martes, febrero 26, 2008

LAS CLAVES DEL PODER

Tomado de Cuba Encuentro.com

Las claves del poder

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Más militares, continuismo y centralización: Raúl Castro se arropa con la vieja guardia.
lunes 25 de febrero de 2008 20:00:00
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Por Mauricio De Miranda Parrondo, Cali

Los resultados de la elección de las máximas autoridades del Estado sugieren algunas claves de la estructura y la orientación programática del poder político en los próximos años.

En su sesión del pasado 24 de febrero, la Asamblea Nacional eligió a su presidencia, así como al Consejo de Estado, sin embargo, dejó pendiente (como ha venido ocurriendo desde la III Legislatura, en 1987) la designación del Consejo de Ministros, debido —según Raúl Castro— a la necesidad de "determinar qué cambios resulta necesario realizar en el sistema de organismos de la administración central del Estado, algo que requiere de un poco más de tiempo".

En su discurso de clausura, el nuevo gobernante anunció la necesidad de "establecer una estructura más compacta y funcional con un menor número de organismos de la Administración Central del Estado y una mejor distribución de las funciones que cumplen".

Resulta importante tener en cuenta que el Consejo de Estado es un órgano representativo que —en teoría— es la más alta autoridad colegiada del Estado entre los períodos de sesiones de la Asamblea Nacional, pero sus poderes reales son limitados. No obstante, es usual que junto a los principales dirigentes del país, esté integrado por los dirigentes de las principales organizaciones sociales orientadas por el Partido Comunista, tales como la Central de Trabajadores de Cuba, la Federación de Mujeres Cubanas, la Unión de Jóvenes Comunistas y la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños.

( José Ramón Machado Ventura, número dos del régimen. (AP) )

Junto a ellos, casi siempre, en las diversas legislaturas reservan algunos asientos en la nómina de 31 miembros para directores de escuelas, hospitales o empresas importantes, o científicos, artistas o personalidades de la cultura o los deportes que tienen una participación ceremonial en dicho órgano. El nuevo Consejo de Estado conserva esa línea de constitución en la que los más importantes dirigentes políticos del país, los más altos jefes militares y los dirigentes de las llamadas organizaciones de masas, comparten asiento con personas que provienen de la producción, los servicios, o las esferas de la ciencia y la cultura.

Continuismo

La primera clave que puede obtenerse de la actual composición del Consejo de Estado es la del continuismo. La elección de Raúl Castro (76 años) para la presidencia del Consejo de Estado y del Consejo de Ministros era esperada y además, lógica, después que Fidel anunciara "no aspirar ni aceptar" la nominación para esa responsabilidad.

A pesar de que varios analistas sugerían la posibilidad de que se produjeran algunos cambios significativos en las más altas responsabilidades del país, así como la promoción de algunos dirigentes jóvenes, la composición, tanto de la presidencia de la Asamblea Nacional como del Consejo de Estado, ha reforzado la continuidad de los dirigentes históricos en las más altas posiciones del país.

Entre los ocho cargos más importantes del Estado (el presidente, el primer vicepresidente y los cinco vicepresidentes del Consejo de Estado, más el presidente de la Asamblea), sólo hay un nombre nuevo, el general Julio Casas Regueiro (72), que ocupa la vicepresidencia del Consejo de Estado que deja vacante José Ramón Machado Ventura (77), al ser designado primer vicepresidente.

Los demás vicepresidentes fueron ratificados en sus posiciones, Juan Almeida Bosque (81), Abelardo Colomé Ibarra (68), Carlos Lage Dávila (56) y Esteban Lazo (64). También fue ratificado el presidente de la Asamblea Nacional, Ricardo Alarcón de Quesada (71). Todos ellos, con excepción de Julio Casas, ocupan estas responsabilidades desde hace varios años. Almeida ha sido vicepresidente desde 1976, Machado desde 1987, Colomé, Lage y Lazo, desde 1993, fecha en la que también asumió Alarcón como presidente de la Asamblea Nacional. Mientras tanto, en el nuevo Consejo de Estado sólo 13 integrantes son de nueva incorporación (41,9%).

Viejos dirigentes, dirigentes viejos

La segunda clave es la del fortalecimiento de la "vieja guardia". Junto a los anteriormente mencionados, el Consejo de Estado incorpora a una serie de viejos dirigentes del Partido, como José Ramón Balaguer (75), actual ministro de Salud Pública y con una larga trayectoria de dirección en las Fuerzas Armadas y el Partido Comunista; los Comandantes de la Revolución Ramiro Valdés Menéndez (75), actual ministro de Informática y Comunicaciones, y Guillermo García Frías (80).

Los dos "comandantes de la Revolución" (título honorífico que sólo comparten con Almeida) regresan al primer plano de la política nacional después de unos años de virtual retiro. Valdés, que ya había sido electo miembro del Consejo de Estado desde la pasada legislatura (2003), fue nombrado hace más de un año al frente del Ministerio de Informática y Comunicaciones, una posición clave en las actuales condiciones, después de haber sido durante muchos años ministro del Interior.

Otros miembros de la "vieja guardia" son los generales Álvaro López Miera (65), viceministro primero del MINFAR y jefe del Estado Mayor, y Leopoldo Cintra Frías (67), jefe del Ejército Occidental. Como puede observarse, la edad de este grupo de importantes figuras del nuevo Consejo de Estado es avanzada y en algunos casos sugiere la posibilidad de que no alcancen a cumplir sus funciones en la actual legislatura o lleguen muy ancianos a la siguiente.

En contraste, el grupo de jóvenes dirigentes que encabeza Lage y que incluye al ministro de Relaciones Exteriores Felipe Pérez Roque (43), al primer secretario del Partido Comunista en Ciudad de La Habana, Pedro Sáez Montejo (55), y al asistente personal de Fidel, Carlos Valenciaga Díaz (35), es ciertamente minoritario y en todos los casos repiten legislatura como miembros del Consejo de Estado.

El mensaje claro de esta elección es que la "vieja guardia" y, sobre todo, los militares en activo o procedentes de la cúpula militar, cuentan con la confianza que asegura su probada lealtad. En este sentido se explica la elección de Machado Ventura para la primera vicepresidencia de ambos Consejos, en lugar de Carlos Lage, mucho más joven y quien ha tenido sobre sus espaldas la atención directa de la economía desde el gobierno, así como la inclusión de los dirigentes históricos y los militares de más alta graduación.

Todo atado

La tercera clave es la del mantenimiento de un alto nivel de centralización en las máximas responsabilidades. De acuerdo con la Constitución, el presidente del Consejo de Estado es al mismo tiempo titular del Consejo de Ministros. Sin embargo, la Constitución no estipula esa misma norma para la primera vicepresidencia, la que, sin embargo, ha recaído en una sola persona, Machado Ventura.

Cuando Fidel Castro era presidente, resultaba explicable que Raúl fuera el primer vicepresidente de ambos Consejos, toda vez que además era ministro de las Fuerzas Armadas. Difícilmente podría tener a otro dirigente por encima de él en el gobierno, excepto a su hermano.

Sin embargo, al pasar Raúl a la presidencia, podría haberse dado la circunstancia de que Machado Ventura, que evidentemente reúne condiciones de confiabilidad, así como capacidad organizativa para asumir la máxima responsabilidad en caso de desaparición o enfermedad del presidente, fuera elegido primer vicepresidente del Consejo de Estado, y otra persona, como Carlos Lage, pudiera desempeñarse como primer vicepresidente del Consejo de Ministros.

Sin embargo, ha querido darse la señal de que el poder sigue en manos de los dirigentes históricos y que, además, está altamente centralizado en la cúpula. A ello se une el hecho de que los ministros del Interior (Colomé Ibarra) y el nuevo de las Fuerzas Armadas (Casas Regueiro) ostentan ambos vicepresidencias del Consejo de Estado, con lo que se asegura la presencia de los máximos responsables de los órganos armados del país en el más alto nivel de decisión del Estado.

El propio Lage ocupa, junto a la vicepresidencia del Consejo de Estado, la secretaría ejecutiva del Consejo de Ministros y Esteban Lazo comparte su función de vicepresidente con la de secretario del Comité Central, a cargo de la ideología. Todos son miembros del Buró Político, el más alto nivel de decisión en el Partido Comunista.

El gran consejero

La cuarta clave, y no por ello menos importante, es que Fidel Castro, desde su aparente retiro, seguirá controlando los hilos del poder y tomando las decisiones más importantes. En primer lugar, conserva aún la posición de primer secretario del Comité Central del Partido Comunista, que en los países comunistas era la de mayor poder político cuando otras personas se desempeñaban como presidentes o primeros ministros.

Es sabido que Stalin fue sólo secretario general del PCUS entre 1922 y 1941, cuando además fue designado jefe del Gobierno. Mao, después de renunciar a la presidencia de la República en 1959, conservó todo el poder desde la presidencia del Partido Comunista Chino hasta el día de su muerte. Así, Fidel Castro, mientras sea primer secretario del PCC tiene la capacidad de presidir el Buró Político y, en consecuencia, el órgano de más poder en el país.

Sin embargo, es difícil que Fidel vuelva a presidir el Buró Político. Pero en virtud del acuerdo adoptado por la Asamblea Nacional, "las decisiones de especial trascendencia para el futuro de la nación, sobre todo las vinculadas a la defensa, la política exterior y el desarrollo socioeconómico" le serán consultadas por solicitud del propio Raúl.

Fidel pasa a convertirse en un "gran consejero", algo así como el papel que jugó Deng Xiao Ping en China, desde 1987 hasta su muerte en 1997. Así las cosas, Fidel siempre tendrá la posibilidad de intervenir en aquellas cuestiones "cruciales" e impedir los cambios con los que no esté de acuerdo.

Urgencia de cambios

La dirigencia ha querido enviar al mundo y al país un mensaje de estabilidad y control de la situación. Sin embargo, si se tiene en cuenta que una buena parte de los máximos dirigentes son septuagenarios u octogenarios, o están cerca de serlo, las dificultades que lógicamente impone la edad podrían dar al traste con la inmensa actividad que deberían tener estos líderes en un momento de cambios imprescindibles para solucionar las inmensas dificultades económicas y sociales del país.

Queda por ver si se abordan con resolución los urgentes cambios institucionales y económicos que reclama la situación del país o si sólo se producen cambios cosméticos.

Por ahora, sólo se ha anunciado que habrá cambios, tales como la eliminación de "prohibiciones excesivas", la reducción de ciertos trámites, la búsqueda de alternativas para estimular la producción agropecuaria, el análisis de la situación de la doble moneda. Y se ha advertido que todo se hará de forma gradual. Tendrá que ponerse en la balanza la urgencia de ciertas transformaciones con la capacidad política para realizarlas.