LOS CUBANOS NI OLVIDAN NI SE RINDEN
LOS CUBANOS NI OLVIDAN NI SE RINDEN
Por Alfredo M. Cepero .
El próximo primero de enero los cubanos arribaremos entre añoranzas, lágrimas y desesperanzas al 49 aniversario de nuestra alucinante pesadilla nacional. Cualquiera diría que, como pueblo, hemos fracasado en nuestros intentos de restaurar la libertad y la democracia en nuestra patria. Por lo tanto, muchos concluirán que tenemos muy pocas razones para celebrar la llegada del año 2008. Yo, por mi parte, me niego a aceptar ese enfoque pesimista de nuestro futuro y esa visión limitada de la historia de un pueblo cuyos hijos han sembrado con heroísmo y regado con sangre de centenares de mártires el árbol de nuestra libertad.
Y como no me gusta hacer afirmaciones sin razonamientos lógicos ni bases reales les voy a explicar las razones de mi optimismo. La historia del mundo ha demostrado que, más que la cantidad de sus recursos naturales, es la calidad de sus recursos humanos la que determina el bienestar y la felicidad de las naciones. El llamado Tercer Mundo está lleno de ejemplos de naciones sumidas en la más abyecta pobreza a pesar de contar con cuantiosos recursos naturales. Lo contrario también es cierto. Naciones que, a pesar de contar con limitados recursos naturales, han logrado niveles de prosperidad económica, desarrollo político y tolerancia social dignos de aquellas clasificadas como naciones del Primer Mundo. Lo mismo podría decirse de cualquier otro conglomerado de seres humanos. El secreto a voces no es otro que la calidad de sus hombres y mujeres. Vayamos por parte.
Sin entrar en estadísticas soporíferas, recordemos que en 1959 la nación cubana, aunque lejana de la perfección, se encontraba entre las tres primeras de la América Latina en lo relativo a su desarrollo económico y al bienestar de su pueblo. Su ingreso por habitante estaba por encima del de países europeos como España e Italia. Quienes quieran disipar dudas sólo tienen que consultar publicaciones fuera de toda sospecha como América en Cifras, de la Unión Panamericana, y el Anuario Estadístico de las Naciones Unidas. Sin embargo, por uno de esos acontecimientos inesperados e inexplicables del acontecer humano, en 1959 el comunismo entró por la puerta trasera disfrazado de nacionalismo y de democracia y en la mochila de un megalómano, hipócrita y diabólico personaje arrancado de las páginas del Infierno de Dante. El resultado ha sido un pueblo asfixiado durante casi medio siglo por la dictadura más férrea, inhumana y totalitaria que ha conocido América y abandonado a su suerte por la casi totalidad de las democracias del mundo. Cualquier otro pueblo habría claudicado y se habría resignado a su desgracia. Cualquier otro exilio habría olvidado la patria lejana y se habría dedicado a disfrutar de las bondades del capitalismo y la democracia ganadas con el fruto de su trabajo. Pero jamás los cubanos.
Jamás los hijos de un José Martí que cobra vida en esos jóvenes que demandan la autonomía universitaria, que marchan en abierto desafío a los esbirros de la tiranía sin mas armas que su dignidad de hombres libres y que entonan cantos religiosos en las procesiones donde se venera nuestra virgen morena. Los “pinos nuevos” que servirán de cimientos a la inminente democracia cubana. Los jóvenes piadosos que alaban a María y optan por el evangelio de amor de aquel que murió en el Gólgota antes que el evangelio de odio de los discípulos de Lenin. Ellos son prueba irrefutable del fracaso absoluto del materialismo histórico. Cincuenta años de manipulación mental no han sido capaces de apagar el fuego del amor ni las ansias de libertad en sus corazones y sus mentes de hombres y mujeres bien nacidos.
Lo mismo podemos decir de los “jóvenes” que ya pasamos la consabida “media rueda” y que sufrimos persecución, cárcel o exilio a causa de la tiranía. Quede aclarado que aquí utilizamos “jóvenes” en el contexto del pensador argentino José Ingenieros cuando afirmó en sus “Fuerzas Morales” que: “Jóvenes son los que no tienen complicidad con el pasado”. Esos hombres y mujeres sin complicidad con el pasado, tanto dentro como fuera de Cuba, estamos listos para tomar nuestro puesto en la obra de la reconstrucción. Hemos aprendido la lección de que el negocio de la política es demasiado importante para dejarlo en manos de los “políticos profesionales”. Que la indiferencia ante los asuntos públicos conduce irremisiblemente a la terrible noche de la tiranía. Que el precio de la preservación de la libertad y de la democracia es la constante vigilancia de la conducta de los gobernantes por parte de todos y cada uno de los ciudadanos de una nación.
Esos son los motivos de mi optimismo y los cuales me hacen mirar con esperanza y hasta con alegría el advenimiento de un nuevo año. Incluso de correr el riego del ridículo vaticinando que el 2008 será testigo del renacimiento de una libre, democrática y esplendorosa nación cubana. Una nación que habrá de demostrar al mundo que un pueblo--abandonado a su suerte pero firme en sus convicciones y su determinación-- ha sido capaz de superar los horrores de cincuenta años de opresión y barbarie. Un pueblo donde sus hombres y mujeres ni olvidan ni se rinden.
Miami, Florida, 12-17-07
alfredocepero@bellsouth.net
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