viernes, abril 25, 2008

ENTERRAR EL ESPEJISMO

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ENTERRAR EL ESPEJISMO

Por Orlando Fondevila

La llamada revolución cubana no ha sido más que un portentoso (y macabro) espejismo. Por espacio de medio siglo ha sido visionada por millones de personas como un hecho profundamente liberador. Como un modelo de progreso humano y de transformación social. Ningún otro acontecimiento en la historia reciente, igualmente incluibles en la categoría de masiva ilusión social, ha alcanzado las dimensiones del castrismo. Así, la llamada revolución cubana pudiera ser definida como una misteriosa y de cierta manera inexplicable maquinaria productora de ilusiones. Macabro espejismo que ha conseguido (y aún consigue) que se perciba como una especie de paraíso igualitario y fraternal lo que en verdad es uno de los mayores y criminosos desastres políticos, económicos y humanos de nuestros tiempos.

Ni la revolución rusa, ni la china, ni las locuras acaecidas en los procesos independentistas de África, con toda la carga de ilusiones que les ha acompañado, resisten la comparación con el caso cubano. Y no por cuotas mayores o menores de horror, sino porque en ninguna de ellas el estropicio ha sido más acentuado, considerado en términos relativos. Rusia, China y África transitaron, por decirlo de alguna manera, de una situación precaria hacia el desastre. Cuba no, pese a lo que la propaganda castrista haya vendido con tanto éxito.

Hoy, medio siglo después, comienza a hacerse evidente el fracaso. Y el horror. Y, justamente ahora, hay quienes intentan encontrarle excusas al crimen, maquillarlo, hallarle aspectos encomiables. Salvarlo. Gran parte de la prensa en el mundo e ilusos y/o malvados de todo pelaje, intentan deslumbrarnos, esperanzarnos, hacernos creer que la tiranía está cambiando. Que un personaje de la catadura de Raúl Castro, como redivivo Paulo de Tarso en el camino de Damasco, ha dejado de ser un oscuro, sanguinario y pragmático represor y se ha convertido en un reformador. Quieren adornar, retocar la achacosa ilusión para que sigamos creyéndola. Y todo, a pesar de lo ridículo de los afeites. Casi nos aseguran de que el próximo decreto del tirano sucesor nos va a permitir a los cubanos respirar.

No. Nada hay que salvar. La única esperanza, la verdadera salvación para Cuba es el CAMBIO. El cambio hacia la libertad sin matices, hacia la democracia sin adjetivos, hacia los derechos sin restricciones. Y el único camino es la lucha. Enterrar para siempre el espejismo.