jueves, septiembre 18, 2008

UNA PRENSA SIN PUDOR NI EQUILIBRIO

UNA PRENSA SIN PUDOR NI EQUILIBRIO


Por Alfredo M. Cepero .

La reciente luna de miel de los principales medios de prensa norteamericanos con Barack Obama no es mas que el último capítulo de la vieja saga de fascinación de esos medios con la izquierda política de los Estados Unidos y de su ostensible hostilidad hacia los candidatos que defienden los valores tradicionales sobre los que fue fundada esta nación. La infundada alegación de un supuesto romance de McCain con una cabildera y la búsqueda febril de antecedentes comprometedores contra Sarah Palin contrastan con la renuencia de esos medios a divulgar las asociaciones nebulosas de Obama con personajes de la calaña del terrorista confeso William Ayers, el sentenciado delincuente Tony Rezko y el pastor delirante Jeremiah Wright. Esta situación bochornosa sería suficiente para demostrar que esta prensa no tiene el mas mínimo pudor en promover candidatos que coinciden con su particular agenda política ni siente inhibición alguna—cuando se trata de candidatos que considera hostiles a dicha agenda—en violar esa regla cardinal de toda prensa responsable que es informar con imparcialidad y equilibrio. Pero si pasamos revista al panorama político norteamericano de los últimos cincuenta y seis años nos daremos cuenta de que esta conducta deplorable tiene antecedentes y ejemplos que confirman nuestra pobre opinión de periódicos como The New York Times, The Washington Post, The Los Angeles Times y The Chicago Tribune; así como de cadenas de televisión como ABC, CBS y NBC.

Entre los años de 1952 y 2004 tuvieron lugar 14 elecciones presidencia les en los Estados Unidos. En las campañas de 1952 y 1956 se enfrentaron en ambas ocasiones el General Dwight D. Eisenhower y el abogado Adlai Stevenson. El campesino de Kansas devenido en héroe militar fue calificado de inepto para los asuntos de gobierno mientras el intelectual populista era presentado como abanderado del progreso por la prensa parcializada con la izquierda de los centros de poder de Washington y de Nueva York. El pueblo, sin embargo, no se dejó engañar y los resultados fueron dos soberanas palizas para Stevenson y una era de prosperidad sin precedentes para los Estados Unidos.
( obama y McCain )

La campaña de 1960 enfrentó al político experimentado de Richard Nixon contra el novicio engalanado y mejor financiado de John Kennedy. Los periodistas derrotados de 1952 y 1956 vieron su oportunidad de pasar la cuenta y crearon una aureola de idealismo romántico alrededor de un clan Kennedy cuyas supuestas cualidades resultaron ser una farsa. Los antecedentes, el tiempo y la conducta de los miembros de esta familia demostraron que ni eran tan honorables como pretendían serlo ni estaban preparados para el gobierno. El patriarca había amasado su fortuna contrabandeando licores, los hijos mantenían vidas licenciosas totalmente reñidas con sus ostentaciones de religiosidad, uno de los hijos había dejado ahogar a la infeliz de Mary Jo Kopechne en Chappaquiddick y el hijo presidente—aparte de utilizar la propia Casa Blanca para sus aventuras extramaritales—abandonó a su suerte en una playa cubana a hombres que habían depositado su confianza en el gobierno que él encabezaba. Para la prensa comprometida con la izquierda ninguno de estos hechos calificaba como objeto de análisis o investigación.

En honor a la brevedad, pasemos revista apresurada a las campañas de 1964—Lyndon Johnson contra Barry Golwater—la de 1968—Richard Nixon contra Hubert Humphrey—y la de 1972—Richard Nixon contra George Mc Govern. En estas tres campañas, los tres demócratas contaron con tratamiento preferencial de los principales medios ya citados, sobre todo Humphrey y Mc Govern dos mimados de la izquierda que conocemos como “liberal establishment”. Por otra parte, Barry Golwater fue presentado como un belicoso obseso y Nixon como un político tramposo a quien pusieron el sobrenombre de “Tricky Dicky”. Nixon resultó victorioso pero Catherine Graham y el Washington Post crearon las condiciones para forzar su humillante renuncia como consecuencia del escándalo de Watergate. En las elecciones de 1976—Gerald Ford contra Jimmy Carter—esa misma prensa—que trató a Ford como un hombre torpe que no era capaz ni siquiera de bajar escaleras—y el dinero del Consejo de Relaciones Exteriores elevaron a notoriedad nacional a un oscuro agricultor de maníes con un ego desmesurado y una total incapacidad para tomar decisiones. Su desastroso manejo de la crisis de los rehenes de la Embajada Norteamericana en Teheran es testimonio irrefutable de su ineptitud y condujo a su aplastante derrota frente a Ronald Reagan. El mismo Reagan a quien la prensa parcializada califico de actor mediocre, político improvisado y viejito olvidadizo. El mismo Reagan que derroto al “imperio del mal” sin disparar una sola bala.

Continuando con la brevedad, analicemos en conjunto las elecciones que llevaron a Bush padre y a Bush hijo a la primera magistratura de la nación. En 1988, durante su campaña frente a Michael Dukakis, George H. Bush fue calificado como un hombre de carácter débil que no sería capaz de tomar decisiones difíciles. Cuatro años mas tarde demostraría todo lo contrario con su invasión exitosa y su hábil manejo de la guerra de Irak. En sus campañas del 2000 y del 2004—primero frente a Al Gore y después frente a John Kerry—George W. Bush fue atacado como un cowboy cuyos horizontes terminaban en las fronteras de Texas mientras se presentaba a sus adversarios como promotores de ideas avanzadas en el escenario de un mundo globalizado. Quede bien claro, sin embargo, que el torpe desempeño de su cargo por George W. Bush, no puede servir de justificación al virulento tratamiento que en todo momento le ha dado la prensa parcializada.

Todo lo contrario ocurrió con el personaje que, junto a John Kennedy, puede ser considerado como el predilecto de la prensa comprometida con la izquierda en el último medio siglo. Es harto conocido que Bill Clinton cometió perjurio, obstruyó la justicia, vendió perdones presidencia les y fue un depredador confeso, publico y notorio de cuanta mujer se puso a su alcance desde el Palacio de Gobierno de Arkansas hasta la Casa Blanca. Ahí esta como prueba de su perjurio sus declaraciones durante el juicio de Paula Jones, como prueba de sus fechorías el perdón presidencia l a Marc Rich, un rufián que escapó de la justicia norteamericana cuando lo iban a condenar por evasión de impuestos y por negociar con Iran durante la crisis de los rehenes en 1979 y como prueba de sus aberraciones sexuales las declaraciones de Paula Jones, Monika Lewinsky, Juanita Broderick y tantas otras que harían muy larga esta lista.

En conclusión, dentro del período que hemos analizado se han producido catorce elecciones presidencia les en los Estados Unidos, en algunas de las cuales han sido reelectos los presidentes en funciones. En nueve de esas elecciones resultaron victoriosos los candidatos ignorados u hostilizados por la gran prensa que favorece a la izquierda. Esa misma prensa ayudó a elegir solamente a cinco del total de catorce. La moraleja del cuento es que el pueblo de los Estados Unidos no está dispuesto a ser manipulado por una elite intelectual totalmente desconectada de los valores, las necesidades y las aspiraciones de la mayor parte de la ciudadanía. Una prensa que aspira a decidir los destinos nacionales por encima de la voluntad ciudadana y que, a pesar de sus demostrados fracasos, insiste en el error. Ahora bien, estamos totalmente optimistas porque las estadísticas apoyan nuestra convicción de que, en este 2008, se impondrá una vez mas la voluntad soberana del pueblo norteamericano con la prensa, sin la prensa o contra la prensa. Una vez mas, los mas vilipendiados saldrán victoriosos.

Miami, Florida 9-17-08