LAS OLIMPIADAS DE LOS MANDARINES
Las Olimpiadas de los mandarines
Por Luis Cino
LA HABANA, Cuba, agosto (www.cubanet.org) - Resonaron los tambores tradicionales chinos y el triple campeón Li Ning ascendió a las alturas para encender la mecha olímpica a las 8 de la mañana del octavo día del octavo mes en Beijing. Luego hubo un diluvio de fuegos artificiales. Pareció una escena corregida y aumentada de “La casa de las dagas voladoras”.
Los mandarines de Beijing se empeñaron a fondo en que fuera la ceremonia inaugural más espectacular de la historia. Nunca es demasiado el costo de la propaganda para una dictadura totalitaria.
La ceremonia en el Nido del Pájaro logró hacer olvidar la sangre derramada por uigures y tibetanos. Hoy, el mundo presta más atención a las películas de Hollywood, los chismes de los famosos y los juegos olímpicos fastuosos que a las minorías étnicas masacradas.
¿Acaso los millares de visitantes que hoy pasean por la remozada Plaza Tiananmen dedican una partícula de sus pensamientos a los manifestantes que hace 19 años murieron allí por la libertad? ¿Alguien pensó en los ciberdisidentes presos, antes de hacer sus maletas para Beijing?
Estos son los juegos olímpicos más politizados desde los que se celebraron bajo la supervisión nazi en 1936. La buena noticia (o mala, depende como se mire) es que estos juegos no fueron tan boicoteados como los de Moscú, Los Ángeles o Seúl.
No pude evitar deslumbrarme frente a la pantalla de mi televisor (también chino) con la inauguración de las Olimpiadas. Tele Rebelde trasmite la señal a tiempo completo. Todo un privilegio. Alguna ventaja tiene que derivarse de que Cuba sea nuevamente una firme aliada estratégica de los camaradas de Beijing.
No quiero ser un aguafiestas, pero me resultó ominosa la presencia en el Nido del Pájaro de los soldados del Ejército Popular bajo la bandera roja del camarada Mao
Pero no sólo eso. Las previsiones de los mandarines para las Olimpiadas rayaron en lo inverosímil. Más allá de lo humano. Demasiado artificial para mi gusto.
No lo digo sólo por los gastos millonarios en sofisticados medios electrónicos de observación y escucha, el espacio aéreo de la República Popular cerrado durante las horas que duró la inauguración y el más de un millón de “vigilantes voluntarios” que hicieron palidecer de envidia a los chivatos de mi país y a sus jefes.
Hablo, entre otros detalles, de los 46,5 millones de metros cuadrados de césped. Los establos con aire acondicionado, cámaras de seguridad y centros de esterilización. Los estadios diseñados para resistir sacudidas telúricas de hasta 8 grados en la escala Richter. Las nuevas líneas del metro de Beijing, los 3 mil ómnibus y los 60 mil taxis. Los patos que comerán los deportistas sometidos también a pruebas anti doping. Las 337 bellas y cultas azafatas de entre 1,68 y 1,75 centímetros de estatura, que se encargan ya de las premiaciones. Los operativos contra los revendedores de tickets. Las instrucciones precisas sobre los temas que se pueden conversar con los visitantes.
Ni siquiera la lluvia quedó al azar. El Centro de Servicios Meteorológicos da pronósticos del estado del tiempo, con 72 horas de antelación, cada 180 minutos. Cuatro satélites están programados para tomar imágenes de las nubes cada 15 minutos y enviarlas a 186 estaciones meteorológicas automáticas.
Llama la atención la rutina de pegajosos cánticos y estribillos orientados, oficialmente y de forma constante, por la TV china para que la población exprese su entusiasmo.
Las autoridades, además de desalojar a las miles de familias que vivían en los terrenos donde ahora se levanta la villa olímpica, mudaron las industrias de Beijing y limitaron el tráfico de vehículos automotores para aliviar el smog. No quiero imaginar qué habrán hecho los mandarines con los vagabundos, los adeptos de la secta Falung Gong, el budismo tibetano y los disidentes.
Me temo que el éxito de los Juegos de Beijing pruebe que un estado policial, si está inscrito dentro de la globalización capitalista (aún con socialismo de mercado), es el lugar idóneo para celebrar olimpiadas. Sólo que en el mundo quedan pocos sitios con tales características. Pese a lo que digan, es una suerte.
luicino2004@yahoo.com
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