Aquel viejo recuerdo
Por Tania Díaz Castro
LA HABANA, Cuba, marzo (
www.cubanet.org) - Aquella noche del año 1961, en el salón del Centro Gallego de La Habana, ninguno de los que presenciábamos el recital ofrecido por el poeta español Marcos Ana, imaginamos el camino de espinas que tendríamos que transitar por la Cuba de Fidel Castro.
A mi lado estaba el gran amigo y célebre poeta Francisco Riverón Hernández, fallecido poco después de ser reprimido, vigilado y secuestrados sus últimos escritos literarios por la policía política.
También junto a mi estaba el joven poeta y escritor Guillermo Rivas Porta, quien fuera acusado de alta traición unos años más tarde al ser descubierto su plan para abandonar el país clandestinamente. Cumplió 22 años de prisión. En el salón de los descendientes de Galicia, radicados en Cuba, junto a cientos de cubanos, muchos de ellos intelectuales, escuchábamos conmovidos los versos de Marcos Ana, liberado días antes por el propio dictador Francisco Franco, después de haber estado en una de sus cárceles por espacio de 23 años.
Marcos Ana, joven aún, blanco como la cera, haciendo esfuerzos por sonreír y tratando de sentirse un hombre libre, explicaba a aquel nutrido auditorio que después de haber permanecido en prisión durante años por combatir el franquismo, había comenzado a componer versos en una celda de castigo y que gracias a sus compañeros de cautiverio, que pudieron sacar sus poemas al exterior, se publicaron sus primeros libros.
Experiencias como esa y mucho más dolorosas aún, guarda la historia cubana a lo largo de casi medio siglo de dictadura castrista a través de presos políticos como Ernesto Díaz Rodríguez, un pescador pobre condenado a 45 años de prisión, con varios libros de poemas publicados, escritos en su celda, y los poetas Jorge Vals, Armando Valladares y Ángel Cuadra, condenados a 30 años respectivamente.
Pero no sólo en el pasado muchos de nuestros poetas, como Francisco Riverón Hernández, Heberto Padilla, Belkis Cuza Malé, René Ariza, María Elena Cruz Varela, Manolo Ballagas, Raúl Rivero, Manuel Vázquez Portal y la autora de estas líneas, fueron tratados con crueldad por el régimen de Fidel Castro. En la actualidad, algunos de los periodistas independientes que se encuentran en cárceles infrahumanas por orden de Fidel Castro, son poetas. A Ricardo González le acaban de publicar sus versos en España. Está condenado -como todos- a veinte o más años de prisión sólo por escribir y luchar pacíficamente por un mundo más justo y libre, por el respeto a los Derechos Humanos.
Hemos aprendido la lección. Para el anciano Marcos Ana, como para el resto de los trasnochados comunistas del planeta, las dictaduras comunistas no son dictaduras. Los presos del comunismo no son seres humanos, y los poetas, encerrados como animales sólo porque se pronunciaron contra el comunismo, no son poetas.
Ni siquiera creo que Marcos Ana, en sus 87 años de edad, se compadezca de un pueblo que sufre la falta de libertad de uno de los más rancios sistemas represivos, uno que acude a las urnas como jornaleros disciplinados de un Estado que les paga mal.
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