MIAMI, MÚSICA Y POLÍTICA
Tomado de El Nuevo Herald.com
Por Emilio Ichikawa
En la mayoría de las discusiones cubanas se regaña a la realidad; no se enfocan las cosas en lo que son, sino en lo que debieran ser; lo que demuestra, por lo menos, una inconformidad con la vida que casi obliga a un posicionamiento revolucionario y estéril. Porque no es Castro el único revolucionario en Cuba, lo son también los anticastristas que creen que hay que retomar el desbarajuste en ese punto elusivo y utópico donde supuestamente Castro torció una revolución ''de todos''. Yo diría incluso que estos revolucionarios son peores que Castro, porque son revolucionarios perdedores.
Hace poco, el cantante Paulito FG y algunos de sus voceros se quejaban de que en la radio de Miami no se pasaba su música. Y es cierto. Más que cierto, porque en la radio de Miami apenas se escucha música cubana. Ni de dentro ni de fuera. No digamos ya Juanes, Shakira o Juan Luis Guerra, en Miami se escucha más los Fórmula V que a Willy Chirino o Los sobrinos del Juez.
Se quejaban también de que si no es con Emilio Estefan aquí un músico cubano no puede hacer nada. Y es casi cierto. Casi. Lo único que deben tener en cuenta es que el talento musical precede a la atención de Estefan; no es algo que el productor inventa, sino que promueve, por lo que en esto habría que responsabilizar al artista mismo. Como dice el refrán: cada cual tiene el productor que se merece. Y Paulo FG, de hecho, tiene el suyo.
Pero aunque Emilio Estefan puede hacer milagros como el que logró con John Secada, lo cierto es que hay una historia de producción musical alternativa en Miami muy extensa, de la que quiero ahora mencionar un caso. El de ReGu Records, del holguinero Recaredo Gutiérrez, que armó la Tropicana All Star Orchestra para que acompañara a Israel Kantor en la interpretación de Benny Moré, logrando cuatro nominaciones al Grammy en los años 2004 y 2005. Esa historia fue recogida por el cineasta Sergio Giralt en el documental Al Bárbaro del Ritmo donde, según el propio Recaredo Gutiérrez, desfila toda la aristocracia musical cubana.
Todos recordamos al flaco Kantor, luchando de programa en programa, de club en club, de acera en calle. El, con tanto talento que podía derrocharlo, no se consideró jamás una víctima. Fue, sobre todas las cosas, un artista. Tenía la música tan incorporada, que bailaba por dentro. Recuerdo sus pasillos discretos, casi estáticos, con los brazos apretados al cuerpo; abanicando el zapato y el tacón clavado en la pista. Israel Kantor no tenía que bailar para bailar. No culpó nunca a la política ni al mercado e hizo lo suyo. Y se fue, también, a su manera.
Recaredo Gutiérrez llevó al Tropicana All Star con Israel Kantor al show del Las Vegas Hilton y el Sahara Hotel de esa ciudad de Nevada.
A pesar de todo, Israel Kantor no suena (como debiera) en la radio de Miami. Tampoco, claro está, en la de La Habana. Como sugiere Paulito FG, el mercado es una red, pero siempre hay gente como Recaredo Gutiérrez para detectar la zona donde los nudos están flojos. No hay que cambiar nada, queridos revolucionarios: el cambio no es más que la brecha que deja el orden allí donde no cierra.
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