EL TRIUNFO DE LA FUERZA MORAL EN HONDURAS
EL TRIUNFO DE LA FUERZA MORAL
Al fin se celebraron las elecciones presidenciales en Honduras bajo el gobierno provisional o “de facto”, como le llaman en CNN en español y otras fuentes de desinformación de similar tendencia. Si se tienen en cuenta las presiones y tentaciones que rodearon ese evento, la conclusión inescapable es que bordea la categoría de milagro. No perdamos tiempo en resumir las debilidades políticas inherentes a un gobierno que nació de una acción violenta, como sacar del poder y enviar forzosamente al extranjero a un jefe de estado que violaba la constitución, pero quien había sido legalmente electo y constitucionalmente ungido. Ignoremos la matraquilla absurda de que quienes depusieron a Zelaya “obraron ilegalmente pues no tenían derecho a expulsarlo del país”. Con soberana hipocresía y usando retórica rimbombante, nos dicen que lo único apropiado y legal con Zelaya era arrestarlo y procesarlo, tal como lo prescribe la ley hondureña. ¿De veras?
¿Alguien se imagina a Zelaya como prisionero político en Tegucigalpa mientras se celebraban elecciones para substituírlo? ¿Qué no habría hecho el “Macaco Llanero” para presentar a su cliente como una víctima torturada en una mazmorra militar? ¿Existe la menor duda de que el Presidente Obama y su Secretaria de Estado habrían demandado enérgicamente su incondicional e inmediata libertad? ¿Es acaso difícil imaginar a Lula, a Correa, a Kirschner y demás politicastros de su especie aprovechando la oportunidad dorada de oírse hablar en un tema tan suceptible a la demagogia por la que son notorios? ¿Qué “grito desgarrado de protesta universal” no habría surgido de “Naciones Unidas” y de la “Organización de Estados Americanos”?
Fuera del ámbito hondureño, ¿puede el amigo lector mencionar un jefe de estado quien se molestara en aludir a las evidentes y múltiples violaciones constitucionales de Zelaya?
( Micheletti y Zelaya )
Expulsando a Zelaya de Honduras, Micheletti hizo lo único correcto. En vez de otorgarle torpemente el papel de víctima, el Presidente provisional le dio la oportunidad al derrocado ex presidente a descubrir en público su verdadera identidad. Zelaya tragó la carnada, el anzuelo y la línea. Las diversas, frustradas y degradantes incursiones de este último en territorio hondureño y su final reclusión voluntaria en la embajada de Lula en Tegucigalpa (la que legalmente no existe, pues el napoleoncito carioca rompió relaciones con Honduras) lo identificó definitivamente como lo que es: un triste bufón a sueldo en la nómina chavista y una anécdota desagradable, ridícula e insignificante en la historia de su país.
El Presidente Micheletti podrá carecer de la elocuencia o de la personalidad que nuestra cultura errónea y tradicionalmente identifica como lideratura, pero ha demostrado poseer hasta ahora resolución y flexibilidad dignas de un verdadero estadista. Sería deshonesto de mi parte ocultar que nunca creí que pudiera capear con tanta soltura el temporal al que tan intrépidamente enfrentó.
Una de las más pequeñas y pobres naciones del Hemisferio se ha salvado hasta ahora de la tutela de Chávez (y por ende de la Tiranía castrista) en virtud de la fuerza moral y el patriotismo de Roberto Micheletti y sus colegas en el gobierno provisional de Honduras. Reconociendo el peligro de su emboscada diplomática, Micheletti rechazó tenazmente la conjura intervencionista de la Organización de Estados Americanos, apreciando con astucia que su Secretario General no es más que un intrigante y mercenario agente del chavismo.
No importa cuál de los candidatos ganara las elecciones. Sólo el futuro probará si la decisión popular fue o nó correcta. De lo que no hay dudas hoy es del éxito fabuloso para Honduras. Ese éxito estriba en que los comicios se celebraron pacíficamente y con una participación electoral masiva. En ese evento el único vencedor real es el pueblo hondureño, a quien extiendo mi sincera felicitación.
El gran perdedor en Honduras es el dictador de Venezuela, quien no vaciló en utilizar todos los recursos a su disposición para impedir el feliz resultado. La elección de uno de sus simpatizantes en Uruguay quizás lo consuele temporalmente. El presidente electo en Uruguay es un antiguo asaltador de bancos (delito común, en el que todas las inocentes víctimas pertenecen a todos los estratos económicos y sociales de la población), quien cumplió 14 años de prisión por ello y el que probablemente durante esas actividades asesinó, o ayudó a asesinar a más de uno. Al presente es a ojos vista un viejo desaliñado, borracho, mal hablado e impredecible. Esta jolla social será presidente por cinco años de una nación que a principios del siglo XX era conocida como “la Suiza de América”.
La enseñanza moral de Honduras para Washington es inmensa, al menos en teoría: en la mañana de las elecciones hondureñas, el régimen de Teherán anunció su plan para iniciar en dos meses la construcción de 10 nuevas plantas para enriquecer uranio, las que eventualmente podrían generar 300 toneladas de ese material. Al presente, Irán cuenta con una tonelada de uranio enriquecido, con la que se calcula podría ya confeccionar un arma atómica. Esta fue la respuesta de Ahmadinejad a la “censura” de Naciones Unidas, documento que no vale ni el papel en que se imprimió por ser una resolución que no implica sanciones, razón por que contara con las firmas de Rusia y China, quienes nada pierden ni a nada se compromenten en ella. Eso no fue impedimento para que esa “censura”, con las firmas de Moscú y Beijing, fuera anunciada por la Casa Blanca como una victoria sin precedentes sobre el régimen de Irán.
El anuncio de Teherán marca el fracaso definitivo de la absurda campaña de Obama por conseguir un deshielo entre Washington y los enemigos jurados de nuestras libertades y modo de vida. El binomio Fidel-Raúl Castro tampoco hace concesiones, no importa cuántas facilidades y gestos amistosos vengan de La Casa Blanca y su “mafia de Chicago”. Aún menos amistosa es la retórica del “Macaco de Caracas” (el mismo que provee el 17% de nuestras necesidades petroleras y quien cuenta con un abierto simpatizante en el “Zar” de Obama para la “Diversidad” en la Comisión Federal de Comunicaciones). Utilizando su más florido y versallesco lenguaje Chávez sugirió recientemente que Obama y el Presidente de Colombia fueran a “lavarse el trasero”.
Poco a poco, de las amenazas e insultos, los totalitarios van pasando a la agresión real. Varios infelices campesinos colombianos fueron asesinados recientemente en la frontera venezolana por los sicarios de Chávez, quienes destruyeron dos desvencijados puentes para peatones, usados durante décadas por campesinos y pequeños comerciantes entre Colombia y Venezuela.
¿Sirvieron para algo las reverencias físicas y morales? ¿Avanzó la paz un milímetro con la política de sumisión y ramo de olivo? ¿Tiene sentido prosternarse y humillarnos ante elementos deleznables, de moral inexistente, la hez de la humanidad que nunca compartirá con nosotros aspiraciones o intereses?
Obama tiene mucho que aprender sobre fuerza moral. Micheletti le acaba de dar una lección extraordinaria de su eficiencia.
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