BARACUTEY CUBANO

Por Orlando Fondevila

Vivimos tiempos difíciles. Tiempos de penuria para la libertad y la verdad. Triunfan la mediocridad, la plasticidad ética, el relativismo político, la manipulación científica, el mercadeo teledirigido de las emociones. En fin, el avasallamiento de lo políticamente correcto, el fracaso de la inteligencia y el reino de la amoralidad y del cinismo. La conversión en dogma de aquel juego poético: ?nada es verdad ni es mentira/ en este mundo traidor/ todo es según el color/ del cristal con que se mira.? Solo que agravado, ya que nos quieren imponer un único cristal, para que veamos tan sólo un color.

El caso de Cuba es paradigmático para ilustrar la infamia que vivimos. Medio siglo de un horror enciclopédico, de una tiranía feroz y perfecta son refractados a través de un cristal opaco y displicente. Para unos cardenales y una Iglesia, no son verdad ni mentira la persecución religiosa, el ateísmo obligatorio, el castigo de la muerte y la tortura para el que piensa distinto. No. Cardenales e Iglesia sonríen y tienden la mano. Para la Europa que edificó la luminosa civilización occidental, la Europa del esplendor griego, de las fundadoras leyes romanas, la Europa de la filosofía noble y de los éticos sublimes, para esa Europa hoy próspera, temblona y descreída de sí misma y de su historia, no son verdad ni mentira la tenebrosa realidad de un pueblo sometido por una tiranía sangrienta y facinerosa. Incluso hacen ascos a estos adjetivos. ¡Fanáticos! ¡Intransigentes! nos llaman. La Europa peligrosamente insustancial de los Zapatero y los Louis Michel sonríen amablemente al verdugo y le tienden la mano.

La gran prensa, por su parte, le baila el agua a la tiranía. Cientos de presos muriendo día a día, planificadamente, en las cárceles cubanas, no son noticia. Millones de seres humanos conducidos a lazo, sin derechos, constreñidos a la infrahumana vida del empobrecido corral castrista, no es noticia. Para la gran prensa del único cristal y del único color, la noticias son las grotescas majaderías que supuestamente ?reflexiona? el tirano moribundo, o las bondades ?pragmáticas? del heredero ?chacal.

Cardenales, políticos, periodistas, académicos, titiriteros, todos moviéndose del rojo al rosa (en sus exclusivos cristales y colores) se multiplican en sus repugnantes consejas harapientas, aunque, eso sí, doctas y sonrientes, a los pobres cubanos. Engolan la voz e impostan el gesto para decir que al menos gran parte de la culpa la tiene el Imperio, y que hay que dejar que los cubanos tomen sus decisiones. ¿Quiénes son los cubanos para estos señores? Parece ? y sin parece- que creen que Cubanos son Fidel Castro y hermanito carnicero, y no lo son Oscar Elías Biscet y Antúnez. Ah, y eso sí, que Estados Unidos no intervenga en los asuntos cubanos, ni la ?mafia? exiliada en Miami. Para eso, para intervenir (apuntalando al moribundo y a su heredero) están los Cardenales, los políticos europeos, la gran prensa, los titiriteros. Perro mundo.Aunque algunos sugieran que es una exageración, lo cierto es que en gran medida el destino de la libertad y de la verdad se está jugando en Cuba.