ENTREVISTA CON ORESTES MINNIE MIÑOSO PREMIO JACKIE ROBINSON POR TODA UNA VIDA
Entrevista con Orestes 'Minnie' Miñoso, premio Jackie Robinson por toda una vida.
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«Mi brazo lo entrené jugando pelota de manigua»
viernes 1 de febrero de 2008 6:00:00
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Por Armando López, Nueva York
Orestes Minnie Miñoso recibió el premio Jackie Robinson "por toda una vida" dedicada al béisbol. ¡No ha sido fácil! Nacer Saturnino Orestes Armas Miñoso Arrieta, desyerbar marabú de niño en las colonias del Central España; ser carretero, aprendiz de mecánico, tabaquero, tercera base del club Marianao, y saltar el charco para ser discriminado por cubano y negro en la sociedad estadounidense de los cincuenta; y a batazo limpio imponerse, hasta ver su estatua alzarse en el estadio Cellular Field, por ser el jugador más popular "Mr. White Sox" de la historia de los Medias Blancas de Chicago. ¡No ha sido nada fácil!
Miñoso tenía 26 años cuando llegó a las Mayores, en 1949, con los Indios de Cleveland. Pero fue dos años más tarde, con los Medias Blancas de Chicago, que comenzaría su leyenda.
Hoy, a sus 85 años, en la tranquilidad de su casa frente al lago Michigan, en un exclusivo barrio de Chicago, Miñoso recuerda:
"Los Indios me contrataron, pero no estaban convencidos, pensaban que no podía. ¡Carajo! En sólo nueve juegos, ¿cómo podían saber si podía o no? En la temporada siguiente, tampoco me dieron la oportunidad. Y en el 51 me cambiaron a los Medias Blancas de Chicago y todos sabemos lo que vino después".
El 1 de mayo de 1951, en un partido entre Yankees y Chicago, "El Cometa Cubano" se convertiría en el primer negro en llevar la camiseta de los White Sox. A su llegada a Chicago, se encontró con dos latinos, el cubano Luis Alomá y el venezolano Alfonso Chico Carrasquel, quien sería su gran amigo.
"En Chicago sí me dejaron batear —recuerda Miñoso—. En ese tiempo, el juego se había vuelto estático con tantos jonrones, y me dije: 'Orestes, tú no tienes tanta fuerza, así que debes hacer algo para que esta gente te tome en cuenta. Si puedes correr, ¿por qué no corres?', Entonces vinieron los robos, los dobles y los triples".
Tuvo ocho campañas con promedios superiores a los 300 puntos. Fue el primero en ganar tres títulos consecutivos: triples, dobles y robos de bases. Puso al público de cabeza.
Fue designado Novato del Año de la Liga Americana, por el Sporting News. En septiembre de 1951, el entusiasmo de la fanaticada de Chicago fue tanto, que se decretó el Día de Miñoso en el parque Comiskey. A su llegada a La Habana, en octubre, lo recibieron como héroe.
"Me sorprendieron. El presidente Carlos Prío me recibió en Palacio. Y en Perico, los comerciantes no hallaban qué regalarme. Quién me lo iba a decir cuando carreteaba bueyes. Y gracias a mi padre, que me dijo: 'no te quiero ver más en la zafra, lo tuyo es jugar pelota, no te detengas hasta lograr tu sueño'".
Y sí que lo logró. Bill Veeck lo vio jugando en un desafío con los Yankees y sentenció: "No hay jugador en las Mayores que pueda ofrecer más emoción al fanático. Lo considero el más valioso para su club por su juego, por su animación, por su irresistible imán". Casey Stengel, manager de los Yankees, agregó: "Ojalá lo tuviera en mi club. No me preocuparía por la pérdida de Joe DiMaggio".
Cada año (hasta 1961), cuando terminaba la temporada de las Mayores, Miñoso regresaba a Cuba a jugar la tercera base del equipo Marianao. Era un ídolo de multitudes. Impresionaba ver aquel negro con estampa de príncipe africano rodar su Cadillac descapotable por las calles de La Habana. Se mantuvo 14 temporadas en la Liga Profesional Cubana, hasta la última, 1960-1961, cuando la revolución suspendió el béisbol profesional.
Ningún otro pelotero fue tan popular y caracterizó la pelota cubana desde los cuarenta hasta los sesenta como Miñoso. En el estadio del Cerro, cuando se paraba en la caja de bateo, miles cantaban a coro: "Cuando Miñoso batea de verdad, la bola baila el chachachá".
El infierno
Pero no todo fueron glorias. Cuando los Medias Blancas jugaban en el sur de Estados Unidos, era el infierno: su compañero de equipo, el campo corto Chico Carrasquel, dejó constancia de las humillaciones que debió soportar Miñoso, por cubano y por negro: "Cuando viajábamos, y parábamos en restaurantes de carretera, Miñoso tenía que quedarse en el autobús porque era negro. Yo le preguntaba qué quería que le trajera, lo compraba, se lo traía al autobús, donde comíamos los dos".
"En una ocasión le dije a Minnie: 'fíjate en el lujo que te estás dando, no te dejan bajar de esta vaina porque eres negro, y yo, un blanco, te tomo la orden, te traigo la comida y te sirvo'. Y Miñoso me dijo: 'no comas mierda, viejo, que a ti te discriminan por latino'".
¿La discriminación en Cuba tenía otra cara?
¿Otra cara? En Cuba también había discriminación. No había ninguna ley que lo estableciera, pero así era. Nunca pude jugar pelota amateur en Cuba, los negros bailaban por un lado y los blancos por otros. Y no había negros que trabajaran en los Precios Fijos, hasta que Prío le abrió la puerta a las mulatitas. Hoy usted se encuentra con un cubano en el Versailles, de Miami, que le dice: "en Cuba no había discriminación", y yo lo dejo vivir de esa ilusión.
Se mantuvo bateando hasta los 70 años. ¿Cómo pudo?
Los morenos del tiempo de antes, los negros del campo, teníamos una constitución física muy dura. Yo era un trinquete, y me conservo. Todo depende de la vida que uno lleve. Y yo llevo una vida muy limpia, estricta, nunca me he emborrachado, no sé lo que es una droga.
¿Hubo otros peloteros en su familia?
Mi hermano Cirilo era mejor que yo, más troncúo, pero se quedó por el camino. Yo era mas chiquito, pero tenía más voluntad. Mientras más trabajo pasaba, más echaba para adelante.
¿Qué piensa el pelotero del campesino?
Sin el uno, no hubiera habido el otro. Mi brazo lo entrené tirando piedras y jugando pelota de manigua. Pero más que eso, mi fuerza de voluntad me la forjó el trabajo duro en el campo.
¿Pasó hambre?
Siempre se comía, el guajiro sembraba. Y en la tienda del pueblo, o del batey, le vendían a crédito y pagaba cuando llegaba la limpia de la caña. Pero esa hambre que se ve por ahí, esa con cara feísima, de huesos a la vista, de esa hambre no había en Cuba.
¿Fue amigo de Jackie Robinson?
De buenas, buenas, porque Jackie jugaba en la Liga Nacional, y yo en la Liga Americana. Lo vi dos o tres veces en los Juegos Estrellas, de "quiay, quiay".
¿Quién le puso Minnie?
Ni lo sé, ni nadie lo sabe. Sólo sé que llegué a Chicago el primero de mayo de 1951, llamándome Orestes Miñoso. Y al otro día era Minnie. Me enteré en el dentista, cuando la enfermera salió y llamó a Minnie. Yo no sabía que era conmigo, pero ella ¿qué se cree, que no entendí el inglés?, me agarra, me sienta en el sillón, y yo, medio enojado, le pregunto al dentista: '¿ese nombre Minnie, es male o female? El blanco irlandés no podía contener la risa.
¿Ha visto jugar al equipo Cuba?
Ni miro. No quiero que piensen que voy a tratar de piratear al equipo, de tratar de llevarme a algún jugador.
¿Imaginó que un pelotero podría ganar 25 millones al año?
Fui uno de los peloteros mejores pagados de los Medias Blancas, y también el mejor pagado del club Marianao, pero jamás pensé que habría contratos así. Antes, con cinco millones el dueño corría el equipo completo.
¿Le parece que estos megacontratos corrompen el deporte?
Por el contrario. Lástima que esta danza de los millones no me tocó a mí.
Sobre el escándalo de los esteroides…
No soy la ley. No le echo a ninguno de los implicados. Sería como virarles la espalda. Quizá si estuviera jugando, pero estoy retirado. Lo único que quiero es que se resuelva, por el bien del deporte.
Con el premio Jackie Robinson, siete Juegos de las Estrellas, la camiseta número 9 de los Medias Blancas retirada en su honor, y una estatua en Chicago, ¿no le parece absurdo que no esté en el Hall de la Fama de Cooperstown?
Hay cinco peloteros que están por debajo de mí en las estadísticas, y están en Cooperstown; pero no voy a decir quiénes son, porque no soy hablantín. A lo mejor hice algo mal contra el béisbol, contra los fanáticos, a lo mejor.
¿El pelotero que más admiró?
Mi ídolo era el cubano Martín Dihigo. Después empecé a jugar y admiré a tantos… Quizá escogería a Ted Williams, que es el mejor bateador que yo he visto. Luego a Ramiro Palmeiro, Camilo Pascual, Mickie Mantle… Si me pongo a decir los peloteros que he admirado, no terminaría nunca. Me hace feliz saber que jugué con todos ellos.
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