lunes, noviembre 19, 2007

LAS RELACIONES INTERNACIONALES DE ESPAÑA TRAS LA CUMBRE DE SANTIAGO

Nota del Blogguista


Hugo Chávez es un ignorante de marca mayor, que no sea torpe eso es otra cosa ....

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LAS RELACIONES INTERNACIONALES DE ESPAÑA TRAS LA CUMBRE DE SANTIAGO

Por Elías Amor Bravo, Economista, ULC

Dudo mucho que el escenario y los sucesos de la última cumbre de Santiago de Chile no estuvieran preparados de antemano. Todas las cosas ocurren por algún motivo, y nada se suele dejar a la improvisación. Son varios los motivos que me llevan a pensar así.

En primer lugar, la estrategia de Hugo Chávez. Estoy en contra de quiénes piensan que estamos ante un personaje ignorante y torpe. Después de lo sucedido, creo que conviene procesar la información acumulada hasta la fecha. Teniendo por delante un referéndum para institucionalizar su proyecto socialista de inspiración castrista, y con las dudas que pueden surgir de cara a la obtención de un amplio respaldo popular, el mandatario venezolano tenía un claro incentivo para convertir la cumbre en un espacio de refriega para su discurso demagógico y populista que conecta con las bases sociales que le otorgan el apoyo en las urnas.

Por lo tanto, Chávez tenía más de un motivo para mostrarse especialmente beligerante hacia el gobierno de un país, España que, por otra parte, no ha mostrado nunca, a lo largo de estos casi cuatro años, una actitud hostil hacia su régimen político. En ese sentido, su intervención en las sesiones de la cumbre se debe interpretar en clave más interna que externa. Lo peligroso es el rumbo posterior que han ido tomando los acontecimientos.

La demostración más evidente de que todo estaba preparado es que Chávez sigue adelante con sus planes, y de invocar en sus ataques desmedidos al último presidente de gobierno español, José María Aznar, ha evolucionado hacia los intereses de las empresas españolas en Venezuela, sin cerrar un espectáculo que, por otra parte, la diplomacia de Moratinos no ha conseguido moderar.

Fidel Castro nacionalizó y confiscó las propiedades de los españoles a comienzos de su dictadura y nunca ha mostrado responsabilidad alguna. Estamos en una era diferente, pero la inseguridad jurídica y la ausencia de un marco adecuado para el ejercicio de los derechos de propiedad sirven a las empresas para reflexionar sobre la conveniencia de desarrollar sus negocios en unos países u otros. Y lo que está en juego es mucho, y sobre todo, muy sensible.

Segundo, desde hace tiempo se viene observando que el chavismo trata, por la vía del dinero fácil que obtiene de un petróleo a casi 100 dólares el barril, de construir una alianza de opciones políticas de izquierda que han ido accediendo al poder en diversos países de América Latina, desde posiciones similares que podríamos encontrar bien definidas en esas dos obras magníficas que contienen el análisis del idiota realizado por Montaner, Vargas Llosa y Apuleyo Mendoza.

Todo lo que está sucediendo, en mayor o menor medida, se encuentra descrito en esos dos libros, cuya lectura recomiendo al lector que desee acercarse con más profundidad al drama político de América Latina en su momento presente. Esa alianza de izquierdas que trata de forjar Chávez, a golpe de talonario, tiene un ideólogo comunista inquebrantable, cuyo espacio quiere ocupar el venezolano, consciente de que en cualquier momento se puede producir el desenlace de una historia fatal de 50 años para el pueblo cubano. La acalorada intervención de Ortega pone de manifiesto que los apoyos son más sólidos de lo que parece y que esa alianza está en proceso de consolidación.

Con el mensaje de que el dinero lo tengo yo, y no hace falta depender de España, Chávez está practicando un juego peligroso que, sin duda, está siendo observado de forma muy atenta por su vecino de más al Norte, que ha mantenido en todo este rifirrafe un silencio sorprendente, como si estuviera calculando qué intervención realizar y en qué sentido. Ni siquiera la provocación del dictador cubano, afirmando que la vida de Chávez corre peligro, ha despertado la reacción más al norte de la frontera del Río Grande. Por lo que a mi respecta, me parece acertada esta actuación. Ya veremos a qué conduce.

Por último, está la Unión Europea. No cabe duda que las cumbres de países iberoamericanos, que se han valorado como un punto fuerte de la política exterior española, se observan con atención desde Bruselas que, desee la incorporación de España al club europeo en 1986, ha situado a los gobiernos españoles como la referencia en el espacio de relaciones internacionales con América.

Lo sucedido en Santiago durante las sesiones de la cumbre, ha puesto de manifiesto que el ataque de Chávez a España no ha tenido la respuesta contundente que merecía, ni de España, ni de la Unión Europea. Cierto es que la diplomacia de bajo perfil de Moratinos apunta en otra dirección, y que se habrán producido, qué duda cabe, consultas en las dos direcciones, pero una posición contundente de la Unión hacia el dirigente venezolano que ofende a uno de sus socios, y plantea una acción decidida hacia las inversiones realizadas por las empresas de uno de sus socios, habría sido muy conveniente en este momento, y tendría un carácter de ejemplo para posibles navegantes en el futuro.

En tales condiciones, ¿ganadores, perdedores? Quizás no sea ésta la conclusión más relevante que cabe obtener de lo sucedido, sino que consecuencias puede tener de cara al futuro y sobre todo, en qué posición puede quedar el gobierno español y las empresas españoles en un país como Venezuela, donde la presencia de España es muy destacada en términos cuantitativos y cualitativos. No cabe duda que se abren interrogantes cuya respuesta a corto plazo se hace difícil de intuir.