CUBA: Los verdaderos revolucionarios
Los verdaderos revolucionarios
Por René Gómez Manzano
LA HABANA, Cuba, enero (www.cubanet.org) - Se define la palabra revolución como un “cambio violento en las instituciones de una nación”. Nadie en su sano juicio negaría que en Cuba hubiera, a partir de 1959, una transformación de ese tipo. Lo increíble es que desde el gobierno castrista, al cabo de más de medio siglo, se siga hablando de la revolución cubana en tiempo presente.
¿Se imagina el lector a Leonid Brézhnev autodefiniéndose en 1968 como actor legítimo de la Gran Revolución Socialista de Octubre? Estoy seguro de que todos coincidirán en que tal afirmación habría constituido, más que un absurdo, una ridiculez.
Sin embargo, en Cuba, los hermanos Castro se han salido en esto con la suya: al aplicar la neo-lengua comunista al proceso encabezado por ellos mismos, y continúan dando ese nombre al régimen establecido, que desde hace más de cuarenta y cinco años se ha caracterizado por mantenerlo todo igual. ¡Y lo increíble es que muchos aceptan esa falacia!
Para ser revolucionario hay que ser ante todo un inconforme; lo que en Cuba implicaría serlo no sólo hasta 1959, sino también ahora. Sin embargo, a aquellos que demandan cambios, la propaganda oficialista los califica falsamente como traidores y mercenarios pagados por el enemigo, que no merecen otra cosa que ser reprimidos.
A diferencia de los inconformes de ayer, los de hoy no han agredido a nadie, jamás se les ocupó un arma o un explosivo, nunca asaltaron un cuartel ni pusieron cien bombas en una noche. Aquellos no cumplieron ni dos años de cómoda prisión; los de hoy llevan ya siete años de cruel e injusto encierro. Me refiero al Grupo de los 75, pues hay cautivos políticos más antiguos.
A pesar de los calificativos peyorativos, los presos de conciencia de nuestra Patria han enfrentado con entereza las consecuencias de sus actos, igual que lo han hecho las Damas de Blanco y otros.
Aparentemente, los dirigentes del actual gobierno de la Isla siguen contando con el apoyo de millones de “revolucionarios”; lo que en el argot castrista quiere decir: de ciudadanos que aplauden lo decidido por los jefes hasta que se les inflaman las manos.
Pero esos jerarcas tienen que estar conscientes de cuán profunda es la miseria en la que han hundido al país; no pueden ignorar que, a derechas, no se produce nada, ni siquiera azúcar; que la mayoría de los trabajadores percibe menos de un dólar diario; que hay una escasez millonaria de viviendas, al tiempo que —nadie sabe cómo— la deuda externa cubana se mide en miles millones de dólares. Como si fuera poco, el futuro se vislumbra aún más tenebroso. Ante tanto destrozo sistemático, ¿es razonable suponer que la masa del pueblo seguirá siendo mansa y conforme?
No creo que falte mucho tiempo para que las mayorías nacionales proclamen a viva voz su descontento. Será entonces cuando nuestros ciudadanos se conviertan en verdaderos revolucionarios.
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