sábado, mayo 24, 2008

VERAZ Y COMPLEJO CINE PARA UN LARGUISIMO RETRATO DEL CHE

Nota del Blogguista

El Che vende, apoyemos o rechacemos su figura; eso asegura un público y permite a un director cinematográfico darse ciertos ¨lujos ¨o licencias.

Para opinar sobre la actuación de un actor con respecto a un personaje real, hay que tener una representación de cómo fue ese personaje en la vida real, o haberse leido el guión para ver si el actor trasmite de ese personaje lo que el guión desea. En la primera situación estoy seguro, que habrán opiniones contradictorias entre los que vean la película o film.

Por otra parte, se puede consultar a fuentes muy variadas y de gran importancia para conocer al verdadero Che y después hacer algo muy lejano de lo que realmente fue. Leí hace poco, y está publicado en Baracutey Cubano, que la bella y atractiva escritora cubana Wendy Guerra fue consultada para que revisara el guión de la película. ¿ Se consultó a Pedro Corzo, a Álvaro Vargas Llosa, a José Vilasuso, etc. ?¿ Se consulto el documental histórico ¨ Che. Anatomía de un Mito ¨, disponible en YouTube, donde opinan sobre el Che muchos de sus compañeros de lucha ? ¿ Se habla de las diferencias y arrogancias del Che con Ramos Latour, líder que sustituyó a Frank País en la lucha contra Batista en las ciudades cubanas ? ¿ Se habla de que el Ché estaba separado de Aleida March y que tenía ya su pareja , al igual que ya la tenía Aleida March, el general Díaz Arguelles que posteriormente moriría en Angola , pero que no pudieron casarce hasta que el Che murió porque Fidel no lo permitía ? ¿ Puede ser veraz un cine que oculta tantas cosas ?. Por cierto, Díaz Arguellez , quien admiraba mucho al Che, traicionó a Olo Pantoja, al acostarse con la esposa de Olo, la cual era hija de un eminente neurocirujano cubano. El cadáver de Olo estuvo frente al Che en la escuelita de La Higuera como tortura sicológica y anuncio de lo que le esperaba.

He visto menos de 10 segundos del film en el video de la noticia dada en el Pais.com y no me fue nada difícil encontrar dos errores históricos.
Por lo qpoco que he leido y visto, La veracidad no es lo que caracteriza a este film sobre Ernesto Che Guevara.
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Veraz y complejo cine para un larguísimo retrato del Che

Steven Soderbergh dedica cuatro horas y media al líder revolucionario

Por Carlos Boyero - Cannes - 23/05/2008


Aunque el cine nos esté acostumbrando desgraciadamente a la eterna duración de películas que podían haberse contado en un tiempo razonable, o incluso no haberse realizado, me asaltan algunos temblores al saber que Che, el proyecto arriesgado y faraónico de Steven Soderbergh, sólo dura cuatro horas y media. En su estreno comercial serán dos partes que no se presentarán a la vez, pero como aquí todo se hace a lo bestia y se supone que lo que más amamos los presentes es pasarnos infinitas horas en la butaca y en medio de la oscuridad, la proyectan de un tirón, eso sí, con un agradecible intermedio en el que al igual que en el colegio o cuando nos llevaban los papás a los añorados programas dobles, nos obsequian con una bolsa con el anagrama de Che que contiene un bocadillo, una chocolatina y una botella de agua, algo insólito en un lugar en el que no acostumbran a regalar ni la hora.

El Che Guevara no pisó la alfombra roja de Cannes pero fue el gran protagonista, ayer, en el festival de cine. Se presentaron las dos películas sobre la vida del guerrillero. Serán cuatro horas de ficción en las que asombra la capacidad de Benicio del Toro para encarnar al mito de la revolución. El Che resucitó ayer en Cannes. Lo hizo de la mano de Steven Soderbergh y reencarnado en un Benicio del Toro tan creíble como el resto del elenco. Reparto que también tiene sabor español con Oscar Jaenada y Carlos Bardem en los principales papeles. Vida y muerte de un revolucionario contada en cuatro horas y media, que llegará a nosotros dividida en dos. Entera ya la han visto, entre otros, Maradona y Mike Thyson, que admiran tanto a este mito que lo llevan en su cuerpo tatuado. Una alfombra en la que no faltó el glamour, que en este caso pusieron Madona y Sharon Stone. -

Y te preguntas cómo han permitido a Steven Soderbergh hacer una película tan larga y de semejante riesgo. Elemental, querido Watson. Soderbergh, aquel señor que comenzó pariendo el mejor cine independiente, que triunfó, se estrelló y desapareció temporalmente, se puede ahora permitir el lujo de seguir haciendo experimentos, películas muy personales o vocacionalmente raras, a condición de que no olvide sus puntuales obligaciones con la serie de Ocean y siga engordando a la gallina de los huevos de oro en el fenicio Hollywood.

Soderbergh también ha demostrado que en medio de grandes estrellas y presupuestos enormes es capaz de lograr una penetrante, nada convencional, extraordinaria crónica del narcotráfico en Traffic. Los temores de que los tópicos o la hagiografía edulcorada se hubieran apoderado del retrato de ese personaje histórico, complejo, que nunca ha dejado de estar de moda aunque lleve muerto tanto tiempo, modélico no sólo para el izquierdismo antiguo y el renovado, sino también explotado por el merchandising y el esnobista mundo del diseño, se evaporan a los 10 minutos de proyección. Estamos ante una película muy seria, primorosamente ambientada, con actores que nunca parecen estar interpretando ni recitando, con un lenguaje, un tono, un cuidado en los acentos y en la fisicidad que te hacen creer que están en Sierra Maestra y en compañía de los personajes verdaderos, que lo que ves y escuchas es un documento riguroso sobre aquella realidad que cambió la historia de Cuba.

Soderbergh intercala con maestría en la primera parte de Che los diversos y trascendentes hechos que éste protagonizó desde el arranque de la revolución hasta la toma de La Habana, incluidas sus posteriores intervenciones como embajador de Cuba en Estados Unidos y en la ONU, intentando explicar y defender la legitimidad de la toma del poder en Cuba.

Utilizando alternativamente y con sentido el color y el blanco y negro, mezclando imágenes y discursos extraídos de la realidad con la ficción, Soderbergh y su guionista Peter Buchman evidencian haberse currado a fondo los libros de historia, escuchado opiniones contrastadas y testimonios de los que vivieron aquellos tiempos, recolección de multitud de datos. La batalla guerrillera en Sierra Maestra, la fe en la victoria, la captación de gente humilde que está harta del estado de las cosas y de la corrupta dictadura de Batista, la deserción de algunos y el glacial y letal castigo que se impone a la indisciplina o a la traición, la descripción del siempre estratega, autoritario, retorcido y político Fidel Castro y de la personalidad del Che Guevara, hombre de acción y asmático, humano e implacable, cercano y distante, estoico y rocoso, convencido de que la lucha no debe parar aunque se haya conseguido el objetivo, las enfrentadas concepciones ideológicas sobre el futuro de Cuba entre los insurgentes, todo ello está descrito por Soderbergh con fuerza y matices, eludiendo la tentación del panfleto y del esquematismo, con cine del bueno.
La segunda parte se centra en la organización de la guerrilla en Bolivia que hace el Che y acaba con su muerte. El cambio de escenario también hace el relato más lineal. Puede empezar a pesarte el cuerpo, a dar vueltas en la butaca, a acabar ligeramente saturado de tanta lucha campestre, a mirar frecuentemente el reloj y desear que llegue el final. El atracón pasa factura, es excesivo. Y eso no le quita mérito al gran trabajo de Soderbergh, a su comprensión de una época compulsiva y de un personaje con anverso y reverso. Los actores secundarios están perfectos, sin impostura en su gestualidad y en lo que expresan verbalmente, pero el trabajo de Benicio del Toro es tan impresionante como sobrio, tan complicado como veraz.

Imagino que va a haber movida con Che, que no va a dejar muy contento a nadie que la juzgue con motivos estrictamente ideológicos, pero es indudable el talento, el sentido del cine, la honestidad, el mimo y el esfuerzo de este director tan inquietante como necesario llamado Soderbergh.