jueves, enero 10, 2008

REMEDIOS ESTADISTICOS

remedios estadísticos


Por Jorge Olivera Castillo, Sindical Press


LA HABANA, Cuba, enero (www.cubanet.org) - Números. Aritmética simple. Operaciones que siempre resultan exactas y formalmente útiles para desdibujar unos de los países más cercanos a la felicidad plena de todos sus habitantes. Sobre ese perfil continúa el (sub) desarrollo de la idea del socialismo a ritmo de guaguancó y patriotería, de marchas combatientes y cantos de sirena, de repiques populistas y redobles de triunfalismo.

Sin las estadísticas los directores de la orquesta revolucionaria se hubiesen quedado colgados a un pentagrama sin partitura. ¿De donde iban a sacar la música que aún se cuela por los vericuetos del sentido común e insiste en formular una melodía ajena a la fúnebre sinfonía existencial? Millones de cubanos oyen las síncopas del oficialismo con el agravio a flor de piel. Saben que esas notas son puro fraude, melodías sin la menor posibilidad de trascendencia.

No se acostumbran a esas tonadas escritas sobre periódicos y revistas o interpretadas por señorones que alcanzan registros de tenores desde sus escenarios.

¿Cómo ocupar el tiempo en escuchar o leer que la tasa de desempleo en 2007 disminuyó hasta el 1,8% de la población laboralmente activa? ¿Es serio publicar presuntos avances en la productividad del trabajo sin que existan cambios estructurales que destierren la burocratización y la extendida ineficiencia en el ámbito económico?

De tal repertorio se decanta la trompetilla o la indiferencia, el chiste corrosivo o el enojo más crudo que se pueda imaginar.

El asunto no es el “globo” inflado. A fin de cuentas de novedad no tiene nada. Las molestias o la apatía ante nuevas incursiones en el arte de confundir – a priori- al pueblo con falsedades y manipulaciones, radica en la reiteración del estilo, en la forma cruel de mentir como si todos fuéramos alumnos del kindergarten.

Es demasiado el contenido trágico de las realidades para persistir en el ejercicio de ilustrar un país que no se parece, ni por asomo, al otro donde la supervivencia dicta las pautas de destinos azarosos y presentes con el color de las tormentas.

Si algo es deseable y posible en Cuba -aparte de la oportunidad de fundar empresas privadas, la derogación de la doble circulación monetaria causante de distorsiones y corruptelas, y el cese del apartheid turístico- es el hecho de que la población tenga acceso a una prensa seria y con un sentido más claro de la objetividad.

Conservar el monopolio de la información es precisamente el caldo de cultivo para el desprestigio de periodistas de larga experiencia y noveles que toman patrones, bien por miedos o torcidas convicciones, sobradamente antagónicos a un saludable ejercicio de la profesión.

Aludir el término productividad -con carácter positivo- en referencia a la Cuba actual, constituye un disparate mayúsculo.

El pleno empleo, los planes sobre cumplidos, las batallas por la eficiencia ganadas con holgura. A golpe de números se construye una república de barro, una nación de ficciones y pachangas.

A los hacedores de la farsa, a los saltimbanquis de bombachos y camisones, a los compositores del guión y la banda sonora de esta tragedia. Es hora de que vayan con sus estadísticas y sus trapisondas a otra parte.