IGLESIA Y JERARQUIA
Tomados de Cuba Encuentro.com
Iglesia y jerarquía
*********************
Ciertas declaraciones pueden molestar a los católicos, pero es injusto generalizar las críticas contra la única institución preocupada por los cubanos.
*********************
Por Yaxys Cires Dib, Madrid | 02/07/2008
La historia suele ser vista en clave de poder. Se cuentan las grandes batallas, las hazañas de los mártires, las revoluciones y lo que han dicho los más encumbrados intelectuales y audaces estrategas. La vida vista y contada en función de lo que a nuestros ojos es grande, dejando poco espacio para recordar lo que vive la gente de a pie, casi siempre alejada de los medios de comunicación y de los quehaceres de "analistas" y "tertulianos" que hoy pululan.
Sólo en esta lógica o forma de interpretar la realidad encuentran asidero los duros comentarios que sobre la Iglesia Católica cubana se vierten constantemente, principalmente desde el exilio.
No pretendo desviar la atención o minimizar la responsabilidad de quien, ejerciendo su derecho a expresarse libremente —vedado para la mayoría de los cubanos—, ha dicho cosas que, como mínimo, han provocado desconcierto. De hecho, queda por aclarar si las personas seremos juzgadas ante Dios por nuestras intenciones o nuestros actos. Dicho de otra manera, me pregunto si sólo bastará con justificar que nuestro deseo fue altruista para poder ser digno de la admiración de otros.
Injusto reduccionismo
La actuación de determinadas personalidades eclesiásticas ciertamente puede causar disgustos entre los fieles, e incluso, en supuestos graves —no frecuentes en Cuba—, podrían lacerar la imagen de la Iglesia. Sin embargo, no es comprensible que la labor de una institución integrada por miles de personas, marcada por una rica diversidad y con un historial de servicio tan sólido en nuestra patria, sea juzgada teniendo en cuenta solamente los hechos y actitudes de sus más "conocidos" miembros, que, como personas, pueden tener aciertos y desaciertos.
Ello constituye un injusto reduccionismo que lesiona la única institución presente en todos los pueblos de la Isla y con una preocupación real por los ciudadanos. Independientemente de las motivaciones de los críticos, dicha simplificación seguramente alegra a quien en realidad es la causa de nuestros males, entre ellos, del daño antropológico, porque conoce perfectamente el actuar e influjo positivos de la Iglesia entre nuestros compatriotas, opuesta de facto a las causas de nuestra aciaga situación.
Si tenemos que destacar la labor de alguien al servicio de los ciudadanos cubanos, es la de la Iglesia. En las duras y en las maduras ha estado cercana a la gente más pobre. Con un incalculable esfuerzo ha mantenido abiertos cientos de comedores para ancianos y decenas de farmacias.
Las oficinas de Cáritas han procurado que cada persona que pase por ellas no se vaya nunca con las manos vacías, a pesar de las dificultades que el gobierno ha puesto permanentemente para adquirir —comprados e incluso procedentes de donaciones— los alimentos que se reparten.
Un lugar meritorio tiene la pastoral de la salud, que lleva un mensaje de aliento espiritual a tantos enfermos, principalmente los ancianos. Pero no sólo en este campo la Iglesia lo entrega todo en Cuba, también preocupándose por la formación y la promoción humana. Tengamos presente, por ejemplo, los proyectos de educación en valores de las monjitas en diversos barrios de la ciudad de Pinar del Río y los cursos en las comunidades de base.
Hablar más
Si pasamos a otras sensibles realidades, ¿acaso no hay sacerdotes que van a las cárceles a visitar a prisioneros políticos y que en sus comunidades rezan por ellos y para que en Cuba haya respeto a las libertades?
Lo que sucede es que de estas cosas se habla muy poco. Hay que sentarse con la gente común para enterarse de la labor de los sacerdotes, religiosas y laicos cubanos. No dudo que, en honor a esa entrega sacrificada, los propios opositores cubanos de dentro profesan un claro respeto a la Iglesia, incluyendo su jerarquía.
Es interesante escuchar también las opiniones tan positivas y el alto nivel de agradecimiento hacia la Iglesia por parte de responsables de muchas organizaciones europeas, entre ellas las que ayudan a la disidencia o a diferentes proyectos sociales. Conmueve el respeto con que visitantes amigos se refieren a los sacerdotes que atienden las obras asistenciales en los barrios marginales de La Habana y a la pulcritud con que manejan los recursos destinados para dichos servicios, lo que no está de moda hoy en diversos lugares.
Por otro lado, aunque la Iglesia, por razones obvias, no es partidaria de pregonar todo lo que hace, sí tiene que ampliar sus canales de comunicación, principalmente con la diáspora, y en especial con los medios de comunicación que tratan temas nacionales. Además, es conveniente que no sean siempre las mismas caras, entre otras razones, porque ello no se corresponde con la realidad de una Iglesia activa y en constante renovación.
Asimismo, esa estrategia de comunicación debería tener como uno de sus principales puntos dejar a un lado la imagen distorsionada que algunas autoridades tienen sobre determinados medios de comunicación que, lejos de ser laicistas y siendo firmes en su pluralismo informativo, sienten gran respeto por la Iglesia, lo cual se evidencia en el trato que se da a las noticias relacionadas con ella.
Mucho podemos decir sobre lo que hace la Iglesia, y los cubanos agradecidos lo reconocen. El reto de todos, fieles y jerarcas, consiste en defender las cosas positivas que se hacen y no entrar en la dinámica de la "alta política", de la cual muy pocas veces se sale bien parado; máxime teniendo enfrente a personas y estructuras cuya dinámica no tiene ni una pizca de sintonía con lo que la Iglesia defiende. Y que, además, no vacilarán en exigirle, si es necesario, que, como Saturno, termine devorando a algunos de sus hijos.
Todos podemos hacerle mucho bien a la Iglesia, pero también mucho daño. Mirando sólo los errores de la jerarquía, o de sus más connotados miembros, e identificándolos con la obra de la Iglesia en Cuba, que, aunque humana y seguramente errada en alguna ocasión, podemos considerar como magna, es muy sencillo pecar de ingenuo o radical. Esto no es aconsejable.
En primer lugar, porque haciéndole daño a la Iglesia, se lo hacemos a la sociedad y a los conciudadanos. En segundo, porque muy pocos de los que hoy actúan como talibanes de la palabra, podrían lanzar la primera piedra.
*********************
Part Time (Usuario no autenticado) 02/07/2008 17:40
Lo que dice el señor Cires Dib es la pura verdad, en lo que respecta a la obra pastoral y humanitaria de la iglesia católica en Cuba.
Lo que yo voy a decir es la puta verdad, en lo que respecta al guabineo y culipandeo de la alta jerarquía eclesial.
Los Ortega y los Céspedes son la cara visible de la Iglesia. Una cara dura de pragmatismo relativista de quien se preocupa más por la convivencia con el régimen que con los intereses supremos de la nación. Su postura y equilibrismo son, como mínimo, criticables.
Pero la verdadera responsabilidad de la connivencia con el régimen hay que buscarla más arriba: en la Santa Sede.
Comoquiera que se ponga, Su Eminencia (gris) el cardenal o el Monseñor (con sus apellidos de ringorrango pero sin Bola de Nieve) no son más que correas de transmisión del verdadero capo de tutti i capi, el cardenal Tarcisio Bertone, Number Two del Papa, el que diseña la estrategia de la política exterior vaticana.
Bertone es un Secretario de Estado papal que ya no cita las Sagradas Escrituras, sino las guanajadas de Raúl Castro. A Bertone le encantó la propuesta medio fascista de Raúl de que los jóvenes de hoy necesitan 'ideas fuertes'. Horror que me recuerda al che, a Stalin y a Hitler.
( Cardenal Bertone y tirano Raúl Castro )
Y ahora sabemos bien, por un pitazo de Moratinos, que fue el mismo Bertone, metido a cabildero, quien bendijo el levantamiento de las sanciones europeas al régimen castrista.
Después de esto, los guabineos de la jerarquía eclesial cubana no son más que peccata minuta.
Dicho lo anterior, recalco que el punto del artículo de Yaxys es válido e incluso conveniente. Yo nunca confundiría a un obispo alienado del pueblo con el joven cura que visita en Cuba a mi madre enferma, le da aliento y hasta le canta misa en la casa junto a otras ancianas vecinas.
Gracias, Yax, por mostrar la cura luminosa de la luna en momentos en que uno tiene la tendencia a ver solamente el lado oscuro.
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home