FOTOS, BRINDIS Y RETÓRICA
FOTOS, BRINDIS Y RETÓRICA
Por Jorge Olivera Castillo
Sindical Press
9 de noviembre de 2007
La Habana – www.PayoLibre.com – Puedo, con determinación de adivino, dar las conclusiones de la venidera XVII Cumbre Iberoamericana a celebrarse entre el 8 y 10 de noviembre próximos en Santiago de Chile. No es don especial, es que desde la realización de estos cónclaves lo más destacable viene dado en el intachable cumplimiento del protocolo, el énfasis teórico de las propuestas y el suspense en torno a la asistencia o no de un Fidel Castro siempre en la disposición de figurar como generador de escándalos que absorben el verdadero protagonismo de las citas anuales. Razones de enfermedad continúan cerrando las posibilidades del mandatario más allá de los perímetros en que convalece. Dicen los rumores, la dolencia es secreto de estado, que está más cerca de la muerte que de la vida.
La opacidad, la saturación de lo trivial y el ejercicio de una dramaturgia muy vinculada a los filmes soviéticos de la época de Leonid Brezhnev, son tres de las características de mayor relevancia de estos foros iniciados en 1990. La monotonía de tales realizaciones cinematográficas aseguraba un sueño fulminante.
Esta vez el tema central se titula: “Cohesión social y políticas sociales para alcanzar sociedades más inclusivas en Latinoamérica”. Lo cierto es que del fárrago de documentos, las discusiones de los expertos, las opíparas cenas y el consumo de productos de la famosa industria vinícola chilena, muy poco trascenderá. Ese ha sido el esquema y dudo que haya una revaloración no tanto de los contenidos como en los ajustes de la viabilidad de los planteamientos y de una verificación seria de lo acordado en reuniones anteriores.
Hubo una Cumbre Iberoamericana efectuada precisamente en Chile donde se trató el asunto de la gobernabilidad democrática. El gobierno cubano firmó el acuerdo y aún sigue violándolo a sus antojos. La democracia, el pluripartidismo, los derechos fundamentales, continúan siendo en Cuba palabras proscritas. Por hacer uso de libertades emanadas de estos términos, más 200 personas permanecen tras las rejas, con pocas esperanzas que en breve plazo el régimen de La Habana rectifique su postura y se abra a un período donde la discrepancia política no constituya un delito de naturaleza criminal.
Aquello que rubricaron todos los presidentes a favor de las estructuras democráticas se llamó los Acuerdos de Viña del Mar. En esta ciudad del centro de Chile se formalizó el documento siguiendo las pautas de sus precedentes: un seguro almacenamiento a prueba de humedades. Más allá de su conservación, nada servible para los pueblos, en este caso el de Cuba que soporta una dictadura cercana al medio siglo.
El evento vuelve a este país sudamericano que refleja un ejemplo indiscutible de civilidad y desarrollo. Gracias al empeño de políticos responsables y ciudadanos identificados con la tolerancia y otros preceptos inmanentes a un pensamiento republicano, Chile ha podido ir curando las heridas dejadas por los 17 años de dictadura pinochetista, construir una de las más sólidas democracias del continente y alcanzar óptimos niveles económicos.
Sin embargo, en sentido general Latinoamérica va a la saga del mundo. El resurgimiento del populismo, las políticas estatistas, el clientelismo, la corrupción persisten en engrosar el rosario de calamidades. Extrema pobreza, crisis sanitarias, desnutrición, analfabetismo se añaden a la bancarrota de un modelo que no ha sabido aprovechar las ventajas de la democracia y que apenas logra salir del empantanamiento.
Los avances son muy localizados y modestos. La mayoría de las naciones latinoamericanas necesitan integrar esfuerzos y proyectos de futuro sin politiquerías, ni otras dilaciones que alargan las fronteras de los daños.
Es una pena que en Santiago de Chile se pierda una nueva oportunidad para ir al fondo de los problemas y que el régimen de Cuba asista en igualdad de condiciones.
Aunque comparativamente pueda exhibir logros en algunas esferas, en la isla hay un sistema que encarcela, golpea y mata con total impunidad. Tener instituciones democráticas no garantiza la felicidad, pero entre sus virtudes está el hecho de impedir la pretensión de gobernar el país, como un cuartel, a una élite que cree tener la aprobación de la providencia.
En Cuba las cosas no están como piensan muchos en Latinoamérica. Son problemas diferentes. Complicaciones reproducidas por cualquier dictadura independientemente de su signo ideológico.
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