CASTRO: POLICIA BUENO, POLICIA MALO
Castro: policía bueno, policía malo
Por Miguel Cossio
Los hermanos Castro andan en el jueguito del policía bueno y el policía malo. Fidel en el papel de Harry el Sucio, sin el carisma ni la causa que Clint Eastwood defendía en pantalla. Y Raúl, en el de Tío Stiopa, el miliciano grandote de los muñequitos rusos, admirado por su dedicación al trabajo en pro de los pioneritos leninistas.
Tío Stiopa era bueno, bueno, bueno, o así lo pintaban los animadores de los Estudios Soyuzmultfilm. Harry el Sucio, en cambio, era malo, malo, malo, en cuanto a respetar la ley. Pero bueno en el fin que perseguía. Al estilo de Hollywood, irrumpía, mágnum 44 en mano y sin orden judicial, en la vivienda del malandrín de turno con tal de hacer justicia.
Quizás sin proponérselo o en una jugarreta de poder, los Castro han intercambiado los personajes que siempre interpretaron: el mayor, de policía bondadoso: ''confiesa y te irá mejor''; y el menor, de policía cruel, que arranca hasta lo imposible de los labios del reo, a fuerza de puñetazos, tirones y escupitajos.
En los primeros años de la revolución, Raúl aparecía como el policía malo; según Fidel, era el más radical, el que se encargaba de los fusilamientos y de tusar a los jóvenes melenudos. Fidel se ocupaba de los discursos y de hacer conciencia en la sociedad socialista, para forjar al hombre nuevo. Hoy, los roles han cambiado.
Fidel se opone a los cambios en Cuba, porque, según él, ocurrieron hace cincuenta años y la revolución podría destruirse desde dentro si se deja engatusar por quienes sueñan con el ''acceso fácil a los bienes de consumo'' del capitalismo y ``rinden culto al egoísmo sin restricción alguna por parte del Estado''.
En su interpretación muy particular de Harry el Sucio, Fidel ve un peligro hasta en el disco compacto, el GPS, los DVD, la telefonía celular, el fax, la Internet, los hornos microondas, las cámaras digitales, el Facebook y el correo electrónico. Duda que tales avances tecnológicos sean beneficiosos para la especie humana y garanticen la privacidad y la salud mental.
Hace poco Raúl despachó al miliciano Pérez a Nueva York, para que firmara los pactos de derechos humanos de la ONU, y Fidel montó un berrinche en Granma por esta decisión.
¿Adónde nos llevan las aperturas del policía bueno frente al policía malo? La primera y más firme perspectiva es hacia un régimen de corte chino-vietnamita, sazonado a la cubana, con férreo control político mientras dure Fidel. Un régimen capaz de transformarse en dictadura socialista de libre empresa, como ya la bautizó el filósofo Emilio Ichikawa. Aunque Mariela Castro dijo a El País que su padre no es precisamente un admirador del modelo chino.
Pero, y he aquí la cuestión, ¿puede el régimen raulista, sin los recursos y la idiosincrasia cultural y milenaria de China o Viet Nam, arriesgarse en lo económico sin perderlo todo, es decir, el poder? Mi apuesta es que no.
Una vez que pase de moda el ardid del policía bueno y el policía malo, nadie en Cuba querrá volver a la celda pública de la confesión ni cargar el yugo del eterno culpable, a pesar de las ''reformas'' del azadón, el celular y el acceso al hotel. Todas en C.U.C.
Dtor. editorial y de noticias
América TeVe, Canal 41.
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