viernes, marzo 20, 2009

EL CAREY Y SUS CAGUAMITAS

El carey y sus caguamitas

Por Nicolás Pérez


Nací a mediados de mayo y días después estaba viviendo en la casa de madera blanca y verde de mi abuelo Carlos en Varadero, en la Calle 41 y Avenida de la Playa. Crecí frente al océano Atlántico. De niños mis hermanos y yo nos divertíamos mucho. Uno de nuestros entretenimientos favoritos en cierta época del año era bajar temprano, en aquel entonces Varadero era una playa virgen, y rastrear en la arena la huella de las caguamas para descubrir sus nidos. Los huevos de caguama eran redondos y blandos. Vigilábamos esos nidos. Cuando nacían las caguamitas, una vez creí ver algo que me horrorizó. En el primer banco, el carey, padre de los animalitos, los esperaba y se los iba devorando uno a uno.

Esto viene a cuento porque hoy gobierna mi país un carey. Y cuando caguamitas como Carlos Lage o Felipe Pérez Roque se lanzan al mar y pretenden nadar con sus propias aletas, él se los come de un bocado.

Hay quienes suponen que Fidel Castro no tiene mérito cuando hace estas cosas. No lo creo. Ha sido un gran error nuestro subestimar al jefe de la revolución cubana. El sometió su obra desde los primeros días de 1959 a una revisión histórica asombrosa. Tiene razón Rafael Rojas cuando dice que la historia oficial es aquella que coincide con el relato propuesto por Fidel Castro en su discurso Porque en Cuba sólo ha habido una revolución, la del 10 de octubre de 1868. En medio de todo es un ser que nunca colmó sus sueños. Siempre quiso ser el personaje central de una antigua epopeya como la Ilíada o el Mahabarata, pero resultó ser un ganstercillo universitario que dirigió una insurrección en una república bananera. Lo que lo ha obligado a intentar convencernos de que escaramuzas fueron batallas; simples intercambios comerciales como la entrega del tren blindado de Santa Clara, actos heroicos; fusilamientos y torturas, actos legítimos de defensa; y descaradas intervenciones armadas en otros países, actos de solidaridad internacional. Esto tiene un gran mérito.

Sobre las razones de esta última purga no opino. Me disgusta cuando, tratando de disfrazarme de cubanólogo, un traje que me queda grande, me burlo de mí mismo y de mis lectores lanzando al aire caracoles que nunca sé en qué posición van a caer. Los hechos son escasos. Carlos Lage y Pérez Roque montaron una obra de teatro con la visita de 8 presidentes latinoamericanos a La Habana y la cosa no salió exactamente a pedir de boca. Fidel no recibió a Rafael Correa, el más susceptible, difícil e irascible líder latinoamericano, lo cual puede tener un costo futuro para las relaciones Quito-La Habana, y su insulto a Michelle Bachelet y a Chile fue un bochorno. Tampoco a través de noticias o declaraciones se ha visto que la cancillería cubana se esté preparando para el crucial enfrentamiento entre Raúl Castro y Barack Obama en la próxima Cumbre de las Américas de abril en Trinidad Tobago. Esto es síntoma de confusión o de manos vacías.

Por último, esta intriga palaciega puede tener miles de especulaciones, pero sólo dos serias lecturas. La primera es que, definitivamente, corres menos peligro participando de una acción y sabotaje contra el castrismo frenta a Villa Marista, sea en atentados, incendios o con bombas, que ganándote las simpatías y el afecto de Fidel Castro. Salvo con la excepción que confirma la regla, la del hermano menor Raúl Castro, a quien el jefe de la revolución cubana le coloca el brazo por encima de los hombros, lo parte un rayo. Y ahí están Húber Matos, el general Arnaldo Ochoa, Patricio y Tony de la Guardia, Diocles Torralba, José Abrahantes, Carlos Aldana, Roberto Robaina, Hassan Pérez, Otto Rivero, Carlos Valenciaga, Carlos Lage y Felipe Pérez Roque.

Me pregunto yo: ¿qué tiene dentro del alma un hombre como Castro que lleva dentro la necesidad imperiosa e irrefrenable de destruir, por lo menos políticamente, a aquellos hombres que han sido los que más cariño, admiración, lealtad y respeto han sentido por él?

La segunda lectura es que la declaración más grave que ha hecho Fidel Castro contra la filosofía de su revolución fue cuando dijo de Carlos Lage y Felipe Pérez Roque: ``Las mieles del poder por el cual no conocieron sacrificio alguno, despertaron en ellos ambiciones que los condujeron a un papel indigno''.

El asalto al Moncada ocurrió hace casi 56 años. Entonces, ¿la juventud cubana que no participó de aquella gesta no puede opinar ni participar en la vida pública en su propio país? Esto es algo así como si un político griego mañana dijera que un joven ateniense está invalidado para opinar sobre el futuro del pueblo de Grecia, porque no combatió a las órdenes del general Leónidas en la batalla de las Termópilas.

nicop32000@yahoo.com