y alerta a quienes pudieran engañarse creyendo que dice la verdad.

Es preferible que siga siendo parte de ese estalinismo al que siempre ha pertenecido y no se haga la revolucionaria que busca cambios para evitar el derrumbe. A fin de cuentas, la caída está en camino y ya no tiene tiempo para nada.
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El revolucionario riesgo de la verdad

No se sirve a la Revolución cubana ocultando su taras, defectos y problemas

Por Soledad Cruz

Mejor sirve a la patria quien le dice la verdad. Esa es una de las máximas martianas a las que me aferro, aunque me ha costado caro en mi larga militancia. No digo que tenga la verdad absoluta, que no existe, ni sea poseedora total de la verdad dialéctica que suele ser escurridiza, me refiero a la vocación de decir lo que veo, los hechos, que como dijo Lenin, son testarudos, a mi pequeña verdad individual nutrida de las otras verdades que día a día me trasmiten mis compatriotas. Pero sucede que en el periódico, al que estoy vinculada desde el año 70 no puedo hacerla pública porque entre las taras estalinistas de las cuales no ha podido librarse el socialismo cubano está el mantenimiento de un periodismo al margen de la dinámica de la vida, de los conflictos naturales de la convivencia social, de ese entramado complejo que es pretender una sociedad más justa, siendo un país pobre, bloqueado, frente a un mundo que después de finalizada la guerra fría involuciona, salvo en algunas zonas como América Latina, donde ha vuelto a levantarse la bandera de la esperanza, entre otras razones por la ejemplar resistencia de la Revolución Cubana.

Pero esta paradigmática revolución, a la que le debo lo mejor de mi misma, está amenazada y puede ser reversible, como ya alertó Fidel en su discurso de la Universidad de La Habana en el 2005, no sólo por la agresividad cierta del enemigo sino por los problemas internos que aunque él mismo los habló con el mejor espíritu revolucionario, no se debatieron en aquel momento, siguen gravitando en la vida nacional mientras el estudio de sus causas se prolonga y los métodos emergentes que se emplean para solucionarlos no demuestran una comprensión cabal de en que fase está la sociedad, ni del cambio de mentalidad imprescindible para que el proyecto se mantenga a largo plazo.


La lectura de un artículo firmado por Katerinjuk en Rebelión sobre la situación en las antiguas repúblicas socialistas del este y la propia Rusia me ha desatado los demonios de la angustia y la responsabilidad moral. Primero, porque visité algunos de esos países y desde los años 70 ya los niveles de inconformidad con el sistema eran tales que era previsible lo que sucedió después o al menos que, así, como era en aquellos lugares no podía ser el socialismo. Pero se guardaba silencio sin tener en cuenta que silenciar los problemas reales es la mejor forma de hacerlos mayores. Segundo, porque a pesar de las peculiaridades cubanas, encuentro, percibo, en nuestra sociedad disgustos similares y no únicamente por las carencias materiales que podrían ser comprendidas en el contexto internacional, sino por apelar a fórmulas simples para enfrentar mecanismos complejos de la sociedad y los individuos.


En Cuba la mayoría de la población quiere salvar la Revolución a toda costa. La mayoría inteligente sabe que no puede esperar nada mejor del capitalismo y mucho menos de los Estados Unidos o de los atorrantes de Miami. Agradecen y respetan el liderazgo de Fidel y toleran no pocas decisiones desacertadas por gratitud y sabiduría, pero como reza un dicho popular, hay que vivir y si para hacerlo no te alcanza el salario tienes que inventar lo que sea y de ese aspecto salen muchos de los males de la sociedad, pero también de que el estado benefactor insiste en resolverlo todo de una manera centralizada y no permite, ni propicia mecanismos alternativos para, según la iniciativa personal y la creatividad de cada cual la gente se gane su vida. Parece una derrota ante el capitalismo recurrir a esos métodos, olvidando que hay fenómenos de la economía que no son ideológicos, sólo que el capitalismo se ha apropiado de ellos que ha sabido usarlos para su expansión perpetua y para transformar a gran velocidad sus fuerzas productivas.


Elementalmente nadie puede negarque hay que producir, hacerlo con eficiencia y tener ganancias que sólo en el socialismo pueden tener una distribución social más justa para intentar igualar a las personas en el bienestar y no en la pobreza. Pero incluso, en los países socialistas que lograron cierto nivel de vida había una ansiedad por posibilidades que inexplicablemente no ofrece el socialismo y están más relacionadas con el campo espiritual y con lo individual que se sacrifica en nombre de la masa sin tener en cuenta que esa masa está formada por individuos.


En el plano social las personas necesitan sentir que participan realmente en las decisiones que se toman en como conducir la sociedad, que son escuchadas y tenidas en cuenta; en el plano individual las personas necesitan sentir que son dueñas de sus vidas y estas no son propiedad del estado aun cuando apoyen a ese estado. Los que dirigen, elegidos por esas personas, aunque tengan las mejores intenciones, no pueden olvidar que su razón de ser es lo que sienten, piensan y necesitan sus electores. Pero como el socialismo se ha dado en una lucha enconada con un sistema enemigo que quiere desaparecerlo, esos principios primarios de la existencia humana quedan en un segundo plano y la participación de las personas se reduce a cumplir, apoyar lo que se decide arriba y eso, además, les quita verdadero sentido de responsabilidad con lo que ocurre en la sociedad.


Muchos de los ciudadanos de las ex repúblicas socialistas que encontré en París, en mis tiempos de Embajadora ante la UNESCO reconocían los problemas duros de sus sociedades, pero alegaban que estaban en París, había sido su decisión personal, aunque trabajaran de meseras o de albañiles en la construcción, otros que estaban sólo de visita decían que ni soñar con ir a Paris en el socialismo. Hay miles de terrícolas en el capitalismo que no pueden ni soñar con ir a Paris, pero no les está prohibido y ese es un matiz que los políticos que quieren inclinar el mundo hacia el socialismo tienen que tener en cuenta. Y en realidad esas medidas tienen más que ver con un tipo de mentalidad simplificadora que con problemas que afecten a la sociedad socialista, que tiene que ser de libre elección y no obligatoria, porque cuando se trata de obligatoriedad a la larga sucede lo ocurrido en todo el este europeo.

Por supuesto que Cuba tiene un enemigo tan poderoso como para tener una ley que acoge a todos los cubanos que lleguen a territorio de E.U y brindarle todas las facilidades para establecerse, lo cual no hace con el resto de los emigrantes, pero la manera de sortear ese ataque no puede ser que los cubanos, como si fueran párvulos, tenga que pedir un permiso de salida de su país, amigos o familiares tengan que comprar una carta de invitación para que puedan viajar al extranjero, tengan que pagar un impuesto todos los meses para poder permanecer hasta o­nce y obligatoriamente regresar o son declarados emigrantes y nunca más, salvo casos humanitarios, pueden volver a vivir en su país. Eso estaba justificado con los burgueses que se fueron, con los contrarrevolucionarios que atentaron abiertamente contra la Revolución, pero no con las nuevas generaciones de cubanos, nacidos y criados en el proceso revolucionario que reconocen y- el estado también- que se trata de emigrantes por causas económicas y no políticas, que quieren buscar algún dinero y venir a gastarlo con su familia en Cuba, o emplearlo en mejorar su casa. Pero incluso 5 años después del retiro hay que pedir permiso al antiguo centro de trabajo para tramitar cualquier viaje personal.

De ningún país del mundo se puede salir al exterior si se tiene deudas, causas pendientes con la justicia o cuando se manejan informaciones que afecten la seguridad nacional, pero convertir un viaje en una verdadera mortificación, en un suceso humillante que niega el derecho a pagar un pasaje, ir y volver, me parece un problema evitable cuando en el país circulan divisas, buena parte de los cubanos tienen familiares o amigos en el extranjero que pueden proporcionárselas, algunos incluso las ganan dentro del país, o pueden convertir el peso cubano en divisa de manera legal. Se evitaría una molestia a los ciudadanos si los trámites fueran los comunes en cualquier lugar y quienes negaran las visas fueran los otros países, aunque para ello haya que tener un dispositivo especial para evitar infiltraciones del enemigo, que estaría mucho más justificado que ese aparato burocrático que se presta a sobornos y que incomoda a cualquiera con la sospecha de las razones de viaje y el temor a que la gente se quede.

En caso de que alguien se quede entonces comienza el vía crucis para los que se quedaron, porque los que se quedaron tienen que volver a pagar la casa, o la parte de la casa que su padre o su madre compraron al estado socialista en precios muy bajos, pero fueron los precios establecidos y sufren una multa, un impuesto como si fueran responsables de la decisión del que se quedó. Es kafkiano, como lo es también que si los padres mueren, los hijos tienen que volver a pagar la casa para permanecer en ella y que la casa o el auto no se pueden vender aunque se pudran de falta de mantenimiento porque las personas no tienen recursos para mantenerlos y necesitan vender para poder continuar su vida más reducidos o menos cómodos.


Entonces surge el problema de la propiedad y no hablo de la explotadora privada, sino de la personal, adquirida con el trabajo. Nada es verdaderamente tuyo, tú no puedes decidir por ti mismo si viajas, si cambias de casa, si vendes el auto y todo eso es para evitar que los sectores enriquecidos ilegalmente se apropien de lo mejor del patrimonio o puedan adquirir cosas que en tiempos mejores el estado facilitó por méritos laborales, pero a quien se está lacerando es a esos ciudadanos, que dadas las circunstancias, intentan buscar solución a los problemas económicos que el estado no puede resolver, aunque se esfuerce y tenga la voluntad de hacerlo. Es otra camisa de fuerza y una vez más se acude a la simplificación. Porque el estado, como en cualquier parte del mundo, puede beneficiarse si cobra impuestos por cualquier transacción de esas, incluso se los puede poner al comprador para defender al de menos posibilidades, porque lamentablemente los de mayores posibilidades económicas no son los científicos que hacen vacunas, ni los campeones olímpicos, ni los héroes del trabajo, sino los que a pesar de todas los decretos y regulaciones se han enriquecido ilícitamente o tienen entradas del exterior muy grandes.

Si los burócratas que deciden esas medidas, que carecen de base socialista, porque vulneran derechos elementales reconocidos desde el famoso manifiesto comunista, se platearan soluciones de fondo a los muy complejos problemas de la sociedad cubana, diseñarían fórmulas más apegadas a la situación actual que no es la de los años 80, por tanto realistas y como realistas revolucionarias, y digo burócratas porque estoy convencida que si Fidel y Raúl conocieran esas medidas y como se aplican, estoy segura que no podrían dar su apoyo y por eso la gente que cree lo mismo, dicen deja que ellos se enteren, pero el socialismo no puede depender de dos, tres personas, cuatro o diez que tengan la lucidez de entender que muchas medidas de esas son interpretadas como modos de molestar y fastidiar todavía más el difícil cotidiano.


Y no lo digo por cobardía para eximir a Fidel y Raúlde responsabilidades sino porque como ciudadana de este país he escuchado a Fidel decir que el socialismo es una agrupación de voluntarios cuando el éxodo de Mariel y a Raúl que los frijoles son tan importantes como los cañones en plena crisis de los 90, para citar sólo dos ejemplos de realismo político. Por eso no puedo imaginar que comulguen con esa lista de medidas vejatorias que incluyen las regulaciones en las relaciones con los extranjeros.


Nunca he leído en el periódico Granma que no se puede llevar en el auto a extranjeros, ni se pueden hospedar a los amigos que nacieron en otros lares en la casa. Pero si llevas a extranjeros en tu carro puedes tener una multa de 1 500 pesos y si se quedan en tu casa por el estilo, salvo que pidas una autorización que no siempre es concedida. Es una forma de evitar el tráfico de drogas, las prostitución, de hacer que la divisa llegue directa a manos del estado que la emplea en garantizar la salud y la educación, una cuota mínima de alimentos subvencionada y miles de ventajas más, nadie lo duda, pero ni todos los ciudadanos son iguales, ni todos hacen negocios turbios y es muy lamentable que quien te brinda hospitalidad en su país no pueda ser reciprocado. Ninguna de esa medida es gratuita, todas intentan controlar situaciones que se han creado a causa de las circunstancias, pero no pueden ser facilistas, igualatorias, sin tener en cuanta que no se puede tratar a las personas decentes como a los delincuentes.


La lucha contra la prostitución está llevando a frustrar las relaciones verdaderas entre nacionales y extranjeros. Como en cualquier parte del mundo aquí se enamoran las gentes de cualquier parte y se hacen amigos también. Pero ninguna mujer, ni hombre puede hospedarse en un hotel con su pareja si no es del país, aunque sean mayores de edad y absolutos responsables de sus actuaciones. Se alega que es para evitar la desigualdadde los que pueden y los que no pueden. Pero las desigualdades siempre han existido y ahora se han hecho más evidentes y lo peor es que al final acceden a esos presuntos privilegios gentes que logran sobornar o simplemente se van a casas particulares que ni siquiera pagan impuestos. Porque no se puede pretender controlar la existencia de las personas minuto a minuto yla mayoría de esas medidas contribuyen más a delinquir que a lograr los propósitos con las que se imponen.Esas presiones, que tienen un fondo de torpeza, que ya probaron su ineficacia en todo el antiguo campo socialista, ocasionan grandes disgustos en la población, aunque por gratitud o temor no se cuestionen a escala masiva, y van creando un caldo de cultivo nada favorable.


Igual sucede con el empecinamiento en mantener la propiedad estatal como única variante en aspectos que otras alternativas han mostrado mejores resultados, tales como la gastronomía y la agricultura y no se trata de incentivar la propiedad privada, sino la colectiva posible en estos tiempos, ensayada tímidamente y que a la larga es la verdadera fórmula socialista como ya han señalado otros. Incluso, hay un aspecto de la propiedad cooperativa que puede ser salvadora ante cualquier jugarreta futura de los enemigos y que podría evitar que ante cualquier circunstancia adversa que funcionarios inescrupulosos de hoy se apropien de los bienes que legítimamente pertenecen al pueblo, como ocurrió cuando la caída del socialismo en Europa del este. Y está descripta en el Estado y la revolución de Lenin, refiriéndose a la democracia socialista que nunca llegó.


Si legalmente cada pedazo de tierra del país pertenece a un consejo cooperativo, cada fábrica, cada instalación deportiva, cada teatro, nadie podrá venir un día a apropiarse de ellos porque sus dueños colectivos tendrán los medios para defenderla, y eso es propiedad socialista al duro, que se puede tocar con las manos frente a una propiedad estatal que nunca los ciudadanos han sentido suya verdaderamente, entre otras cosas porque las ancestrales costumbres no se cambian por decreto, ni las tendencias naturales de la especie a que pertenecemos.


Después de las amargas experiencias del socialismo en Europa del este, los comunistas deberíamos entender aquella máxima de Ghandi: si quieres cambiar el mundo, cámbiate a ti mismo, para no pedirle a nadie que haga lo que no seamos capaces de hacer y también que sí, es cierto, como han dicho algunos ideólogos enemigos la lógica del capitalismo está más cerca del atavismo biológico de los seres humanos. Cuesta menos esfuerzos mentales sumarse a la ley del más fuerte, como hace la manada de los monos, y el capitalismo ha sabido convertir las miserias humanas en categorías para el funcionamiento económico. Ser socialista, pensar como socialista, sentir como socialista requiere de un esfuerzo espiritual e intelectualmayor porque implica pensar también en los otros y dominar al animal que somos. Para conseguir dejar atrás la prehistoria, si queremos que haya socialismo del Siglo XXI, tendremos que evitar los mismos errores que ya demostraron en el siglo XX su fracaso.


La paradigmática Cuba tiene que despojarse de todas las fórmulas y métodos tomados a préstamo de quienes se suponían de mayor experiencia y desaparecieron por su aferramiento. También tiene que impedir que su agenda interna la ponga Estados Unidos con sus provocaciones y mucho menos los desnaturalizados de Miami. Y en eso Fidel y Raúl si tienen gran responsabilidad como garantes de los cambios socialistas que deben producirse antes de que desaparezcan como líderes vivos. A pesar de la corrupción y otros males, existen millones de revolucionarios cubanos dispuestos a participar en las transformaciones necesarias, sabedores de que no hay nada que dañe más a las mejores ideas que el estancamiento y esas medidas y métodos a los que me he referido muy discretamente, que sofocan y agobian a las personas no pueden generar el espíritu indispensable para que el empeño socialista se sienta como tal.

1 Comments:

At 4:12 p. m., Anonymous Anónimo said...

Conozco a Soledad Cruz desde que mi infancia, aun no entraba en JR, tan solo se habia graduado de la Escuela de Periodismo cuando entro a mi familia, recuerdo cuando por "sus meritos" se gano su primer refrigerador, e incluso cuando el periodico le asigno su primera linea telefonica (incluso recuerdo el numero), estuvo en el cuarto principal de mi casa por algunos anos, recuerdo ir con ella a mi primer concierto de Serrat, ella como critica de cultura, yo como pequeno que aun no entendia que cantaba aquel espanol, pero que no obstante a eso me gusto. Asi pasaron los anos, yo, fruto del sistema creci y me hice hombre, estudie; no gracia a la revolucion, sino gracias al sacrificio de toda mi familia y de muchos cubanos que querian una vida mejor para los suyos; y gracias a esos estudios hoy puedo questionar y analizar de un modo diferente lo que sucede en nuestro pais.

En este analisis sobre la metamorfosiada vida de mi querida Sole, comienzo por preguntarle, como buena filologa que es, "Cual es el origen etimologico de la palabra Revolucion?", es mas de 50 anos de lo mismo, no; es que alguna posibilidad de cambios sea relegada, reprimida y sancionada por que no cumple lo que decea el magnificence octagenario, no; entonces por favor no danen mas nuestra hermosa lengua, atrivullendoles significados a palabras que solo ustedes (los que estan de acuerdo con sus arcaicas ideas) puden entender; el significado de Revolucion es mucho mas hermoso ( si lo decean busquenlo en el Pequeno Larrouse).

Como soy un producto de ese sistema, inmaginaran que fui crecido sobre las bases del Marxismo; y el viejo Marx no estaba tan lejos de la realidad de echo solo quiero mencionar una de las leyes filosoficas del marxismo; " Las Necesidades siempre crecientes del individuo", y me pregunto, no es esto lo que quiere expresar mi pueblo, no es esto lo que necesitamos cada individuo; en mi experiencia personal, fue especificamente esta condicion filosofica la que me motivo (y a motivado a muchos otros cubanos) a abandonar nuestras tierras buscando un futuro mejos, donde pueda satisfacer mis necesidades siempre cresientes; Y por favor, que Soledad no me diga que esto es un interes puro capitalista, sino Soledad aun estuviera viviendo en el pequeno apartamento de a calle O entre San Lazaro y 27, donde vivio despues de salir del Cerro.

Nada, como dijo en algun momento Silvio ( en sus dias de gloria) "Desde una mesa repleta qualquiera decide aplaudir, la Caravana en arapos de todos los hombres"

Si es cierto que todo el pueblo quiere y apoya la mal llamada revolucion, entonces por que no crean un espacio para el dialogo pacifico? por que cuando alguien difiere hay que agredirlo, golpearlos, vejarlos, humillalos? O por que repetir la bajeza de los 80.

Es sencillo, los valentones, machotes y prepotentes solo son una banda de viejos manipuladores, borrachos, opresores que quieren continuar robando lo poco que tiene cuba, dignidad.

Basta de Oprecion, de dictadura, manden a todos esos senores a un masivo plan pijama, y que solo se dediquen a sacar el perro a mear, y no a dirigir a un pais.
Si se logra todo esto, entonces mi querida Sole, no se sentira frustada, ni enagenada por un sistema que adulo y casi mistifico en sus columnas y podra dedicarse por entero aescribir sus interesante criticas culturales con las que la conoci y la vi escribir decenas de noches en mi vieja casa del Cerro.

 

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