domingo, septiembre 21, 2008

CRÓNICAS: COMPLICIDAD Y SILENCIO

Crónicas: complicidad y silencio



Por Teresita Mayans


Ya se están escribiendo dentro de Cuba las crónicas de los artistas e intelectuales que se han enfrentado a la brutal dictadura de Fidel Castro.

Nunca me he sentido con tantas ganas de equivocarme como ahora. Desde 1959 hasta el presente suman 14. La estadística viene de fuentes dentro de la isla que han tenido acceso a los expedientes personales en lugares donde todo está archivado en ''el confidencial'' y donde también ha quedado escrita y debidamente especificada la actividad de cada uno de los trabajadores (incluyendo la colaboración y complicidad con los órganos del G2) en todas las disciplinas del mundo intelectual y artístico.

Cuando los sucesos de la embajada del Perú en 1980 que dio origen al éxodo del Mariel, varios artistas aprovecharon la oportunidad para escapar de Cuba. Con indignación y tristeza un grupo de artistas ''defensores de la revolución'' se armó con palos y bates de baseball e, integrándose voluntariamente a esas turbas asesinas de respuesta rápida, golpearon a sus propios compañeros que optaron por abandonar el país.

Según la crónica de la bloguera Yoanis Sánchez, laureada recientemente con el premio Ortega y Gasset, tristemente nos cuenta en detalles lo ocurrido en un concierto ofrecido el último jueves del mes pasado en La Habana en el escenario del llamado por el pueblo Protestorium, donde ella y cuatro amigos, Ciro, Hebert, Emilio y la artista plástica Sandra Ceballos, trataron de desplegar un cartel pidiendo la libertad de Gorki, el rapero detenido por criticar y enfrentar con su estilo muy sui generis al régimen criminal que ya sabemos.

Para vergüenza de los artistas Yoani comenta: ''Solamente una docena de amigos nos acompañaba, pero ningún rapero ni trovador, ni un solo artista''. Y yo agrego: igual que siempre, indolentes ante los problemas sociales, ante la descomposición moral y cívica existente en Cuba y en la que muchos de ellos participan y luego, como único premio cuando se mueren, les ponen una bandera en el sarcófago.

A otros los premian o les permiten comprar un Lada o un Moskovich, o les regalan una casa que le han robado a otro cubano, o les facilitan unas vacaciones en una casa en la playa. Depende del grado de colaboración e información que hayan prestado a los oficiales de la Seguridad del Estado que atienden el sector artístico, Rangel, Richard o el fallecido Igor. Ahora hay cambio de nombres.

Para suerte y menos vergüenza otros artistas no entran en el rejuego, se ''pasan con ficha'' como dirían algunos cubanos, se abstienen, o dicen: ''No, no, yo no me meto en nada''. Ser conformista también es un derecho.

Decir sí a todo sin cuestionarse algo, sobre todo sin cuestionarse la barbarie, sin oponerse a la injusticia, permitiendo impasible la destrucción de tu país, de mi país, de nuestro país, e hincarse de rodillas ante el horror que vive Cuba y no erguirse ante el drama para mejorar cualitativamente la existencia, parece ser una maligna condición orgánica indisociable de sus vidas.

Oponerse a la dictadura de los Castro, oponerse a tanto mal no es más que aliarse al rescate de todos los derechos humanos perdidos. Oponerse a la dictadura que padece nuestro pueblo es aliarse a la abolición de todos los crímenes y abusos, a la abolición de los fusilamientos, es rebelarse contra la obligada servidumbre y buscar a toda costa una equilibrada armonía y una ancha senda para dignificar y mejorar la existencia de todos los cubanos.

Ex presa política cubana.