BARACUTEY CUBANO

Por Alfredo M. Cepero.

El pasado martes 19 de enero pasará a la historia política de los Estados Unidos como el día en que los electores de Massachusetts dieron el tiro de gracia al último símbolo de una familia de farsantes que, ayudada por una magistral campaña de publicidad, se presentó ante el mundo como heredera del mítico reino de Camelot. Ni siquiera un resucitado Rey Arturo habría sido capaz de detener la avalancha de optimismo y determinación de un electorado electrificado por la energía contagiosa del joven Senador Scott Brown. El candidato que solo un mes antes andaba rezagado en 20 puntos detrás de su adversaria, la demócrata y declarada heredera política de Ted Kennedy, Martha Coakley, se anotó una resonante victoria con un margen superior a los 100,000 votos.

Y todo esto en un estado donde los demócratas superan a los republicanos tres a uno y que no ha elegido un senador republicano desde que en 1966 envió a Washington al intelectual y abogado negro Edward Brooke. En un estado que durante más de medio siglo la familia Kennedy ha considerado como su predio privado para desde allí extender sus tentáculos a toda la Unión Americana y poner en práctica sus artimañas financieras, sus manipulaciones políticas y sus fechorías personales.

A los efectos de sustentar estas afirmaciones seremos específicos con la debida cautela de no agobiar al lector con excesivos ejemplos o con la cita de infundadas imputaciones que pudieran dar pie a las refutaciones de los ideólogos de la izquierda urticante. Aunque con frecuencia se ha hablado de las incursiones del patriarca Joseph Patrick Kennedy en el bajo mundo del contrabando de licores durante los años de la Prohibición lo cierto es que nadie ha proporcionado pruebas contundentes en este sentido.

( Joseph Patrick Kennedy)

De lo que no caben dudas es de que en 1933, cuando se cerraba aquel infausto capítulo de la política norteamericana, el viejo Joe se fue a Escocia y se aseguró la exclusividad en la distribución en Estados Unidos de varias marcas de licores fabricados en ese país. De lo caben dudas es de que, gracias a su habilidad para hacer fortuna en la bolsa de valores mientras otros perdían la camisa en la crisis bancaria de 1929, Joe se fue a Hollywood donde compró varios estudios cinematográficos a precios de liquidación Y como para dar inicio a la conducta que después seguirían sus descendientes encontró tiempo para mantener un tormentoso y público romance con la diva Gloria Swanson.

Ahora bien, si en las finanzas fue un hombre brillante, en la política fue un rotundo fracaso. Durante su breve período como embajador de Washington en Londres se declaró acérrimo apaciguador ante la amenaza nazi y escribió su epitafio político cuando a principios de 1940 dijo que “la democracia había muerto en Inglaterra”. Roosevelt lo destituyó y el viejo Joe decidió alcanzar sus sueños de notoriedad política a través de sus hijos. Para ello contaba con su cuantiosa fortuna, sus contactos políticos y sus escasos escrúpulos. Prueba al canto. Cuando la presidencia de su hijo John parecía en peligro durante las elecciones de noviembre de 1960, Joe llamó a su amigo Richard Daley, alcalde de un Chicago donde los muertos votan y los vivos roban, para que le consiguiera 465,000 votos que sirvieron para apuntalar el ínfimo margen de victoria con el que apabullaron a un incrédulo Richard Nixon.

Como era de esperar, el niño consentido de la presidencia comprada se desencajó en su primer encuentro con el imperioso y estentóreo Nikita Kruschev. Después se le aflojaron las piernas durante la Invasión de Girón y abandonó a su suerte a hombres que habían confiado en la palabra del aliado poderoso. Y finalmente se dejó chantajear durante la Crisis de los Cohetes desmantelando los proyectiles norteamericanos instalados en Turquía y convirtiéndose en policía del infierno donde han sido perseguidos, encarcelados y asesinados centenares de miles de seres humanos durante medio siglo.

Donde si parece haber sido alumno aventajado de su padre fue en el campo de las conquistas femeninas. Durante su breve período presidencial la Casa Blanca se transformó en el burdel más elegante de la majestuosa avenida Pennsylvania. Se hicieron notorias las fiestas de media tarde en que el Presidente y sus amigos compartían con jóvenes secretarias en la piscina de la Casa Blanca mientras los agentes del Servicio Secreto estaban atentos al regreso a la mansión ejecutiva de la Primera Dama Jacqueline Kennedy. Por allí también desfilaron, e incluso algunas pernoctaron, especímenes femeninos de la belleza de Marilyn Monroe, Angie Dickinson y la misteriosa Judith Campbell Exner. Se dice que esta última fue amante del mafioso Sam Giancana y fue presentada a Kennedy por su cuñado Peter Lawford, miembro del grupo llamado Rat Pack, liderado por Frank Sinatra.

( John F. Kennedy, Robert Kennedy y Ted Kennedy )

Una vez instalado John en la presidencia, el viejo Joe le ordenó designar a un abogado sin experiencia en litigio para un cargo donde tendría que lidiar con litigantes de primera línea. Pero desde luego, la experiencia no es necesaria cuando uno es hermano del presidente e hijo del titiritero que manipula los hilos. Así fue como Robert Kennedy fue nombrado Procurador General. Asimismo se aseguró de que el benjamín de la familia, a quién habían expulsado de Harvard por copiar en los exámenes, fuera coronado Senador por Massachusetts. Así fue como el imberbe de Ted Kennedy comenzó un reinado de casi cincuenta años en el Senado Federal. Ahora bien, si en los libros fue un fracaso en las conquistas amorosas fue todo un éxito si exceptuamos el acto de cobardía en que dejo ahogar a la infeliz de Mary Jo Kopechne en las aguas de Chappaquiddick una fatídica noche del mes de julio de 1969.

Y como los nietos del viejo Joe no podían quedarse atrás, la tercera generación de los Kennedy ha escrito elocuentes páginas de traición conyugal, de escándalo y hasta de policía. Joe Kennedy II, dejó a una mujer paralítica después de un accidente de automóvil y tuvo que abandonar su aspiración a gobernador de Massachusetts cuando su esposa lo acusó de anular a espaldas suyas un matrimonio de 12 años y convertir a sus hijos gemelos en verdaderos bastardos. Su hermano Bobby Jr, fue arrestado por posesión de heroína. David murió en un hotel de la Florida de una sobredosis de cocaína. Su hermano Michael fue descubierto por su esposa mientras mantenía relaciones íntimas en el propio lecho conyugal con una niñera de 14 años. Y William Kennedy Smith fue acusado de violación después de un noche alegre en los bares de West Palm Beach, en compañía nada menos que de su obeso y grotesco tío Ted.

Cualquiera diría que una familia que ostentó por tanto tiempo posiciones de poder político y que tuvo en sus manos decisiones de vida y muerte como los Kennedy debió haber sido objeto de un mayor escrutinio por parte de la prensa. Pero la extraña combinación de un poder económico que compró impunidad y de una prensa comprometida con una ideología populista e izquierdizante perpetró el mito que fue pulverizado el martes pasado. Ese día el pueblo de Massachusetts puso fin a la farsa que había vestido de Camelot lo que no era otra cosa que una moderna Sodoma y Gomorra.

Miami, Florida, 22 de enero del 2010.


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COMENTARIOS DEJADOS:

Anonymous Anónimo said...

lo siento pero no estoy de acuerdo, lo que paso en Massachusetts, demuestra la tendencia del pueblo americano por votar por caras bonitas y conocidas mas que por el verdadero deseo de escoger el mejor, como mismo sucedio a la dinastia kennedy en su momento, a Arnold en California, etc. La democracia americana es una lucha paridista mas alla de la logica, donde el partido opositor se enfrenta con todo al presidente y al partido que lo llevo al poder. Lo mismo sucede aqui en Mexico, he oido que en España y muchos otros paises, la democracia es una mentira, muy pocos paises pueden decir que la tienen implementada cabalmente.