CUBA: ALGUNOS TESTIMONIOS SOBRE LA MASACRE DEL HUNDIMIENTO DEL REMOLCADOR 13 DE MARZO
Tomado de http://cubaindependiente.blogspot.com
{2} Jorge Alberto Hernández: Siendo las 4:00 horas de la madrugada del día 13 de julio de 1994, se hacen a la mar un grupo de hombres, mujeres y niños con el objeto de emigrar hacia los Estados Unidos. Al salir del morro el [barco] remolcador Nº 2 los embiste sin causarles daño. Así es que continúan hasta situarse mar adentro, en donde comienzan a ser embestidos por los remolcadores Nº 2, 3, y 5. El [barco] remolcador donde ellos se encontraban recibió golpes a babor y estribor. Que los atacaban con chorros de agua y les arrojaban extinguidores. Como no logran detenerlos, deciden hundir el remolcador. Seguidamente, uno de los remolcadores los embistió de frente, a pesar que ellos --cuando los iluminaban con reflectores-- les mostraban que estaban con niños. Después de la última embestida, se hunde la embarcación debido a que habían destrozado la popa. Después de hundirlos se quedaron los remolcadores tirándoles chorros de agua a las personas que estaban nadando para tratar de salvarse. Posteriormente, empezó el proceso de rescate. Siempre hubo un guardacosta [cubano] observando la situación, sin hacer nada al respecto. Los remolcadores no los auxiliaban, les decían que fueran nadando hacia los guardacostas. Que algunos subieron [a la embarcación del guardacostas], pero unos niños que estaban en una caja fueron muertos cuando el mismo los pasó por arriba.
Arquímedes Lebrigio: Manifiesta que fue presionado por el Gobierno de Cuba para declarar que el barco [remolcador] hacía agua desde que salió de la costa. Cuando zarpó la barca, él [testigo] se encontraba en la zona baja del mismo, y pudo constatar que no hacía agua por ninguna parte. Cuando subió a la cubierta de la embarcación observó que eran embestidos por la proa y la popa. Los que estaban embistiéndolos les manifestaban que el remolcador se hundía, a lo que ellos replicaron que eso no era así y que si querían llegaban a la China. Que con anterioridad a su uso, el timón del remolcador fue reparado, pero no su estructura. El remolcador que utilizaron era bueno en comparación con los otros. Y que perdió un hijo, pero nunca le fue entregado el cadáver.
María Victoria García Suárez: Nosotros nos íbamos del país en un remolcador a las tres de la mañana. Salimos bien, pero después nos dicen que salgamos para afuera las mujeres y los niños. Salimos unos cuantos, los niños más grandecitos, en eso vemos que vienen dos remolcadores de bombero atrás de nosotros. Se pegan a los lados y entonces empiezan a tirarnos agua --agua a presión--. Entonces seguimos y les decíamos que no nos hicieran daño, que llevábamos niños allí y les enseñamos los niños y ellos seguían tirando agua. Después vimos dos más [remolcadores] como a siete millas y se pusieron uno por cada lado: uno al frente, otro detrás y uno de cada lado. Y entonces, los cuatro empezaron a tirarnos agua y uno de los buques agarró a chocarnos y tiraban agua también por la orilla del barco; lanzaban agua para que se fuera [el barco] de lado, y entonces tuvieron que cerrar la cabina para que no se mojara el motor...Entonces, los del lado empezaron a darnos golpes y a darnos golpes hasta que lo rompieron por el lado derecho y lo viraron, y ahí fue donde se hundió el barco. ¿Quiénes venían en los barcos que los persiguieron? Bueno, venía el patrón, el maquinista, amistades y familiares. ¿Quiénes venían en el barco que venía persiguiéndolos a ustedes? ¿Quiénes venían? Los que venían persiguiéndonos estaban vestidos de civil, muchos sin camisa también. Eran cuatro, cuatro barcos. ¿Les dieron la voz de alto? ¿Qué es lo que ellos pretendían cuando tiraban agua?. No, en ningún momento nos dijeron que nos paráramos. Entonces lo que hicieron fue echarnos agua. Entonces llega un momento en que nosotros vemos que no podemos seguir porque iba a ser fatal y paramos porque el agua estaba entrando. Entonces paramos y les dijimos: --Miren nos viramos para atrás, nosotros ya estamos parados y nos vieron parados, y ahí fue donde le dio por el lado y lo viró--. Ahí, cuando los viró, ¿qué pasó con ustedes? Los que estábamos afuera, todos nos hundimos y el barco se hundió inmediatamente, pero los que estábamos afuera tratamos de subir. Estaba muy profundo. Yo llevaba el niño mío, lo llevaba aguantado, no lo solté y entonces lo subí, pero yo no sé nadar, entonces yo subí pero volvía de nuevo para abajo. Entonces cuando subí había una mujer que estaba ahogada, estaba flotando a mi lado, entonces me agarré de ella, cargué al niño --había mucho oleaje-- entonces no pude... no pude, ya estaba ahogado... ¿Qué edad tenía el niño? Tenía diez años de edad, cumplía once años el dos de agosto. Ya estaba ahogado, entonces seguí con él, cuando lo ví ahogado seguí aguantándolo, porque ví que ya no tenía fuerzas para resistir, entonces tenía que sacarlo porque a lo mejor se salvaba. ¿Cómo salieron del agua? Ahí se me fue el niño, no pude con él, estaba muy obscuro. Entonces después nos agarramos de la madera roja, y entonces ví cuando venía la GRIFI...¿Qué es la GRIFI? La GRIFI es la guarda-costera, la guarda-frontera, y entonces antes que viniera la GRIFI estaban los cuatro remolcadores --los que nos estaban hundiendo-- y nosotros les dijimos que nos salvaran, que nos subieran, que habían niños, y lo que hacían era reirse y que si queríamos salvarnos, le pidieramos ayuda a la GRIFI, que ellos nos iban a salvar. Entonces se fueron cuando ven&iacut
Jeanette Hernández Gutierrez: Cuando nosotros embarcamos todo estaba muy bien; no había nadie, nada que se nos metiera en el medio ningún obstáculo. Cuando nosotros vamos saliendo de la Bahía vemos dos remolcadores apagados, en la boca de la Bahía. Ellos nos dejaron salir, pero después empiezan los chorros de las mangueras de agua, eran constantes, los chorros no nos los quitaban sabiendo que iban niños. Cuando salimos nos damos cuenta que... había gente en el malecón; parece que había actividad --entiende-- en el muro del malecón, parece que había actividad. Yo me imagino que han visto todo, por lo menos el empezar de lo que sucedió. Cuando nosotros llegamos a siete millas, ellos se mantuvieron lejos de nosotros, pero con las mangueras de agua, a presión, que es una fuerza terrible, los niños aguantándolo con miedo a que se cayeran, los hombres atrás de nosotros con miedo a que nosotros nos cayéramos, pero para que vieran que habían niños y mujeres tuvimos que salir arriba, para que ellos se cercioraran de eso y no cometieran ningún asesinato ni nada. Cuando estábamos a siete millas, nosotros vemos que ellos aceleran y se nos ponen al lado y como ya no se veían las costas cubanas --porque ya no se miraba nada, ni las luces del malecón, ni el faro, no se veía nada-- que se supone sea de siete o diez millas más o menos, como dicen ellos. Ellos empiezan a darnos bandazos. Nosotros cogemos miedo por los niños, no por nosotros porque si hubiéramos sido nosotros no nos importa, pero eran niños, y niños de cinco meses en adelante. Nosotros levantamos los niños y ellos lo ven y empezamos a gritarles que por favor... que por favor no hagan eso y ellos no hacen caso. Inclusive, un muchacho que iba con nosotros, Román --que está preso actualmente-- le grita a uno de los que estaba manejando los remolcadores y la manguera: Chino, calmao, no hagas esto. Mira aquí hay niños... y le enseña a su hijastra que tiene tres años, y si a él no le quitan esa niña --si él no la baja-- le matan la niña, a chorros de presión. Ellos en ningún momento dispararon tiros, pero en ningún momento nos dijeron con el altavoz que paráramos ni nada. Ellos simplemente nos dejan salir de la bahía y nos atacan a siete millas, donde no hay testigos --que ustedes saben que en el mar abierto no hay testigos--. Cuando ellos ven eso, que nos están dando bandazos y todo eso, se nos pone un remolcador por detrás, el más grande... el más grande de los remolcadores que era verde con una raya roja --un rayo rojo-- se nos sube en popa y nos parte la mitad del barco de la parte de atrás. Entonces, en ese momento por poco caen dos hombres al agua, entre ellos mi esposo y Román, este muchacho que le gritaba que no tiraran que habían niños. Cuando sucede esto...el barco queda a la deriva porque el patrón, que se llamaba Fidencio Ramel, lo tumban con los chorros de presión de agua --lo tumban al mar--. Él desapareció, así inesperadamente y cuando Raúl, a quien le están asumiendo toda la responsabilidad, ve que estamos a la deriva, sube y va corriendo para allá arriba. Él tenía noción de cómo se manejaba. Entonces con su noción, él trata de ayudarnos --no-- de salvarnos, porque ya el barco tenía tanta agua por los chorros de presión porque lo tiraban directamente a la bodega --directamente allí--, a la cara de los niños. Los niños inclusive tenían que bajar la cara, porque eso no es fácil respirarlo ni tragarlo, por lo menos los ni&nt
Publicado por Lazaro Gonzalez en 6/24/2009 04:10:00 PM
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