miércoles, enero 09, 2008

EL ULTIMO VIAJE DEL SUBMARINO AMARILLO

El último viaje del submarino amarillo


Por Rafael Ferro Salas

PINAR DEL RÍO, enero (www.cubanet.org) - La década de los años sesenta en Cuba vive en la memoria de una generación que creció con lo prohibido. Cuatro jóvenes de la ciudad de Liverpool (Inglaterra), estremecían al mundo con una música de vanguardia nunca escuchada: los Beatles.

Todo tipo de música extranjera, sobre todo de habla inglesa, era tabú en la isla. De mano en mano pasaban de manera clandestina los discos, revistas y casetes de los artistas extranjero de moda. Los involucrados en aquella generación asumíamos el riesgo de ser sorprendidos oyendo una canción de los Beatles, y el precio era ser expulsado de una escuela o un centro de trabajo, cargando por aquellos tiempos el pecado de ser “desviados ideológicos”; los marginados no confiables ante los ojos del régimen y sus seguidores.

Nuestros padres no tenían a mano otra alternativa que la de compartir junto a nosotros los peligros y los miedos. Éramos jóvenes y nos estaban cortando las ganas de tocar el cielo, se nos prohibía volar con melodías y letras que empezaban a cambiar el modo de mirar la vida, las cosas y las gentes.

Una noche fui junto a tres amigos míos a un aula de la escuela en la que estudiaba para escuchar un casete con canciones de los Beatles. Por primera vez oíamos la letra de Yellow Submarine. A partir de esa noche nos juramos vivir en él, prendidos a la inocente ilusión de navegarlo hacia aguas mejores, mansas, cargados en la espuma de las aspiraciones futuras. Estábamos convencidos de que nadie podría arrebatarnos aquello.

Más tarde supimos que la envidia aguardaba agazapada, y mis compañeros y yo, delatados por alguien de cuyo nombre no vale la pena acordarse, fuimos expulsados de aquella escuela.

Mi madre no se cansaba de preguntarme el por qué mi fanatismo por aquellos jóvenes melenudos y de lengua ajena. Al cabo del tiempo yo mismo tuve la respuesta: lo prohibido es tentador y uno siempre va a estar dispuesto a jugárselo todo por conocerlo.

Nos hicimos viejos sin la oportunidad de tararear aquellas canciones con la libertad que merecíamos; a fin de cuentas (como todos) estábamos a merced del tiempo y sabíamos de sobra que los años no iban a perdonarnos, mucho menos darnos la ocasión de un segundo chance.

Hasta el día de hoy no me abandona el escalofrío inevitable de la nostalgia cuando escucho una canción de aquellos cuatro locos maravillosos que me enseñaron la magia de enfrentar lo absurdo. Me queda la satisfacción de saber que Lennon está sentado en un parque de La Habana, mirándonos con unos espejuelos ambicionados por todos y cuidados por alguien que no sabe verdaderamente lo que está cuidando.

Varado en los rincones de mi memoria, a la otra orilla de mi infancia, está el submarino amarillo, invitando a los de mi generación y a los de otras, al viaje más largo de nuestras vidas.

1 Comments:

At 10:48 p. m., Blogger Blog do M@rcondes said...

Não sei falar ou escrever em espanhol (hablar o escrebrir in tu idioma) mas entendo tudo. Nada nesse mundo passa despercebido. Teus sonhos e teus ideais podem demorar mas nunca deixe de acreditar neles que um dia irão se realizar. Aqui no Brasil torcemos pelo povo cubano. Fiquei feliz quando "Los Tres de Habana" conseguiram asilo em Miami (http://blogdomrcondes.blogspot.com/search?q=Los+tres+de+habana)Abraços e sejam felizes, mesmo diante das adversidades.

 

Publicar un comentario

<< Home