EMBARGO Y BLOQUEO
Embargo y bloqueo
Por Jorge Olivera Castillo
Sindical Press
LA HABANA, Cuba, marzo (www.cubanet.org) - El mundo empuja con fuerza el muro del embargo. Para sumar brazos a la faena, encontraron en el diccionario la palabra bloqueo y desde entonces el ejército de voluntarios se multiplica.
Los eslóganes de repulsa han tomado por asalto la conciencia universal, imponiendo una lectura simple de lo políticamente correcto: levantar las restricciones al comercio que mantienen los Estados Unidos contra Cuba desde los primeros años de 1960. Pero, ¿y qué de las gruesas tapias levantadas delante de los derechos fundamentales de los cubanos, construidas por policías y fiscales nacidos en el mismo suelo de las víctimas? Esos ángulos del paisaje quedan fuera del campo visual de quiénes dicen ser amigos del pueblo cubano.
Es una pena la falta de agudeza a la hora de descubrir abusos y obstáculos moralmente escandalosos. ¿Por qué los integrantes de las brigadas de solidaridad no dan detalles de los agujeros a lo largo y ancho de la estructura por donde hay trasiegos suficientes para poner el término bloqueo bajo sospecha? En esta ocasión, el acto de defensa se convierte en juego de complicidades donde se legitiman las políticas gubernamentales empeñadas en menoscabar los derechos ciudadanos.
No es serio tomar una parte del problema y presentarlo como la causa principal y única. El resultado no podría ser más descorazonador: casi doce millones de habitantes impedidos de ejercitar libremente sus capacidades individuales en aras de mejorar su nivel de vida; también privados de salir y entrar de su país a no ser con una previa autorización, sin cobertura legal para asociarse al margen de las instituciones del Estado.
Las prohibiciones llevan el cuño de una élite que tomó el poder para usufructuarlo más allá de fechas de vencimiento. Juzgan y mandan con el idioma de la fuerza y la impunidad. Simplemente quisieron desde el comienzo transformar a Cuba en un feudo a disposición de una minoría, y lo lograron.
En sus ojos no hay personas, sólo números con los cuales hacer lo que se les ocurra con tal de mantener sobre bases seguras sus prebendas y el control del país. Por eso encarcelan y secuestran, oprimen y maltratan a un costo relativamente ínfimo. El llamado bloqueo es uno de los disfraces para ocultar las tropelías. Fue, sin dudas, un buen diseño para desviar la atención de los efectos del proceso revolucionario.
Cada vez se suman más voluntarios al coro mundial contra esa política puesta en práctica en 1961 por el presidente John F. Kennedy. El llamamiento cuenta con un apreciable grado de eficiencia, la que no hay ni habrá en la economía del último bastión del socialismo en el hemisferio occidental.
En cuestión de bloqueos, me inclinó por el que considero más letal, y no es precisamente el que se factura en Washington. En La Habana construyeron uno con hormigón y cinismo. A ese, vivo golpeándolo como he aprendido: con mi voz y mis ideas. De no haber emprendido esa tarea, hubiera muerto de vergüenza.
oliverajorge75@yahoo.com
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