miércoles, julio 16, 2008

NEFASTO Y LOS REPETIDORES

Nefasto y los repetidores


Víctor Manuel Domínguez
Sindical Press

LA HABANA, Cuba, julio (www.cubanet.org) - Los periodistas cubanos no escribirán muy bien, pero saben hablar mejor. El hecho quedó demostrado durante el VIII Congreso de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC).

Allí, despojados del temor a la censura, hablaron hasta por los codos de la política informativa del país, que aunque resulta una guía indispensable en la teoría, de forma paradójica continúa trabada en la práctica.

Y hay que ver con cuánto valor los más constantes adulones del rumbón revolucionario expresaron su desacuerdo con la persistencia de loas, apologías y triunfalismos.

Resultó meritoria la clásica osadía de decir que en ocasiones se callan o informan con retraso sucesos que están a la vista de todos. Fue una marejada silenciosa señalar que carecen de informaciones de ministros y ministerios, aunque a veces suelen darlas para consumo interno del reportero y no para publicar.

Se profundizó tanto en este tema que hasta se habló de vergüenza en el gremio de los informadores.

( El peiodista oficialista Luis Sexto )

El reclamo de “que debemos ir delante de la noticia y no detrás para luego no avergonzarnos cuando veamos su reflejo en la prensa extranjera y no en la nuestra”, lo dejó claro. Pero los puntos más elevados del congreso estuvieron en los descubrimientos.

Según una conocida reportera, descubrir el alto nivel de coincidencia entre lo que escriben los periodistas y ordena la dirección del Partido es algo merecedor del Premio Pulitzer.

De acuerdo con la opinión de otro -que al parecer reporta para la ANSOC (Asociación Nacional de Sordos e Hipoacúsicos)-, “hemos de ser leales al silencio cuando el silencio es la palabra de orden”.

Ante criterios así, no les será fácil arrancarse las cadenas que los atan al “cómodo oficio de repetidores defectuosos”.

Conocidos los resultados del congreso, nada más cerca de la verdad que PARODIAR lo expresado por el monarca Luis Sexto: Los periodistas cubanos, más que un juicio despectivo, merecen compasión.