viernes, marzo 20, 2009

CUBA: MIELES Y SILENCIOS

Mieles y silencios


Por Pablo Alfonso

Por fin alguien, con fino sentido de la ironía, le hace justicia al humor cubano.

Decían que tras medio siglo de malos tiempos, los cubanos habían perdido esa cualidad, que forma parte de su esencia, para poner “al mal tiempo buena cara”; esa característica nacional del “choteo” que indagó con sabor de sociología cultural, el pensador cubano Jorge Mañach. Por fortuna no es así.

Acabo de encontrar una muestra de esa mezcla de ironía y humor, nada más y nada menos, que en el diario Granma, órgano oficial del Partido Comunista de Cuba. Difícil de creer, lo reconozco, porque Granma es un periódico gris, sin matices, con esa frialdad propia de la prensa oficialista, que se hace más tediosa en los regímenes dictatoriales.

Confieso que al leer el titular de las noticias nacionales el pasado 10 de marzo solté una carcajada. “Rinden homenaje a Fidel, apicultores cubanos”. Es decir que, el hombre de las mieles del poder, recibía el reconocimiento nacional de los trabajadores del sector.

Resulta que los delegados al III Congreso de Apicultura que se celebró en La Habana, acordaron declarar el 13 de agosto, fecha del nacimiento de Fidel Castro, como Día del Apicultor, en homenaje al Comandante en Jefe.

De los muchos títulos y homenajes recibidos por Castro durante sus cincuenta años al frente de la dictadura cubana, creo que éste es el más merecido, el que le hace mayor justicia.

Hay que felicitar a los apicultores cubanos por ese homenaje. Imagino que alguien, en medio de la asamblea, lanzó la propuesta ¿de manera inocente? y no hubo quien la rechazara o alertara de la coincidencia.

Honor a quien honor merece. ¿Quién mejor que el compañero Fidel para recibir ese reconocimiento? Un hombre que durante medio siglo ha disfrutado de la miel del poder, es todo un baluarte de la apicultura.

Justo una semana antes de ese homenaje, el 3 de marzo, el compañero Fidel escribía una reflexión, acuñando la frase en relación con el ejercicio del gobierno: “la miel del poder”. Cincuenta años disfrutando la dulzura de esa miel merecen un reconocimiento. Una magnífica ironía de fino humor. ¡Felicitaciones a los apicultores cubanos!

El otro tema que le da título a esta columna es menos dulce. Más enrevesado, complejo y enigmático. Ya se que son demasiados adjetivos, pero no tengo otra forma de describir la inquietud que me embarga.

El silencio al que me refiero lo produce el presidente de Venezuela, Hugo Chávez. Uno ya estaba acostumbrado a escuchar las constantes referencias a Cuba y a Fidel del líder bolivariano, en sus programas dominicales de Aló Presidente. Incluso hasta en sus novedosas columnas periodísticas, “Las Líneas de Chávez”, el tema cubano era un elemento recurrente.

Ahora, el silencio es significativo, por lo menos para mi. Chávez no ha mencionado más a Cuba, ni a Fidel, y mucho menos a Raúl, desde que regresó de la isla, el pasado 21 de febrero; justo una semana antes de que se anunciara la última purga en la dictadura cubana.

Puede ser una casualidad pero no deja de alimentar las hipótesis y los rumores surgidos en torno a esa sorpresiva visita ¿o llamada? a La Habana. Una visita que comenzó a las 7:00 PM del viernes y concluyó el sábado al mediodía. Menos de 24 horas durantes las cuales, Chávez se reunió primero con Fidel, luego con Raúl y de nuevo con Fidel.

Por cierto que el arribo de Chávez a La Habana, fue el último acto oficial del canciller Felipe Pérez Roque, quien acudió a recibirlo al aeropuerto junto al general presidente Raúl Castro. Lo recibió pero no lo despidió.

Quizás el silencio de Chávez sobre Cuba, Fidel, Raúl y sus allegados Carlos Lage y Felipe Pérez, es pura casualidad.

Chávez ha estado muy ocupado en reorganizar su gobierno desde que regresó de su visita relámpago a La Habana. Entre otras cosas, destituyó al ministro de Defensa y los jefes de los cuatro cuerpos armados del país. En el acto de transmisión de mando, celebrado en el Fuerte Los Caribes, el pasado 5 de marzo (tres días después de la purga castrista) Chávez dijo que los cambios eran necesarios para “continuar fusionando la Fuerza Armada en una sola”.

Chávez quiere un mando único… Es lo que prefieren los gobernantes autoritarios; un buen método para impedir la dispersión del poder y evitar que algunos subordinados despierten esperanzas en el enemigo.