CARDENAL MARTINI PIDE REFORMA DEL CELIBATO
Tomado de
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Cardenal Martini pide reforma del celibato
Por Alberto Muller
No resulta un reclamo nuevo ni siquiera novedoso dentro de la Iglesia Católica, el que se permita a los sacerdotes acceder al matrimonio, pero siempre que se pone el tema en el tapete, el mismo levanta opiniones diversas, en algunos, y ansiedades manifiestas, en otros.
El cardenal jesuita Carlo María Martini, rector de la Universidad Gregoriana de Roma, arzobispo de la diócesis de Milán y una de las voces más respetadas de la Iglesia Católica desde el Concilio Vaticano II de 1962, ha vuelto a la palestra para reclamar a las autoridades del Vaticano, que tengan el coraje para reformar los temas relaciones con el sexo, en particular los relacionados con el celibato, los preservativos y el sacerdocio femenino.
En sus reclamos al Vaticano, el cardenal Martini hace un recorrido desde el Nuevo Testamento y recuerda la importancia que tuvo en la Iglesia primitiva, el diaconado de la mujer, como enlace de servicio con el pueblo de Dios.
El matrimonio como sacramento, dijo Martini, también responde a la estructura humana más íntima entre hombre y mujer. Y aunque los sacramentos instituidos por Cristo fueron siete, como el bautismo, la confirmación, el sacerdocio, la eucaristía, la penitencia y la unción de los enfermos, los teólogos reconocen que el valor del matrimonio es supremo, porque en él residen los cimientos humanos maravillosos de la familia cristiana.
El celibato en la Iglesia Católica fue una práctica de la Edad Media, que requería de los sacerdotes y obispos, que no estuviesen casados. Sin embargo, con anterioridad, este requerimiento no existía en su magnitud absoluta. De acuerdo a los evangelios, se sabe que San Pedro, fundador de la comunidad católica en Roma, estuvo casado.
Inclusive, algunos ministros protestantes casados, que se convierten al catolicismo, la Iglesia Católica los ordena sin ser célibes o solteros. La doctrina del celibato, dentro de la Iglesia Católica, no se considera un dogma infalible, aunque ya San Pablo en sus cartas destacaba la abstinencia
A lo largo de la historia del papado se registran, varios casos conocidos de Papas, que antes de ser elegidos o durante sus respectivos periodos en el papado, tuvieron hijos, estuvieron casados y mantuvieron relaciones de índole sexual .
El cardenal Martini argumenta que Jesucristo, con su presencia en las bodas de Caná, dio al matrimonio un carisma especial, como designio de Dios. Por eso la Iglesia, dice Martini, tiene que reformar su distanciamiento de esa realidad divina y discutir la posibilidad de ordenar a hombres casados y a mujeres de probada fe.
Las prohibiciones de la encíclica “Humana Vitae” de Pablo VI en 1969, con severas censuras al sexo han sido negativas, enfatizó el cardenal de Milán, e hizo un llamado a ser revisadas sin temor a eliminarlas.
El cardenal Martini exhorta a toda la Iglesia Católica a no alejarse del Concilio Vaticano II y a enfrentar con coraje la visión de los jóvenes. Y puso el ejemplo de aceptar los preservativos o anticonceptivos, que alejan y distancian a los jóvenes de la Iglesia, porque se necesita definitivamente una nueva mirada social, cuarenta años después.
Sin temor alguno, el cardenal Martini se adentra en un tema espinoso y polémico, cuando dice que nunca se le ha ocurrido condenar a las parejas homosexuales, algunas muy estimadas socialmente.
Ya retirado, pero con su mente viva, el cardenal Martini pide con insistencia a Dios que no lo abandone. También en sus comentarios, elogió a Lutero y habló de los riesgos de visitar una cárcel y tener que rogar y bautizar a dos hijos de padres terroristas.
Tuvo una época de su vida, confiesa Martini, que soñó con una Iglesia joven, en la pobreza y en la humildad, una Iglesia que diera espacio a las personas que piensan más allá.
Hoy ya por su edad, dice no tener esos sueños, por eso ruega por la Iglesia insistentemente. Martini ha puesto nuevamente el debate en el seno de la Iglesia Católica, pues este jesuita pensador y con rango de Cardenal, siempre quiso una catolicismo con efervescencia joven, de ciencia y fe, donde la adaptación del cristianismo a las certidumbres contemporáneas, fuesen posibles y sin distanciamientos.
Piensa el cardenal Martini, que de vivir Jesús en nuestra época, se hubiese comportado así, abierto y comprensivo. Jamás se hubiese cometido el error con Galileo.
Martini ha abierto nuevamente el debate y el catolicismo no tiene otra alternativa que adentrarse con valor en sus temas, pidiendo siempre la gracia y la bendición de Dios.
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