viernes, agosto 29, 2008

CUARENTA AÑOS DE INFAMIA

Nota del Blogguista


Muy buen artículo en su esencia pero con desaciertos en algunos detalles.

Balance controversial de la Enmienda Platt

El balance de la Enmienda Platt es muy controversial. Considero que sus consecuencias deben analizarse desde al menos dos perspectivas o ángulos diferentes. Una primera perspectiva nos dice que la mencionada enmienda:
1) Propició el aumento significativo de las inversiones extranjeras en un país totalmente destruido necesitado de las mismas. La mencionada enmienda garantizaba, en cierto medida, el ambiente de paz necesario para el desarrollo de las inversiones en el país.
2) Contribuyó grandemente para que no sucedieran en Cuba, largas y sangrientas guerras fratricidas similares a la ocurrida durante y después de la independencia en muchas repúblicas hispanoamericanas y en Haití, o como la ocurrida en los propios Estados Unidos con la guerra de Secesión.
3) Limitó significativamente la posibilidad de una agresión extracontinental por parte de las potencias europeas como la efectuada por Alemania, con la ayuda de Inglaterra, a Venezuela en 1901 mediante los bombardeos a La Guaira, Maracaibo y Puerto Cabello, por ésta no pagar las deudas adquiridas con un poderoso consorcio alemán. Anteriormente, en 1897, la marina alemana ya había realizado demostraciones de fuerza en Haití.

Una segunda perspectiva de la Enmienda Platt nos dice que:

1) Limitó en cierta medida, en cuanto a principios se refiere, la soberanía de Cuba, otorgándole a la república desde un punto de vista formal, una independencia restringida.
2) Creó una mentalidad de Patronato en ciertos segmentos del pueblo cubano mediante la cual, se esperaba que los norteamericanos fueran los que resolvieran nuestros problemas políticos. En otros segmentos de la población cubana, creó o acentuó un sentimiento nacionalista antinorteamericano.

La enmienda Platt nos privó de gozar de una independencia y soberanía total, pero también nos evitó grandes desastres y sufrimientos.

Manuel Sanguily como Ministro de Estado (responsabilidad que corresponde a la de Canciller o Ministro de Relaciones Exteriores en nuestros días) del gobierno de José Miguel Gómez, en su discurso en el teatro Polyteama, a poco más de una década de la imposición de la Enmienda Platt, expresó:

"Mantendrá el Gobierno las relaciones más cordiales en el orden diplomático y de los negocios, con las naciones amigas entre nosotros dignamente representadas, y sobre todo cultivará los grandes y vitales intereses que en franca y afectuosa correspondencia nos ligan a los Estados Unidos, no ya solo en consideración a las ventajas que deriva de ellos nuestra economía, sino por los incomparables servicios que el pueblo y el Gobierno americanos han prestado a la causa de la justicia, de la civilización y de nuestra nacional soberanía.

Y no os sorprenda esta sincera manifestación de quien siempre ha vivido inquieto y receloso en el temor de los grandes y los fuertes. Dos veces -una, por la ceguedad de nuestra vieja y orgullosa Metrópoli; otra por la ceguedad de enconos fratricidas-, vinieron aquí los americanos traídos por su fortuna o llamados por nuestras discordias, y siempre se retiraron de nuestro territorio, haciéndonos el doble beneficio de construir dos veces la república, y dejándonos en el corazón atribulado, desengaños y escarmientos; más en ambas ocasiones, motivos superiores de admiración y de gratitud por esa magnánima conducta que jamás en la historia habían observado los pueblos fuertes y triunfantes con los débiles, conturbados y decaídos" (Ibarra, 312)

He escogido esas palabras de Manuel Sanguily en el teatro Polyteama, y no las de otro cualquier patriota o ciudadano, por la posición vertical que siempre mantuvo Sanguily en su quehacer político:

Sanguily se opuso en un primer momento, como ya expresamos, a la imposición de la Enmienda Platt. Posteriormente, y ya en la República como miembro del Senado cubano, se opuso a la venta de tierras cubanas a capital norteamericano. En ese cargo de Secretario de Estado del Gobierno de José Miguel Gómez, se opuso de palabra y de hecho a la injerencia norteamericana en Méjico cuando el derrocamiento del presidente Francisco I. Madero y su sustitución por Victoriano Huerta, actitud que suscitó desavenencias con el gobierno norteamericano. Sanguily fue en su momento, él más fuerte y decidido opositor en el Senado cubano a la aprobación en 1903 del Tratado de Reciprocidad Comercial con los Estados Unidos (TRC). La verticalidad de Sanguily llegó hasta el punto de acusar públicamente de corrupto al gobierno de José Miguel Gómez (1909-1913), pese a pertenecer a su gabinete como Secretario de Estado.

El fundamento de la preocupación norteamericana por nuestra estabilidad republicana iba desde los más excelsos y enaltecedores sentimientos humanos de solidaridad, hasta la más fría y calculada preocupación por sus inversiones económicas y su seguridad nacional. En ese amplio espectro, es donde debemos situar los móviles que tuvieron las numerosas personalidades norteamericanas que intervinieron en la confección, aprobación y aplicación de la Enmienda Platt

En otro orden de cosas, nuestra responsabilidad como pueblo en la ascención, imposición y sostenimiento del Castrismo va mucho más atrás y mucho más adelante en el tiempo que esas dos décadas de las que habla Calzón; van más atrás que el 10 de Marzo de 1952 y llegan hasta nuestros días y abarcan desde el no respeto a las reglas del juego democrático entre partidos políticos, pasando por el caudillismo y el mesianismo, la mentira y la exageración de los males de la república hasta el apoyo con dinero, armas y la pluma; sin olvidar el mayoritario pecado de omisión de dejar que las cosas pasaran y otras muchas culpas más que alcanzan ambas orillas y muchos momentos.

No simplifiquemos las cosas ,ya que lo único bueno que podemos sacar del período más largamente negro de nuestra historia, son las causas de su surgimiento y mantenimiento en el poder para que NUNCA, NUNCA MAS, vuelva a establecerse algo siquiera parecido en el Poder. Los Castro morirán, pero más importante aún es que muera por el peso de la Democracia y la Responsabilidad, el Castrismo y todo lo que se parezca a él.

Una digresión: En mi grupo como estudiante de primer año de Matemáticas de la Universidad de La Habana, se encontraba Oleg Staněk, un checo alto, muy callado, tirando a pelirrojo con un gran parecido al poeta ruso Pushkin. Se produjo la invasión soviética a Checoeslovaquia y algunos estudiantes me contaron como Oleg, rompiendo su mutismo, se había explayado insultado por la invasion a su Patria; me lo hablaban en susurros, ya que yo no había estado presente por ir a merendar y ¨barquear ¨muy lejos durante el receso. Después de que Fidel Castro en su discurso apoyó la invasión soviética, enmascarada como del Pacto de Varsovia, nadie nos acercábamos a Oleg.Hoy todavía siento vergüenza.
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Diario Las Americas
Publicado el 08-27-2008

Cuarenta años de infamia
Por Frank Calzón


Cuarenta años después de la cruenta invasión soviética que aplastó la esperanza de libertad que fue la Primavera de Praga en 1968, ruedan los tanques rusos por la campiña georgiana. Entonces Fidel Castro aprobó la invasión soviética, hoy Raúl Castro aprueba la invasión rusa, otra operación militar cubierta de sangre y defendida por las mentiras más abyectas.

( Primavera de Praga, 1968 )

Entonces algunos activistas pro-castristas radicados en los Estados Unidos, defendían la “revolución cubana”, hoy la Profesora Marifeli Pérez Stable de la Universidad Internacional de la Florida insiste en que este es el momento para “normalizar las relaciones con Cuba.” Con Cuba, dice ella, con la Cuba de los Castros, traduzco yo.

Sobre la agresión rusa en la pequeña Georgia, dijo la cancillería castrista que todo se debía “a la complicidad de Georgia con el gobierno norteamericano”. Fidel, molesto con la valentía de la República Checa y de Polonia, acusó a las dos naciones de “actuar como protectorados de Estados Unidos.” Ahora es el señor Hugo Chávez el que dice que “este conflicto fue planificado, preparado y ordenado por el gobierno de Estados Unidos.” Aparentemente ni La Habana ni Caracas se han enterado que los tanques que matan y destruyen en Georgia son rusos, no norteamericanos.

( Osetia del Sur, 2008 )

En tanto la obsesión anti-americanista en círculos académicos norteamericanos continua. Son los que dicen que las relaciones entre Cuba y los Estados Unidos nunca fueron normales y que el factor antiamericano explica la revolución cubana. Afortunadamente, por mucho que se quiera reescribir la historia de la isla, la evidencia no justifica esas conclusiones. Sólo hay que leer la Revista Bohemia, la publicación de mayor circulación en la Cuba republicana y comparar su circulación con la exigua del periódico “Noticias de Hoy,” órgano del partido comunista de Cuba. La Revista Bohemia, eminentemente cubana, también era anticomunista; como lo fue Eduardo Chibas, el gran líder demócrata ortodoxo, anticomunista y de pensamiento esclarecedor en cuanto a la filosofia marxista y la verdadera naturaleza de la tirania soviética. Bohemia se opuso al régimen de Batista y apoyó la revolución; pronto, como todos los otros medios de la prensa libre cubana, fue amordazada por Castro y su director acabo exilándose, denunciando la traición de Fidel Castro hasta que se suicidó.

Para escribir sobre el pasado republicano cubano, con sus logros y sus errores hay que dejar a un lado los prejuicios adquiridos por los que en un momento se oponían con contundencia a la Guerra de Vietnam y admiraban la noble cruzada por los derechos civiles liderada por el Dr. Martin Luther King. Como me apuntaba entonces mi amiga Silvia Font, muchos “confundían la gimnasia con la magnesia.” Era la época en que algunos decían que si Washington estaba equivocado en Vietnam, Fidel tenía que ser bueno. Pero nadie estaba obligado a escoger entre una u otra infamia: se podían defender los derechos civiles en los Estados Unidos y demandar la libertad de los presos politícos en Cuba. Ya en 1968, mientras algunos jóvenes cubanos procastristas residentes en Estados Unidos viajaban a la isla como parte de la propaganda del régimen, otros estudiantes cubanos se encadenaban en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas demandando la libertad de los presos politicos cubanos.
En cuanto a la “normalidad” de las relaciones cubano-americanas baste apuntar que es verdad que Washington obligó a los constituyentes cubanos en 1901 a aceptar la enmienda antes de abandonar la isla, pero las intervenciones de Washington en los primeros años de la Republica fueron siempre solicitadas por gobiernos cubanos. ¿Como es posible que algunos profesores de esta orilla sean incapaces de reconocer que la Enmienda Platt, un error terrible de Washington, durante los 32 años republicanos en los que estuvo en vigor, no afectaba a la libertad de prensa, ni el derecho de reunion o asociacion, ni siquiera limitaba el derecho de los cubanos a organizar partidos políticos, ni siquiera el comunista, ni a manifestarse en contra de la misma enmienda? Los hermanos Castro vienen limitando la soberanía del pueblo cubano desde hace 50 años, negándoles todos los derechos. Para abrogar la enmienda Platt, como para recuperar la soberanía cubana sobre Isla de Pinos, no hicieron falta campañas terroristas, ni comités de defensa de la revolución; solo fue necesaria la diplomacia de la República Cubana.

( Triunfo de la Revolución, Santiago de Cuba, enero 1959 )

Esa “república limitada” y esas relaciones, que algunos dicen no fueron normales nunca en la historia del país, se caracterizaron por una política exterior independiente, que lo mismo ofrecía abrigo a exiliados republicanos españoles, o a los exiliados de Trujillo, y de otros dictadores latinoamericanos, aliados de los Estados Unidos y supuestamente controlados por ellos. Y bajo esa “república limitada” los cubanos se dieron asimismos una de las constituciones más progresistas del hemisferio. Y en aquella Asamblea Constituyente, la de 1940 participaron todos los cubanos: los conservadores, los liberales, los comunistas y otras agrupaciones politicas.

Cuarenta años después de la invasión soviética de Praga, que causó la separación de algunos que apoyaron la revolución castrista hasta entonces, no vale la pena seguir con ese maniqueísmo. Tenemos ejemplos, como el caso de Stalin y los intelectuales occidentales que lo apoyaron, y un día reconocieron la verdadera naturaleza de su tiranía; también hay intelectuales que apoyaron a la revolución cubana en sus principios y que han reconocido las consecuencias de la tragedia que todavía vive el pais. Que algunos, ahora críticos del castrismo, continúen repitiendo las medias verdades de los años sesenta y setenta es muy lamentable. Como lo es el que insistan en que no tienen nada de que arrepentirse. Las ideas tienen consecuencias y por muchos años la primera línea de defensa de los asesinos de la Habana se basó en el trabajo de aquellos que justificaron por años tantos crímenes y tanta infamia. Y que no me vengan a hablar de reconciliación entre las victimas y los asesinos hasta que ellos acaben de matar, o por lo menos hasta que los que defendieron la infamia durante sus dos primeras décadas, y hasta mas tarde, reconozcan su responsabilidad.

Cuando Castro llegó al poder habían pasado 25 años desde la derogación de la Enmienda Platt, la Enmienda que hay que derogar hoy es la de su régimen a la soberaní a de todos los cubanos.
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Frank Calzón, Director Ejecutivo del Center for a Free Cuba (Centro Para una Cuba Libre), Washington, D.C.