Las lecciones de Panamá
Por Yaxys Cires Dib
Madrid
Por estos días se cumplirán 20 años de la intervención militar norteamericana que puso fin al régimen dictatorial de Manuel Antonio Noriega en Panamá. Fue en estas fechas de 1989 cuando parte de la opinión pública internacional decidió poner los ojos en el país istmeño, ya fuera apoyando o rechazando la acción estadounidense. Antes de aquellas jornadas habían sido pocos los interesados en evitar que el problema panameño desembocara en un punto cuya solución resultaba difícil que no fuera traumática.
El noriegato fue la parte más represiva y cruenta del régimen militar surgido el 11 de octubre de 1968. Noriega no dudó en aplicar mano dura contra sus opositores, para lo que utilizó a las fuerzas militares y a los Batallones de la Dignidad, especie de Brigadas de Respuesta Rápidas cubanas, que al ritmo de consignas y pachanga repartían golpes a los disidentes.
En mayo del 1989, la alianza opositora liderada por la Democracia Cristiana ganó al candidato del régimen. La victoria de la nómina Endara, Arias Calderón y Ford no fue reconocida por Noriega, quien a su vez anuló el proceso electoral. Ello provocó el aumento de las protestas en las calles y la represión violenta de las mismas.
En medio de aquel panorama también ocurrió un importante alzamiento militar encabezado por el mayor Moisés Giroldi, teniendo como objetivo derrocar al dictador. El movimiento fue sofocado y Giroldi fue ejecutado junto a otros militares que le secundaron, crimen conocido como la "masacre de Albrook".
La situación del país era caótica en todos los órdenes y Noriega se resistió a escuchar el claro mensaje que le enviaba la sociedad. Lamentablemente, desde afuera algunos daban crédito a la propaganda del régimen, que presentaba imágenes del supuesto apoyo popular, es decir, de como el pueblo revolucionario (batalloneros) "de manera espontánea" daba respuesta digna a los provocadores (opositores y disidentes). Otros, como siempre, vieron el asunto como la oportunidad de enfrentarse retóricamente a EE UU sin reparar en el sufrimiento del pueblo panameño.
( Manuel Antonio Noriega )
En ese contexto, los dirigentes políticos de la oposición intentaron sin éxito abrir espacios para una salida pacífica al conflicto. Se realizaron gestiones para que Noriega abandonara el poder voluntariamente, de hecho se le ofreció residir en España, Paraguay y Venezuela, pero dicha posibilidad fue rechazada por él.
El Departamento de Estado de Estados Unidos y el Presidente venezolano Carlos Andrés Pérez, siempre manifestaron su cercanía y solidaridad con los dirigentes opositores panameños, y la presión que ejercieron a nivel internacional fue constante. Gracias al venezolano, las violaciones a los derechos humanos por parte de Noriega estuvieron siempre en la agenda de la OEA, organización dominada por la extrema "prudencia" de muchos gobiernos representados.
Recientemente, a propósito del activismo de Brasil a favor del expresidente hondureño Manuel Zelaya, el exvicepresidente de Panamá, Dr. Ricardo Arias Calderón, quien fuera uno de los líderes del cambio, decía en un artículo: "cuando la oposición democratizadora (panameña) llevó su caso a la OEA y allí se discutió en varias Asambleas Generales, Brasil nunca tomó ninguna acción que enfrentara al régimen militar panameño argumentando que los gobiernos de dicho régimen eran legales y por tanto ellos no podían intervenir a favor de un cambio ni aún en materia de derechos humanos electorales".
De hecho, en 1991, ya establecida la democracia panameña, el Grupo de Río, dominado por Brasil, México y Argentina, exigió al gobierno que convocara a nuevas elecciones, ignorando que sus autoridades habían sido las ganadoras en mayo del 89 y que lo sucedido a raíz de la intervención había sido una toma de posesión que además de legítima, impedía que Panamá fuera por varios años un país ocupado o tuviera un gobierno títere.
El gobierno panameño no cedió ante las presiones y gracias a los apoyos brindados por los partidos pertenecientes a la Internacional Demócrata Cristiana, fue logrando, de manera gradual, el reconocimiento de los diferentes gobiernos renuentes a otorgarle legitimidad.
¿Por qué no hubo solución pacífica?
Con la intervención armada, la odiosa narcodictadura desapareció y durante estos 20 años los panameños han sabido construir su democracia con importantes grados de prosperidad, a lo que habría que agregar el hecho de que desde el año 2000 tienen plena soberanía sobre su Canal.
Sin embargo, a efectos de sacar lecciones, es importante saber que la posibilidad de una solución pacífica existió y que, como casi siempre, no se alcanzó por culpa de la tozudez del dictador y por la poca presión de otros estados.
La comunidad internacional debe entender que la aquiescencia y el doble rasero ante las injusticias pueden obstaculizar que los cambios se realicen de una manera pacífica y democrática. La pasividad ante las injusticias es equiparable a meter presión en una olla que en cualquier momento puede explotar.
Por otro lado, quienes reprimen a sus pueblos deben entender que los regímenes de esa calaña no son eternos y que cuando existen oportunidades de terminar pacíficamente con ellos, las mismas deberían ser aprovechadas. Noriega, aunque con mejor suerte que Ceausescu, no calculó que en cualquier momento se podía quedar solo. No entendió que la gente suele cumplir la voluntad de los dictadores hasta uno de esos momentos mágicos en los que esa misma furia que los déspotas provocan contra los demócratas se vuelve contra sí mismos, o simplemente se transforma en deseos de que se pase página.
El caso panameño, igual que otros, rompe con ese mito de que después del dictador no hay vida. La mejor lección está resumida al final de un reportaje publicado en El País el día 6 de enero de 1990, cuando todavía no se cumplía un mes de la intervención: "La vida se normaliza a un ritmo mucho más rápido del previsto. Ayer reapareció después de 22 años de cierre obligado el periódico Panamá-América, que próximamente se editará en español y en inglés. Todo un síntoma de los nuevos tiempos. También volvió a los quioscos el diario Crítica, el que fuera furibundo portavoz de las desaparecidas Fuerzas de Defensa. Ahora se llama Crítica Libre y se ha convertido en un furibundo defensor de la invasión norteamericana y del Gobierno de Endara".
En fin, lecciones y situaciones similares hay, la duda es si existen personas capaces de escucharlas.
COMENTARIO DEJADO
Anónimo ha dejado un nuevo comentario en su entrada "Las lecciones de Panamá":
Agradezco que veinte años después se retome en DDC este tema, ya casi olvidado y capaz de suscitar numerosas conexiones temáticas. El artículo de Cires Dib se atiene a los hechos, más que a un discurso ideológico, para llegar a la conclusión de que después del dictador no viene el diluvio. Panamá, efectivamente, volvió a la normalidad y no porque lo dijera El País --aunque siempre conviene citar fuentes nada sospechosas de ser derechistas--, sino porque así lo ha demostrado la vida misma. Pero ojo con las analogías. En Cuba no se trata tanto de salir de una dictadura como de un sistema absurdo, con la consiguiente reconstrucción de un país completamente arrasado. Una tarea ardua donde las haya.
Un artículo es sólo un artículo y no lo puede abarcar todo. Cabría, sin embargo, derivar toda una temática como seguimiento o corolario del trabajo de YDCD, con interrogantes de esta guisa: ¿Fue beneficiosa la intervención norteamericana en Panamá, calificada en su momento por García Márquez como una 'burrada'? ¿Está en la misma línea que la anterior invasión de Granada bajo la Admón. Reagan? ¿Por qué resultó un desastre la intervención de Bill Clinton en Haití, encaminada a restaurar a un presidente destituido? ¿Sería ésta la razón por la cual Obama se abstuvo de intervenir en Honduras, a pesar de los pedidos insistentes del bloque de ALBA, e incluso del ‘patriótico’ Mel Zelaya, a quien EE.UU. aún reconoce como presidente legítimo? A la luz de esa súbita vocación proimperialista de los líderes albinos, ¿se podrá sostener que hay intervenciones buenas y malas, según y cómo? ¿Cuál es el lugar en la historia que ocupa Omar Torrijos, el militar populista y dictarorial que dejó de herencia a Noriega como hombre fuerte, del mismo modo que --mutatis mutandis--Stalin heredó a Lenin y le subió la parada como dictador totalitario? ..... En fin, todo un abanico de temas que no caben en el breve espacio de un artículo, pues éste sólo persigue abordar un punto sin perderse en digresiones. Creo que este de Yaxys logra con creces su objetivo. Feliz Navidad para Yax, PPA y demás contertulios y foristas. NIC
1 Comments:
Agradezco que veinte años después se retome en DDC este tema, ya casi olvidado y capaz de suscitar numerosas conexiones temáticas. El artículo de Cires Dib se atiene a los hechos, más que a un discurso ideológico, para llegar a la conclusión de que después del dictador no viene el diluvio. Panamá, efectivamente, volvió a la normalidad y no porque lo dijera El País --aunque siempre conviene citar fuentes nada sospechosas de ser derechistas--, sino porque así lo ha demostrado la vida misma. Pero ojo con las analogías. En Cuba no se trata tanto de salir de una dictadura como de un sistema absurdo, con la consiguiente reconstrucción de un país completamente arrasado. Una tarea ardua donde las haya.
Un artículo es sólo un artículo y no lo puede abarcar todo. Cabría, sin embargo, derivar toda una temática como seguimiento o corolario del trabajo de YDCD, con interrogantes de esta guisa: ¿Fue beneficiosa la intervención norteamericana en Panamá, calificada en su momento por García Márquez como una 'burrada'? ¿Está en la misma línea que la anterior invasión de Granada bajo la Admón. Reagan? ¿Por qué resultó un desastre la intervención de Bill Clinton en Haití, encaminada a restaurar a un presidente destituido? ¿Sería ésta la razón por la cual Obama se abstuvo de intervenir en Honduras, a pesar de los pedidos insistentes del bloque de ALBA, e incluso del ‘patriótico’ Mel Zelaya, a quien EE.UU. aún reconoce como presidente legítimo? A la luz de esa súbita vocación proimperialista de los líderes albinos, ¿se podrá sostener que hay intervenciones buenas y malas, según y cómo? ¿Cuál es el lugar en la historia que ocupa Omar Torrijos, el militar populista y dictarorial que dejó de herencia a Noriega como hombre fuerte, del mismo modo que --mutatis mutandis--Stalin heredó a Lenin y le subió la parada como dictador totalitario? ..... En fin, todo un abanico de temas que no caben en el breve espacio de un artículo, pues éste sólo persigue abordar un punto sin perderse en digresiones. Creo que este de Yaxys logra con creces su objetivo. Feliz Navidad para Yax, PPA y demás contertulios y foristas. NIC
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