BORRON Y CUENTA NUEVA
Borrón y cuenta nueva
Por Tania Díaz Castro
LA HABANA, Cuba, junio (www.cubanet.org) - Ahora resulta que hasta la prensa escrita de Cuba, medio de propaganda particular del régimen castrista, acepta y explica que no hay un solo bloqueo, sino dos.
Al parecer, el segundo bloqueo, llamado "el otro", es tan dañino como el que aplican las administraciones norteamericanas al régimen cubano y cuyo nombre verdadero es Embargo Comercial, debido a las propiedades confiscadas que aún no han sido pagadas a familias de Estados Unidos.
Pero vayamos a ese otro bloqueo que ya cuestiona la prensa oficialista de manera abierta y sin tapujo alguno.
El otro bloqueo, que no es otra cosa que un complicado engranaje de negocios ilegales que practica la población cubana de disímiles formas -a cualquier hora del día y en cualquier lugar-, tantas que se hace imposible su control y mucho menos su desaparición, es el culpable de que el salario del trabajador no haya recuperado aún su verdadero papel a partir de 1990, justamente cuando desapareció del orbe el campo socialista y el periodista argentino Andrés Oppenheimer, como si adivinara que el castrismo comenzaba a morir, escribió el libro La hora final de Castro.
Para el régimen, el otro bloqueo también es culpable de que el socialismo castrista sea un verdadero fracaso. No se analiza, por ejemplo, la falta de honestidad en sentido general, por qué el trabajador cubano está obligado a realizar actos ilegales para llevar el pan a casa.
Los que vivimos el capitalismo de los años cuarenta y cincuenta recordamos bien que en Cuba los que trabajaban no robaban. Y no robaban porque cada centro laboral tenía su dueño. Si alguien robaba, eran los de arriba. No los de abajo. Ahí está el fracaso de la filosofía comunista, o mejor dicho, la de Robin Hood, el héroe de las baladas inglesas. Hoy son sus amigos, los oprimidos y los necesitados los que toman lo que no tiene dueño.
La prensa oficialista los llama vampiros de la economía estatal y Fidel Castro, reflexionando, aseguró que la sociedad cubana tiene tantas dificultades que requiere de un sinfín de tantas respuestas como las que se aplican en un tablero de ajedrez.
Pero "El viejo", como le llaman a un trabajador del Centro Comercial del reparto El Roble, en el poblado de Santa Fe, tiene la respuesta a la situación cubana. Dice, sin dejar de sonreír y a pleno sol, que hay que comenzar de nuevo, borrarlo todo, porque todo lo que se ha hecho hasta ahora, de nada ha servido. ¿Tendrá razón este trabajador de bodegas, con más de 60 años de experiencia?
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