miércoles, noviembre 25, 2009

Roberto Ampuero: El caso Neruda

Roberto Ampuero: El caso Neruda




Por Armando de Armas

(Martí Noticias) - Roberto Ampuero, Valparaíso, Chile, 1953. Escritor, columnista y profesor universitario. Su primera novela, bajo el inquietante título de ¿Quién mató a Cristián Kustermann?, fue publicada en 1993 y en ella da a conocer al personaje de un detective privado que aparece luego en obras posteriores, obteniendo con la misma el premio de la Revista libros de El Mercurio.

Desde entonces el detective ha vuelto a aparecer en cuatro novelas y retorna en la última, El caso Neruda. Ampuero, además, ha publicado una novela autobiográfica sobre sus años en Cuba bajo el título de Nuestros años verde olivo, 1999, y las novelas Los amantes de Estocolmo, distinguida como Libro del Año en Chile, 2003, y Pasiones Griegas, elegida en China Mejor Novela en Español, 2006.

( Roberto Ampuero )

Sus novelas han sido publicadas en América Latina y España, y ha sido por otro lado traducido al alemán, francés, inglés, italiano, chino, sueco, portugués, griego y croata. Ampuero reside actualmente en Iowa, donde ejerce de profesor en el Departamento de Español y Portugués de la Universidad de Iowa. Fue columnista de La Tercera de Chile y del New York Times Syndicate, y desde marzo de 2009 es columnista del diario chileno El Mercurio.

Con motivo de su presencia en la ciudad de Miami invitado a presentar su novela El caso Neruda, Armando de Armas entrevistó a Roberto Ampuero en exclusiva para MartiNoticas.

MN. ¿Para nuestros lectores en Cuba, quién es Cayetano Brulé?

RA. CB es un detective cubano-chileno. Nació en La Habana y vive en el puerto de Valparaíso, investigando casos que lo llevan a recorrer el mundo. Tiene nostalgia por su isla, por la que sufre, pero también ha aprendido a amar a Chile, lejano lugar en el que se encuentra. Extraña el clima y las comidas de su tierra natal, aunque sabe cual es la realidad allá, y confía en que un día la isla será libre.

MN. ¿A qué se debe a su entender el auge del género detectivesco en esto que nombran postmodernidad?

RA. El género novelesco es la novela picaresca de la actualidad. Permite explorar el mundo actual y a la condición humana actual, permite explorar esas dimensiones de la mano de textos que tienen un Plot, atraen al lector y lo llevan a recorrer el mundo. No es fácil escribir novela policial, un género que hoy se estudia hasta en las universidades y que da cuenta como ninguno otro de la condición del hombre moderno.

MN. ¿Pudiera el género detectivesco terminar salvando al género todo, es decir a la novela como tal, en tiempos de Internet y virtualidad?

RA. El gran peligro que acecha a la novela es que se quede sin lectores. Una buena novela policial tiene que saber contar la historia, pero además debe cautivar a los lectores. El género policial le está prestando también muchas de sus técnicas y recursos a la novela a secas.

MN. Boleros en La Habana es otra novela suya que, evidentemente, está relacionada con la isla y por otro lado el mismo Brulé es de origen cubano. ¿Qué le vincula tanto a Cuba?

RA. Brulé nació en La Habana y por ello su nostalgia es cubana. Quisiera vivir un día allí, pero no es posible. Sin embargo, no pierde las esperanzas, como todo cubano bien nacido.

( Pablo Neruda )

MN. ¿Hubo muchas mujeres en la vida de Neruda?

RA. Neruda fue un amante apasionado. Además, creía (ignoro si sólo era un buen pretexto) que para escribir gran poesía, tenía que estar apasionadamente enamorado. Eso lo llevaba a buscar amores que lo enloquecieran, que lo hicieran sentirse joven, deseoso y productivo. En mi novela El caso Neruda intento retratar esa dimensión amorosa de Neruda, que al final, cuando ya estaba cerca de los setenta y enfermo de cáncer, seguía, según recuerdan amigos de él, teniendo una relación con la sobrina de Matilde, su esposa, sobrina que tendría 30 años menos que él.

MN. ¿Qué piensa de la vinculación de Neruda con el movimiento comunista?

RA. Neruda fue un comunista a su manera, tal como Bertolt Brecht. Eran comunistas de partido, pero entre Moscú y París, se quedaban con París, entre Bucarest y Roma, se quedaba con Roma, entre Berlín Este y Frankfurt, prefería esta última ciudad. Neruda sabía la verdad, le gustaba vivir bien (cosa que es legítima), nunca soportó a Fidel Castro y desconfiaba de los caudillos. El estaba convencido de que para triunfar necesitaba el respaldo de un gran partido. Es obvio que uno hubiese esperado una actitud de otro tipo de Neruda en términos políticos, al menos un reconocimiento claro de que las cosas no eran como la ideología comunista las pintaba.

MN. ¿Por qué cree que un poeta que se ha vendido o le han vendido como un libertario podía, por un lado, cantar loas al ruso José Stalin y, por el otro, al cubano Fulgencio Batista, quienes no eran, precisamente, dechados de derechos?

RA. Neruda hizo lo que se suponía debía hacer un comunista. En verdad, se hizo comunista por influencia de Delia del Carril, mujer que lo convirtió en comunista, lo vinculó con el movimiento intelectual comunista europeo y lo transformó en un poeta no hermético, como lo fue en un comienzo. Apoyó a Stalin porque los PC del mundo, lo hacían. Apoyó a Batista porque los PC del mundo apoyaban entonces los frentes amplios de la época, nunca se atrevió a pedirle a los líderes soviéticos la libertad de intelectuales soviéticos presos. Su tensión con Fidel Castro (a quien vio solo una vez y nunca más quiso ver) es lo más cercano en Neruda a lo que realmente pensaba del comunismo en América Latina, algo que también explora mi novela El caso Neruda.

MN. ¿Cómo se relacionan en su nueva novela esos dos grandes de las letras que fueron Heberto Padilla y Pablo Neruda?

RA. Bueno, Cayetano Brulé, que tiene un encargo de Pablo Neruda (encontrar a la hija o hijo que al parecer tuvo 30 años antes con una amante mexicana), llega a La Habana en busca de la pista de esa mujer bellísima que Neruda conoció en México años antes.

Cayetano Brulé va a la casa de Heberto Padilla a pedirle cierta información. Brulé en esta novela pasa por La Habana y el Berlín Oriental de 1973.

MN. ¿Cómo valora en la distancia el gobierno de la Unidad Popular de Salvador Allende?

RA. No se pueden hacer cambios radicales en ninguna sociedad con el 36% de los votos, que es lo que Allende obtuvo en la elección presidencial de 1970. Fue un gran error haber afectado la democracia chilena de esos años para crear una inspirada en los socialismos reales, que fueron barridos por sus pueblos en 1989.

MN. Por último, más allá de la bola de cristal: ¿Qué vislumbra en el futuro de Cuba?

RA. Quiero ver que los cubanos del exilio se unan porque creo que, por una razón biológica, ya queda muy poco al sistema castrista, que no podrá ser continuado una vez desaparecido los Castro. Y pienso que los cubanos ya le perdieron el temor a la dictadura y crecen las acciones opositoras de la población. Ningún dictador entrega ni un milímetro de poder si no es por la presión del pueblo. Creo que esa presión va en aumento, así como la paralización del liderazgo comunista en la isla. Isaiah Berlin decía que en un momento muy preciso, en dictaduras, "la gente deja de obedecer". Ese es el momento al cual nos acercamos, el mismo momento que de pronto tuvo lugar, 20 años atrás, en los países comunistas del Este, la gente dejó de obedecer y todo se derrumbó sin que nadie lo hubiese podido prever.
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Nota del Bloguista

Independientemente de si Neruda fue o no un arribista oportunista, es justo decir que Fulgencio Batista fue visto por muchos como un hombre de izquierda, pese a que su actuar sociopolítico en beneficio de las masas populares usando su poder militar tenía similitudes con las del fascismo en boga y en alza en ciertos países de Europa y en América Latina en esa época de los años 30s. El recibimiento que le dió el Presidente de México Lázaro Cárdenas a Batista y la dedicatoria a Batista que le hizo Blas Roca en la primera edición de su libro Los Fundamentos del Socialismo en Cuba, son dos ejemplos que avalan esa visión de hombre de izquierda que tenían muchos en esa época respecto a Batista.




MITOS SOCIALISTAS
Textos escondidos de Pablo Neruda

Por Alberto Acereda


Fragmento del SALUDO A BATISTA de Neruda.
Sería injusto negar el alto valor literario de la poesía de Pablo Neruda. Ahí están libros como Veinte poemas de amor y una canción desesperada (1924), las series de Residencia en la tierra, desde 1935, y otros entrañables poemarios que componen una trayectoria lírica clave para el siglo XX. Pero sería igualmente injusto ocultar algunos textos de Neruda; textos que la crítica, de hecho, ha escondido para maquillar la imagen de aquél; textos que reflejan su errante servilismo a algunos de los dictadores más nefastos del siglo XX.

En esta misma columna expuse hace unas semanas el odio de Pablo Neruda a todos los españoles que no lucharon en el bando republicano, incluidos poetas tan honrados como Dámaso Alonso o Gerardo Diego, a quienes mentó la madre por ser "cómplices franquistas". También detallé los elogios de Neruda a Lenin, su silencio ante el Gulag soviético, su afición por Stalin y su adulación en poemas como 'Canto a Stalingrado' (1942) o 'Nuevo canto de amor a Stalingrado' (1943). Gracias a estos y otros versos de ardiente defensa del estalinismo obtuvo el llamado "Premio Stalin de la Paz", en 1953. También influyó su elogio, como senador comunista en Chile, a otro asesino estalinista: Kalinin.

A todo eso cabe añadir algunas cosas. Así, este mito de la izquierda representó como diplomático en Asia al gobierno dictatorial del conservador Carlos Ibáñez entre 1927 y 1931, para después servir en Argentina y España a Arturo Alessandri, otro líder populista muy lejano ideológicamente de él. Años después expresó su apoyo a Mao Tse Tung, y aun brindó con éste y con su silencio ante los crímenes en China. Y no entraremos en el más que cuestionable trato que dio a algunas de las mujeres que ocuparon su vida, como Delia del Carril.

Lean las memorias póstumas de Neruda –Confieso que he vivido o Para nacer he nacido–: comprobarán su auténtico pelaje humano y su culto a tiranos y personalidades nefastas, aunque el poeta hábilmente quiera justificar todas sus posiciones y oculte algunas otras. Lean, si no están convencidos, su admiración y defensa de la dictadura de Fidel Castro, raíz de su libro Canción de gesta (1960), o valoren por sí mismos su vergonzosa actitud ante el lamentable episodio orquestado por Castro contra el poeta Heberto Padilla.

Salvador Allende (izquierda) y Pablo Neruda.Pueden también leer –por si, con todo lo anterior, no les es suficiente– el sectario panfleto poético que tituló 'Incitación al Nixonicidio y alabanza de la revolución chilena' (1973). Ya sabemos de su ciego apoyo al marxismo de Salvador Allende, justo el mismo protomártir de la izquierda que en tres años llevó Chile al absoluto desastre, como ya mostró José Ignacio del Castillo al estudiar los objetivos, las ideas y la práctica del trienio allendista.

El lector interesado en todo esto podrá y sabrá acudir a la obra del poeta y encontrar en ella al auténtico Neruda, tan alejado de la imagen de defensor de la libertad. El chileno sigue siendo visto con nostalgia por la izquierda internacional, que continúa elogiando su antinorteamericanismo. Pero lo peor es que hasta la crítica literaria –supuestamente honesta y objetiva– insiste, a estas alturas, en esconder algunos de los textos más reveladores de ese Neruda errado.

Afortunadamente, un crítico literario del talento y del valor de Enrico Mario Santí se ha tomado el tiempo y el esfuerzo de revisar y comparar la nueva y más amplia edición, en cinco volúmenes, de las Obras completas de Neruda (publicadas en España entre 1999 y 2002, a cargo de Hernán Loyola), así como la reciente biografía del poeta Las furias y las penas: Pablo Neruda y su tiempo (publicada en dos tomos en 2003 por David Schidlowsky).

La sorpresa salta cuando Santí observa, en su artículo 'Rostro y rastro de Pablo Neruda' (Estudios Públicos, núm. 94, otoño de 2004), que ni dicha biografía ni dicha edición son verdaderamente completas. Así, la biografía menciona más de 200 textos escritos por Neruda que luego no aparecen ni por asomo en las supuestas obras completas.

¿A qué se debe la ocultación de esos textos de Neruda? Enrico Mario Santí muestra cómo tal exclusión no se debe al extravío de tales materiales, pues se publicaron en periódicos y revistas muy conocidos. Se debe a la voluntad de la crítica de izquierdas de esconder esos textos, en los que sólo se demuestra el envejecido sectarismo del poerta. Así, deducimos que la verdadera biografía de Neruda no se ha escrito, y lo que queda por hacer sonroja.

Se encuentra escondido y silenciado, por ejemplo, el texto de Neruda publicado el 27 de noviembre de 1944 en el diario oficial comunista El Siglo con el título 'Saludo a Batista. Palabras de Pablo Neruda en la Universidad de Chile'. Como lo leen: Neruda, saludando en nombre del comunismo a Fulgencio Batista, el dictador cubano al que otro tirano –Fidel Castro– expulsaría quince años después, con la aprobación y el saludo del propio Neruda, según se ve en el abrazo del chileno a Castro relatado en el capítulo 'Fidel Castro' de Confieso que he vivido.

En su 'Saludo a Batista' Neruda afirma: "Otra hora ha llegado al mundo, la hora del pueblo, la hora de los hombres del pueblo, la hora en que Batista se confunde con los héroes populares de nuestra época, Yeremenko, Shukov, Cherniakovsky y Malinovsky, que hoy golpea y deshace las puertas de Alemania, los guerrilleros de España y de China, Tito y la Pasionaria. A Batista, en esta hora que también, por desgracia, se ha caracterizado por incubar traidores y cobardes, lo ponemos en el marco de los americanos totales".

Y sigue: "Batista, como hombre del pueblo, ha comprendido mejor que muchos demagogos el papel de los intelectuales, y honra a toda América (…) Los chilenos damos hoy la mano a Fulgencio Batista… Saludamos en él al continuador y restaurador de una democracia hermana". Y así todo, más saludos de Neruda, hasta definir a Batista como libertador, uno de los grandes "que han ayudado a que su fulgor nos ilumine en el camino de la libertad y de la grandeza de América".

Fulgencio Batista.No cabe aquí alegar una falta de visión histórica, sino la realidad de un Neruda que se movió siempre por intereses políticos y personalismos; un Neruda que se alió con quien hiciera falta y utilizó como chivo expiatorio a quien fuera necesario para venderse al mejor postor y alcanzar su fama.
No le falta razón a Santí cuando califica como deshonesta esta ocultación de textos de Neruda, un intento de la crítica literaria marxista y socialista por limar las aristas de la silueta política y literaria del poeta.

Insistiré en que nada de esto desmerece el valor literario y artístico de la mayor parte de la obra de Neruda, pero sí muestra la creación de otro mito socialista más, otro mito falsificado éticamente y del que es necesario que el público general pueda leer todo cuanto escribió y publicó. Son precisamente textos de Neruda como éste a favor de Batista y otros muchos escondidos los que muestran la incoherencia política y ética de Neruda.

Entre esos textos escondidos y excluidos de sus obras completas por intereses de la crítica literaria de izquierdas andan otros cuyos títulos son ya harto significativos: 'Los comunistas queremos una familia' (El Siglo, 9 de septiembre de 1945), 'No dejaré jamás de ser comunista' (El Siglo, 16 de junio de 1958), 'Cuba nos enseñó que no se acaba el mundo si se rompe con el imperialismo' (El Siglo, 11 de enero de 1961)… y así hasta más de doscientos.

Entenderán ahora la importancia de escribir sobre estos mitos socialistas, la necesidad de acabar con la falsa propaganda generada en torno a muchos de estos poetas del fallido comunismo. Por eso es tan ridículo que, por escribir esto, luego nos acusen de ser los sectarios, los malos, los fascistas, los casposos (y otros insultos de preferible omisión).

Estamos y estaremos contra la falsa manipulación de los libros y la literatura, contra los mitos socialistas, tan alejados de la verdadera libertad, la igualdad de oportunidades y la justicia. Neruda fue un buen poeta, sobre todo en sus primeros libros, pero un autor mediocre cuando sustituyó los versos por los panfletos políticos: los que ya conocemos y los que nos esconden.