BARACUTEY CUBANO

Por Emilio Ichikawa

Yo estoy entre las personas que ha tomado con poca seriedad a “Vigilia Mambisa”. En algunos momentos hasta me he burlado de esa organización; lo mejor que he dicho de ella, quizás, es que si se viera como “folklor” y no como política le encontraríamos un sentido cultural. Como una suerte de creador colectivo de "performances", para decirlo en un lenguaje al uso.

Sin embargo, algo de convicción, de autenticidad debe tener esa gente que saca energías para dar tanganazos en cuanto sitio le parezca sospechoso. Pudieran poseer, no lo sé con certeza, como una Fe, una meta definida. Al menos un camino. Algo como aquellas ansias de los "macetas" de La Habana, que cuando más desanimada estaba la gente a ellos les hacía luchar y luchar por hacer dinero y llenar latas de "galletas de soda" con Camilos celestes y Garcías magentas.

Es curioso, pero el último guateque político a la llamada extrema derecha de Miami, personalizada en “el ambiente” por el locutor radial Armando Pérez Roura, no lo ha dado la “izquierda dialoguera” (sinuosa en sus métodos) sino Vigilia Mambisa. Ellos consideran que Pérez Roura se plegó a los comerciantes y no a la Patria (como lo digo) en el asunto de la venta de los uniformes del Team Cuba al Clásico Mundial.

( frente al Intercontinental (Foto villagranadillo) )

Vigilia Mambisa, a diferencia de otras organizaciones anquilosadas en su membresía, incorpora constantemente gente recién llegada de Cuba. Porque se está configurando como un grupo de amigos, compañeros de trabajo y familiares que se ayudan a sobrevivir, socializan (reparten prestigio a través del activismo) y literalmente “escapan” en este Miami ferozmente competitivo y casi saturado de pretendientes a todo.

Pero hay algo más: Vigilia Mambisa se ha asumido como reducto, como piquete incomprendido, como margen de uno y otro bando. Ideológicamente hablando, ellos significan ahora mismo el oxímoron del “centro radical” o "extremismo centrista". Dicen que lo que hacen beneficia a Castro. Es posible, pero las virtudes de Castro no son defectos de nadie. En el debate ideológico La Habana tiene los dados cargados y puede reciclar en su beneficio cualquier cosa. Hasta la muerte del caudillo y sus sombras. Por el momento renuncio a la burla (sin sumarme a la admiración): sé muy bien lo que pueden lograr en la sensiblería cubana las víctimas con iniciativa.