Concierto "blanco" por la paz de los sepulcros
Por Jacobo Machover
Como un nuevo Mesías, Juanes pretende llevar la paz a los cubanos, en esa plaza, otrora cívica, luego revolucionaria, donde tantas veces el Comandante en jefe ha pronunciado sus discursos guerreros, y que ha visto desfilar tantas tropas de regreso de Angola, de Etiopía y de innumerables campos de batalla regados por el mundo.
¡Qué bueno! ¡Magnífico! Los cubanos, agradecidos, esperan a su salvador, que sustituirá las palabras encendidas del Líder Máximo por las melodías de amor un tanto insulsas y sin color político que no sea “blanco”, del cantante colombiano y de sus acólitos internacionales, Miguel Bosé y los que se sumen finalmente a tan filantrópico concierto. El evento está públicamente alentado desde la Casa Blanca por Hillary Clinton (¿será por eso que Juanes eligió abandonar el color de su camisa “negra” para pintar de “blanco” su concierto?) y ahora, desde la isla, por el inefable ministro de Cultura y hombre de paz internacionalmente reconocido Abel Blanco (perdón, Prieto), quien también, “de casualidad”, alienta ese “proyecto tan hermoso”, después de haber visto “el rostro feroz del fascismo en liquidación desde Miami”. No hay nada político allí ¿verdad, Juanes?, ¿verdad, Miguel Bosé?
Entre los participantes anunciados figuran dos de los máximos representantes de una “trova” que dejó de ser “nueva” con las declaraciones de uno de ellos apoyando la ejecución (un gran gesto pacífico, sin duda) de tres jóvenes negros, compatriotas suyos.
Quedan lejos, en efecto, los tiempos en que Silvio Rodríguez podía aparecer como una voz crítica lanzando un “Ojalá pase algo que te borre de pronto” posiblemente destinado no tanto a un amor imposible como al innombrable en el poder. Pero, simultáneamente, era el mismo Silvio el que componía el himno de amor que definía a esa “trova”:
“Te doy una canción y hago un discurso
sobre mi derecho a hablar
te doy una canción con mis dos manos
con las mismas de matar.
Te doy una canción y digo patria
y sigo hablando para ti.
Te doy una canción como un disparo,
como un libro, una palabra, una guerrilla
como doy el amor.”
La guerrilla y el amor, la canción y las manos de matar: un tema que, en sus ratos de ocio, los compañeros de las FARC y del ELN (contra quienes Juanes se ha pronunciado en otras ocasiones) deben entonar para alegrarles la vida a sus numerosos rehenes en la selva tropical.
( Memorial Cubano: una cruz por cada muerto del Castrismo. No fueron muertos por amor ni para seguir trabajando, sino por el Odio guevarista que hace del revolucionario ¨una fría y eficiente máquina de matar¨ y así seguir destruyendo materialmente a Cuba y al alma cubana. Nota del bloguista de Baracutey Cubano)
El otro “trovador”, Amaury Pérez, compositor sensible de otras canciones de amor que muchos cubanos, de dentro y de fuera, recuerdan con gratitud, como “Acuérdate de abril”, también compuso himnos de paz, por ejemplo aquel, titulado “Andes lo que andes, ándate por los Andes” (esas montañas destinadas a ser “la Sierra Maestra de América latina”, según palabras de Fidel Castro, por donde siguen andando sus discípulos).
Gran proclama pacifista, la de Amaury, en aquel entonces:
“Miseria que no es miseria,
sino pasión enjaulada.
Miseria que no es miseria,
sino una pronta batalla.”
¿Una batalla contra la miseria, tal vez? ¿Cómo la que se dice que ha desaparecido en Cuba durante este medio siglo? Basta escuchar otra música, la del valiente “Pánfilo”, ese cubano de piel tan negra como la camisa de Juanes, hoy día encerrado entre cuatro paredes blancas por haberle gritado al mundo entero: “¡Jama! ¡Hace falta comida que hay tremenda hambre!” Ni Pánfilo ni los centenares de presos políticos tendrán la oportunidad de asistir al concierto por la paz sin fronteras. Tampoco los artistas exilados podrán ni querrán hacerlo. Muchos de ellos prefirieron morir sin volver a pisar su tierra natal en lugar de tener que rendirle pleitesía a ningún Comandante ni General.
Sin embargo, Juanes y consortes deberían contar con un numeroso público (¿llevado a la Plaza en guaguas y camiones, como el sempiterno “millón” de cubanos arrastrados allí para escuchar a Fidel?). Tal vez su intención última sea la de ocupar el sitio, dejado vacío, por él, allá arriba, en la tribuna, delante de la estatua de José Martí. Esperemos por lo menos que, si tiene lugar, finalmente, el próximo 20 de septiembre, a pesar de las protestas y de las defecciones de algunos de los participantes presentidos, el concierto no dure tanto tiempo como los interminables discursos del Caballo.
Un espectador, sin embargo, asistirá sin inmutarse a las actuaciones de tantos artistas, como tuvo que hacerlo durante la homilía del Papa Juan Pablo II, aquel misionero vestido de blanco (¡claro¡, es por eso, para emularlo, que el colombiano anuncia un concierto del mismo color que su sotana) en enero de 1998: el Che Guevara, impasible en su retrato colgado de una de las fachadas que rodean la Plaza.
El mayor de los pacifistas, aquel que escribía esta frase digna de los más grandes “humanistas” del siglo XX:
“En cualquier lugar que nos sorprenda la muerte, bienvenida sea, siempre que ése, nuestro grito de guerra, haya llegado a un oído receptivo, y otra mano se tienda para empuñar nuestras armas, y otros hombres se apresten a entonar los cantos luctuosos con tableteo de ametralladoras y nuevos gritos de guerra y de victoria.”
Aquel, también, que había pronunciado ante la Asamblea General de las Naciones Unidas unas frases de un pacifismo ejemplar:
“Hemos fusilado, fusilamos y seguiremos fusilando mientras sea necesario. Nuestra lucha es una lucha a muerte.”
Los centenares de fusilamientos llevados a cabo por el “guerrillero heroico” se produjeron, en su mayoría, en la fortaleza de La Cabaña, donde tiene lugar, cada año, otro acontecimiento cultural internacional: la Feria del libro de La Habana. Los restos de esos muertos yacen en fosas comunes situados en el cementerio de Colón, muy cerca de la Plaza, hasta donde llegarán sin duda los decibeles de los misioneros internacionales de la canción y de los “nuevos trovadores”. Podría bautizarse, pues, esa ya famosa y triste actuación de Juanes y sus hermanos, no con el nombre de “Concierto por la paz sin fronteras”, sino de “Concierto por la paz de los sepulcros”.
Jacobo Machover
2 Comments:
No hay más ciego que el que no quiere ver, ni peor sordo que el que no quiere oir.
El odío sigue rampante, en los grandes clubes sociales, lujosas casas y limpias piscinas de la oligarquía cubana del exilio. Alguna vez, pero no de postura medíatica, les ha preocupado el pueblo cubano en realidad? que ha hecho Ud pero dar a más de los alaridos de dolor como el de ahora, a los cubanos que sufren en la isla bajo el yugo castrista? Ha llevado por lo menos algun mensaje de esperanza, real, se a atrevido a ir a Cuba para abrazar a sus hermanos y decirle aun cuando solo sea en un disco y en una canción que está con ellos, que los acompaña en su dolor y que está tratando de ser un buen cubano y no uno más de los que se reuenen en las lujosas casas de Miami a rasgarses las vestiduras, porque son cobardes que vienen a llorar, lo que no fueron capaces de defender. Les parecio mejor huir que quedarse allí luchando contra la opresión de Fidel y sus esbirros. Pero claro, es mejor criticar lo que algunos puedan hacer, por que la cequera, ancestral de los exilados no ha dejado visualizar un entendimiento claro con sus hermanos que viven allí, sumidos en la indiferencia y el olvido, a los que solo les envian unos cuantos dolares, para acallar su conciencia de cobardes. Por favor deja que por lo menos, tengan la oportunidad de oir algo diferente, del odio que destlan los exilados sin contemplar la posibilidad de tener una Cuba libre, pero libre de Fidel, libre de tanto odio, de tanto prejucio. Ojala el Ku-KUs Klan del exilio deje de estigmatizar a todos aquellos que en realidad quieren llevar un mensaje de amor y de solidadridad con el pueblo cubano. La paz es la paz y Ud. promueben la guerra y destilan rencor por todos los poros. Un concierto es solo música, música que alegrará los corazones envejecidos de los cubanos y no tiene nada que ver con sus visiones maniqueistas de la política , que toda la vida los ha atrapado y que algún día la historia se lo cobrará muy caro. En cuanto a aprobar todos los comentarios, el autor en su infinita sabiduria, desde luego vetará este comentario. Después se quejan de Fidel.
Yo sólo suprimo comentarios con malas palabras, anuncios de drogas, por nografía, etc.
Puede colgar el Manifiesto Comunista completo si desea
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