martes, septiembre 09, 2008

OPERACION 50

Operación 50


Por Odelín Alfonso Torna

LA HABANA, Cuba, septiembre (www.cubanet.org) - Dicen que pronto en Cuba se acabará el aceite para cocinar, el detergente, el jabón, la salsa de tomate y los cigarros sueltos que se venden en el mercado informal, y hasta el pan de piquito.

Los barrios habaneros sentirán el peso de una nueva ofensiva contra vendedores, artesanos, fábricas y talleres clandestinos.

Es la llamada Operación 50, nombre de pila que se anota la máxima dirección del país. Consiste en la desoxigenación del mercado negro, la mutilación de sus actores y sus redes de contrabando que operan con productos y materias primas del Estado.

Surge de la acción mancomunada entre la Asociación de Combatientes de la Revolución (ACRC), el Partido Comunista, el Departamento Técnico de Investigación (DTI) y los Comités de Defensa de la Revolución (CDR).

Sin dudas será otra acción impopular a la cuenta de Raúl Castro, como lo es la venta de tierras en usufructo y la prolongación de la edad de retiro.

Una nueva clonación de delatores e inspectores ya sale a las calles, vistiendo uniformes de la Empresa Eléctrica, Correos de Cuba o la campaña contra el mosquito Aedes Aegyptis. Con asignación gratis de comida y teléfono celular, afinan sus sensores ante la proximidad de un soborno nada despreciable.

El proceder de la Operación 50 no difiere en nada de antecesoras batallas emprendidas contra las ilegalidades en medio siglo de dictadura. El mercado informal es blanco constante del gobierno, el mismo que le dio vida centralizando los recursos y la economía de la nación.

La reprimenda será ejecutada por los presidentes en cada uno de los CDR, bastión que enfrentará directamente los negocios ilegales y los conflictos que saldrán de éstas. Cada CDR será una pequeña UMAP, un cerco electrizante para la desobediencia y las ilegalidades.

El presidente está obligado a alertar y persuadir a los vecinos que incurren en tales fechorías, dígase aquellos que no están adscrito legalmente a la Oficina Nacional de Acción tributaria (ONAT).

Si la acción ilegal persiste, entra a jugar el jefe de sector (miembro de la Policía Nacional Revolucionaria que atiende directamente una circunscripción). El primero de los pasos consiste en levantar un alta de advertencia. De ser violentada nuevamente por el advertido, será puesto a merced de los tribunales municipales.

El pueblo cubano está acostumbrado a estas alertas que advierten un inminente zafarrancho de combate. Los barrios pasan de la normalidad a la “anormalidad”. Los militantes, oficiales y delegados persuaden a sus esposas para que no le compren aceite de comer a la vecina, sin saber que esta dice ante la clientela no tener “hasta nuevo aviso”.

Mientras la Operación 50 realiza paulatinamente sus auditorías en barriadas o municipio, los demás territorios observarán y se preparan atentamente para su turno.
Existe y existirán los vendedores, los inspectores, administradores y dirigentes corruptos, porque son el soporte necesario que mantiene la verticalidad de este sistema de gobierno. Quizás estorben los combatientes, esos que se sobrecargan el pecho con las medallas de la combatividad.

Es tarde para pretender reordenar el desastre legado por Fidel Castro a su “seguidor hermano”. Eso no se resuelve con leyes o anteproyectos antipopulares, o con bastiones y operaciones contra el enemigo interno y externo.

Ahora que los vientos del ciclón Gustav le propiciaron sendos portazos a la puerta que atesoraba las reformas raulistas, da igual la Operación 50, que cincuenta operaciones contra las ilegalidades.
odelinalfonso@yahoo.com