viernes, marzo 28, 2008

¿ QUIEN ESCRIBIRA LAS CARTAS ?

¿Quién escribirá las cartas?


Por Luis Cino

LA HABANA, Cuba, marzo, (www.cubanet.org) - Desde hace varias semanas, el periódico Granma sale los viernes con 16 páginas. Así era antes del Período Especial. A inicios de los 90, luego del derrumbe del comunismo soviético, no quedó papel ni para…el órgano oficial del Comité Central del Partido Comunista de Cuba.

Lo más interesante del Granma de los viernes es que incluye una sección de Cartas a la Dirección. Con la avidez por opinar que se ha desatado en el país luego de largas décadas de pensamiento único, se pudiera esperar leer algún que otro criterio inteligente y sensato. Siquiera similar a los muchos que se escuchan, cada día y a toda hora, en la calle.

Nada de eso. Granma sigue siendo Granma. Las cartas que llegan a su dirección, o al menos las que publican los viernes, de tan irreales, antes que por cubanos de ahora mismo, parecen escritas por extraterrestres. O por Randy Alonso apoyado en la Mesa Redonda.

Las misivas son de súbditos disciplinados y tímidos. Personas prestas a obedecer que confían plenamente en la sabiduría e infalibilidad de la dirección del país.

Tal parece que los que escriben sus quejas y lamentos a la sección Acuse de Recibo, del diario Juventud Rebelde, viven en otra Cuba.

“Sería imperdonable que hipotecáramos nuestro futuro”, un artículo de Lázaro Barredo Medina que Granma publicó el 14 de marzo, hizo que la correspondencia dirigida a la recién estrenada sección se multiplicara.

Era un severo y desesperanzador comentario sobre la economía nacional escrito por el supuestamente autorizado a opinar director del más oficialista de los diarios oficialistas. El comentario era un llamado, como el de un capataz de cuadrilla, a trabajar más y no exigir tanto. A apretar las nalgas y darle a los pedales de la bicicleta china.

El comentario de Barredo le tumbaba las alas del corazón hasta al más optimista de los que esperan por las reformas raulistas y el advenimiento del milagro económico en su versión verde olivo. Era de esperar el torrente de llamadas telefónicas, cartas y mensajes electrónicos de los lectores que dice Granma haber recibido.

Pero he aquí que no las tres opiniones que aparecieron el viernes 21 de marzo, en Cartas a la Dirección, resultaron patéticas por la ingenuidad e indefensión resignada que muestran.

En la primera de las cartas, W. Rodríguez ruega a funcionarios de la economía y las finanzas por más educación económica para los cubanos. Les pide que no dejen sólo a Raúl Castro con “la necesaria labor educativa” y que salgan a explicar, aún a riesgo “de no resultar simpáticos”. Lázaro Barredo, sin ser un experto en la materia, se arriesgó y cayó pesado. ¿Por qué otros no pueden?

En otra carta, una jubilada que firma M. Teran y que dice estar agradecida de poder comprar con su pensión los productos racionados que le ofrecen “por la libreta”, halló el artículo de Barredo “atinado y clarísimo”.

La afortunada jubilada, que no tiene la dicha de los ancianos de mi fangoso barrio, lamenta no ver mentalidad de ahorro entre los que se quejan de que no tienen con qué comprar. Critica “la tendencia al facilismo, la banalidad y la superficialidad” de muchos de sus compatriotas en el enfoque de la realidad nacional.

Desdeña lo que escucha decir en la calle a economistas y politólogos populares (“porque así somos los cubanos, que también sabemos de pelota más que los árbitros”).

Ella confía ciegamente en los árbitros y entiende “correctamente lo que hay que entender”. Como no se considera economista, espera “que los expertos lo estén pensando y analizando muy bien y cuando las cosas sucedan, afecten lo menos posible a los menos favorecidos”. La compañera Teran admite (ese parece ser su único punto de contacto con la realidad) que “hay desigualdad y capas con diferente poder adquisitivo”.

Sólo la carta de J. R. R. Sánchez discrepó del comentario de Lázaro Barredo. El compañero Sánchez afirma tener los pies puestos en la tierra y no espera milagros, pero se queja de la dualidad monetaria.

Aboga (aunque confiesa que le son más confiables los cuc) por fortalecer la moneda nacional. Según Sánchez, si el cambio fuera a razón de 20 pesos cubanos por 1 cuc en lugar de los 25 actuales, “esto significaría un aumento general de salarios”.

Por si las moscas, luego de atreverse a discrepar y para que no lo incluyan en la impertinente categoría de los que creen saber más que los árbitros, JRR afirma “nunca me ha mortificado que los detractores de la revolución nos acusen de ganar 20 cuc al mes, pues siempre he ripostado con lo que Fidel nos ha enseñado”.

Como a un perro de Pavlov, a J lo enseñaron a agradecer la canasta subsidiada por el Estado aunque no alcance para comer más allá de la segunda semana.

Las insólitas para estos tiempos Cartas a la Dirección en el periódico Granma de los viernes, recuerdan a las quinceañeras que escriben cartas de amor dirigidas a ellas mismas. O a ciertos locos que cuando hablan solos, se dicen y luego se contestan.